Estados Unidos
Muere una persona en Arizona por una enfermedad que data de la Edad Media y que se creía erradicada
No sucedía un caso de esta naturaleza desde 2007 en el país norteamericano.

Tras unas fuertes complicaciones, las autoridades sanitarias de Arizona, Estados Unidos, informaron que una persona murió a causa de una rara variante de la Peste Negra, la fuerte pandemia que azotó a Europa en la Edad Media.
La enfermedad se contagia al tener contacto con un animal infectado por la bacteria yersinia pestis, la cual ataca el organismo de forma invasiva y a veces letal.

Como reporta 20 Minutos, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos asegura que al año se presentan unos 7 casos de contagio.
Si bien se puede tratar con antibiótico, puede causar la muerte. Las autoridades califican como bajo el nivel de riesgo de exposición pública, quizá tratándose de un caso aislado.
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Un antes y después en la medicina
La Peste Negra, ocurrida entre 1347 y 1351, fue una de las pandemias más mortales de la historia.
Se propagó principalmente a través de las pulgas que infestaban a las ratas, comunes en las ciudades medievales.
Sin embargo, también podía transmitirse por el aire (peste neumónica) o por contacto directo con fluidos corporales infectados, lo que aceleró su expansión.

Síntomas de la peste
La enfermedad se manifestaba de diferentes formas, según la variante.
La peste bubónica, la más común, provocaba la inflamación dolorosa de los ganglios linfáticos, formando bultos llamados “bubones” en axilas, cuello e ingle.
Los afectados sufrían fiebre alta, escalofríos, debilidad extrema y, en muchos casos, manchas negras en la piel debido a hemorragias internas.
La peste neumónica, más letal y contagiosa, atacaba los pulmones, causando tos con sangre y dificultad para respirar.
Se transmitía fácilmente entre personas a través de partículas en el aire.
Por último, la peste septicémica infectaba la sangre, provocando gangrena en extremidades y fallo orgánico rápido.
Tratamiento del pasado al presente
En la Edad Media, al desconocerse la causa real de la enfermedad, los métodos de “cura” eran ineficaces. Se recurría a sangrías, emplastes de hierbas e incluso prácticas supersticiosas.

Las cuarentenas, aunque rudimentarias, fueron uno de los pocos métodos que ayudaron a contener brotes.
Hoy en día, la peste se trata con antibióticos como la estreptomicina o la doxiciclina, que son altamente efectivos si se administran a tiempo.
Además, el control de plagas y la higiene han reducido drásticamente su presencia. Aunque ya no es una amenaza global, la peste sigue apareciendo en zonas rurales de África, Asia y América.