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Brote de malaria en Armenia deja 53 personas contagiadas; autoridades de salud trabajan para controlarlo
Buscan determinar cómo se dio la transmisión de la enfermedad.
Aunque el brote de malaria en Armenia es autóctono según lo informado por el Instituto Nacional de Salud, por lo que tiene como eje un asentamiento humano con cierta cercanía al río Quindío en los barrios Miraflores y Salazar, la Secretaría de Salud de la ciudad sigue con la implementación de las medidas para evitar que más pacientes resulten afectados.
Desde el inicio de este brote en octubre del año pasado se han registrado 53 personas con la enfermedad, por lo que en esta zona de la capital quindiana se hacen labores de vigilancia con toma de muestras y búsqueda de individuos afectados por la sintomatología.
La coordinadora de vigilancia de salud pública en el departamento, Ana Cecilia López Vidal, explicó que este brote se ha mantenido en el mismo sector donde se encontró inicialmente y que la presencia del vector transmisor, las hembras del mosquito de género Anopheles, se puede considerar como baja.
En esto también ha jugado un papel fundamental el desempeño de las autoridades en salud de Armenia y el Quindío, las cuales han implementado acciones de control y reordenamiento ambiental para evitar que existan lugares aptos para que se crien estos insectos.
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La transmisión es posible que se haya dado por el desplazamiento de la población afectada a lugares donde ya existe la malaria, como es el caso del vecino departamento de Risaralda donde se presentó un brote en 2022. Allí pudieron ser picados por el mosquito transmisor y contagiarse; aunque es importante aclarar que en el Quindío también existe el vector Anopheles.
A pesar de que el tratamiento es gratuito, la Secretaría de Salud de Armenia ha hecho una entrega muy controlada de los medicamentos, ya que sus funcionarios se aseguran de que el paciente sí los tome, para evitar la propagación de la enfermedad.
El insecto transmisor puede permanecer oculto durante el día en el interior de las viviendas y picar a las personas en las noches, lo cual ocasiona que su sangre se infecte y empiece a experimentar síntomas como fiebre y escalofríos, cuando el parásito ingresa al torrente sanguíneo e infecta los glóbulos rojos.
Estos se rompen en un lapso que va de las 48 a las 72 horas y a su vez infectan más glóbulos rojos; mientras que los síntomas en los pacientes afectados pueden aparecer en un tiempo de 1 a 4 semanas por lo general.
Para el tratamiento adecuado de esta enfermedad surgen dificultades serias, como las que se presentan en algunas regiones del mundo con clima tropical y fallas graves en los sistemas de salud y control, donde los mosquitos llegan a desarrollar resistencia a los incsecticidas y antibióticos, por lo que se propagan rápidamente los contagios entre sus habitantes.
Se pueden presentar algunos síntomas como anemia, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, náuseas, vómito y dolor muscular, entre otros; por lo que se puede requerir hospitalización con soporte de oxígeno, líquidos intravenosos y fármacos como la cloroquina.
De acuerdo con lo que informa la Organización Mundial de la Salud, (OMS), la Estrategia Técnica Mundial de Malaria para el periodo 2016 - 2030 busca la reducción de las tasas de incidencia y mortalidad por la enfermedad en un 75 por ciento como mínimo para el año 2025; mientras que para el 2030 se busca reducirla en 90 puntos porcentuales.
Las estadísticas muestran que el 80 por ciento de las muertes por malaria se registran en niños con menos de 5 años, mientras que los otros fallecimientos corresponden a pacientes con menos de 10 años y mujeres embarazadas.
Existen países con una tasa de incidencia en las consultas por salud que llega al 40 por ciento, aunque se estima que muchos pacientes no acuden a los centros especializados para recibir el tratamiento y terminan perdiendo la vida en cuestión de días o semanas.