MUNDO
Murió Bernard Kerik, símbolo del 11-S y la redención americana
El excomisionado del NYPD, figura clave en la respuesta a los atentados del 11 de septiembre, falleció a los 69 años. Su vida estuvo marcada por el heroísmo, la caída judicial y una controvertida redención política

Bernard Kerik, excomisionado del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) y una de las figuras más visibles durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, falleció el pasado 29 de mayo a los 69 años. Su muerte, causada por una enfermedad no especificada públicamente, fue confirmada por las autoridades del NYPD y por el exasesor de seguridad del expresidente Donald Trump, Kash Patel, quienes lo recordaron como un “patriota incansable” y “líder valiente” que dedicó su vida al servicio público.
Kerik se convirtió en un rostro familiar a nivel mundial tras los ataques terroristas contra las Torres Gemelas. En medio del caos, apareció junto al entonces alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, coordinando la respuesta de emergencia y liderando a una ciudad profundamente herida. Su presencia en la zona cero, entre escombros, humo y dolor, lo consolidó como símbolo de coraje y liderazgo. Fue condecorado en múltiples ocasiones y considerado un héroe por millones de estadounidenses.

Su ascenso en la vida pública fue meteórico: de haber comenzado su carrera como guardaespaldas del alcalde Giuliani, fue nombrado comisionado del NYPD en 2000 y lideró la institución policial más grande del país en uno de los momentos más difíciles de su historia. En 2004, el presidente George W. Bush lo nominó como secretario de Seguridad Nacional, pero Kerik se retiró rápidamente tras admitir que había contratado a una niñera indocumentada. Este escándalo derivó en investigaciones más profundas
En 2009, Kerik se declaró culpable de ocho cargos federales, incluyendo evasión de impuestos y declaraciones falsas al gobierno. Fue condenado a cuatro años de prisión y se convirtió en uno de los pocos funcionarios de alto rango del 11-S en enfrentar una sentencia penal. Pese a esto, mantuvo una fuerte presencia pública tras su liberación. En 2020, fue indultado por el entonces presidente Donald Trump, lo que generó una nueva ola de críticas y elogios, según la postura política.
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Desde entonces, Kerik fue una figura activa en los medios y en redes sociales, apoyando a Trump y defendiendo teorías de fraude electoral tras los comicios de 2020. Su cercanía con el expresidente lo mantuvo en la esfera pública, incluso participando en investigaciones relacionadas con el asalto al Capitolio. Su legado, por tanto, es dual: para algunos, un patriota caído en desgracia; para otros, un hombre redimido por sus servicios.
Le sobreviven su esposa, Hala, y tres hijos. Rudy Giuliani, su antiguo jefe y amigo cercano, le dedicó unas emotivas palabras tras su muerte: “Perdí a un hermano. Bernard fue más valiente que cualquiera que haya conocido en mi vida”. Su historia continúa siendo un espejo de las luces y sombras del poder, el servicio y la redención en la vida política y pública estadounidense.