Nueva York dio un paso inédito en la regulación del comercio electrónico al implementar una ley que obliga a las empresas a informar, de forma clara y visible, cuando el precio de un producto o de un servicio fue determinado pro Inteligencia Artificial a partir de datos personales del consumidor.
Con esta medida se busca frenar posibles abusos y marcar un precedente nacional en la era de los algoritmos.

Cuando el algoritmo decide cuánto pagar
La norma exige que los comercios digitales muestren un aviso visible junto al precio cuando este haya sido fijado mediante un sistema automatizado que utilice datos personales del usuario.
El objetivo, de acuerdo con la gobernación de Nueva York, es que el consumidor sepa cuándo está al frente de un precio personalizado y pueda tomar decisiones informadas antes de completar la compra.
La ley surge en un contexto de creciente preocupación por el llamado “precio de vigilancia”, una estrategia mediante la cual las compañías ajustan los valores de productos y servicios según el perfil digital de cada usuario.
Aunque esta práctica no es nueva, su sofisticación aumentó con el avance de la Inteligencia Artificial, lo que permitió establecer diferencias de precios casi imperceptibles entre consumidores que compran exactamente el mismo artículo.
Las autoridades estatales indican que el problema no radica solo en el uso de algoritmos, sino en la falta de transparencia.
Según lo que se informa en medios como Infobae, la gobernadora Kathy Hochul defendió la medida como una herramienta clave para equilibrar la relación entre empresas y consumidores en la economía digital.

Impacto nacional y resistencia empresarial
El alcance de la medida podría ir más allá de Nueva York. Especialistas en regulación tecnológica advierten que esta legislación podría convertirse en un modelo para otros estados, en momentos en que el Congreso Federal aún no logra definir normas claras sobre Inteligencia Artificial y protección del consumidor.
La gobernadora Kathy Hochul sostienen que, sin información clara, los compradores no tienen forma de saber si están pagando más que otros usuarios por el mismo producto, lo que puede profundizar desigualdades económicas y prácticas discriminatorias encubiertas por la tecnología.
No obstante, la medida también generó resistencia entre algunos sectores empresariales que advierten sobre los posibles costos adicionales y dificultades operativas, como se indica en el medio en mención.
Algunas compañías argumentaron que la exigencia de avisos podría confundir a los consumidores o revelar estrategias comerciales sensibles.
Aun así, los primeros desafíos legales contra la ley no prosperaron, y los tribunales consideraron que el interés público en la transparencia justifica la medida.

Por su parte, defensores de los derechos del consumidor celebran la iniciativa como un avance histórico, pues a su juicio, se trata de un primer paso para poner límites a prácticas algorítmicas que operan en silencio y que, sin supervisión, pueden profundizar brechas de precios sin que el usuario lo perciba.
Con esta ley, Nueva York abre un nuevo capítulo en la relación entre tecnología, comercio y derechos del consumidor










