Cambio climático
Así se vivió en la Costa Caribe el golpe de calor que sobrepasó los 53 grados de sensación térmica, una cifra récord: “Era un infierno”
Cartagena, Barranquilla y varios municipios del Caribe colombiano tuvieron temperaturas de hasta 53 grados de sensación térmica. Nunca antes se había registrado. Bebés y perros fueron los más afectados.


Durante varias horas el pasado sábado, el aire quemaba, las paredes sudaban y el suelo cartagenero en el sector de Mamonal parecía un brasero. Aunque sus habitantes están acostumbrados al sol, al calor, lo que vivieron, aseguran, fue histórico.
La temperatura en esa ciudad llegó hasta una sensación térmica de 53 grados centígrados, algo nunca antes registrado en Cartagena ni en ningún otro rincón del Caribe.
De acuerdo con el Ideam, las zonas donde también se presentaron altas sensaciones térmicas fueron Tucurinca, Magdalena, con 54 grados centígrados; Bosconia, Cesar, con 50 grados; Cereté, Córdoba, con 49 grados; Barranquilla, Atlántico, con 48 grados; Plato, Magdalena, con 46 grados, y Santa Marta, Magdalena, con 42 grados.

En la capital de Bolívar, ni el mar brindaba ese alivio que las personas querían sentir. En cada esquina de la ciudad se sentía un mismo rumor: algo no está bien. No era solo el calor habitual del Caribe. Esto era otra cosa. Esto fue un golpe de calor llegado de otra vida.
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Jhonatan Arnache Barrera, veterinario y especialista en medicina interna para perros y gatos, conversó con SEMANA y aseguró que recibió a varios pacientes golpeados por el calor infernal que había en Cartagena. Dijo que la sala de urgencias, que es poco lo que se puede llenar, ese día estaba más movida de lo normal: había emergencias por la temperatura.
“Varios pacientes llegaron afectados, lastimosamente, por la temperatura, con diagnósticos de golpe de calor”, relató.
Según Arnache, aun cuando su ciudad es calurosa, nunca había visto lo que se registró el sábado 10 de mayo. Uno tras otro, los perros ingresaban con síntomas de descompensación: jadeo constante, lengua morada, ojos vidriosos.
“Los perritos no sudan como los humanos. Ellos disipan la temperatura por medio del jadeo. Y, cuando jadean sin parar, es porque su cuerpo está colapsando por dentro. En veterinaria se le conoce como hipertermia severa, pero para los propietarios fue un infierno en la Tierra”, dijo.
Contó que varios casos llegaron a su atención. Dos lograron estabilizarse, pero uno, un perro pitbull, no sobrevivió porque había llegado en estado crítico. “Era un paciente braquicefálico, con el hocico chato. Esto lo hacía más vulnerable. Llegó en shock, con el hígado y los riñones comprometidos. Pese a todo el protocolo médico, falleció horas después”.
La voz de Arnache se entrecorta al recordar todo lo que le tocó hacer para mantenerlo con vida y que sus dueños pudieran disfrutarlo mucho más tiempo. “Lo intentamos todo: enfriamiento con hielo, aire acondicionado, hidratación intravenosa, pero el daño ya estaba hecho”.
Aunque solo fue uno el que murió, para él es símbolo de algo mayor: una ciudad que no estaba preparada para proteger ni a sus animales ni a su gente. Lo sucedido no fue solo una tragedia veterinaria, fue una crisis ambiental con impactos humanos directos.
Entretanto, Santiago Peñaranda, padre de una bebé, lo vivió desde su casa y dijo que la temperatura desató un completo caos. “Tenemos un clima caluroso y húmedo. Implica prender el aire acondicionado más veces en el día y en la noche. Eso aumenta el consumo de energía y también empieza a ser un problema de ciudad, no solo individual”.
Y no exageraba: en su barrio y otros sectores de Cartagena hubo fallas eléctricas por sobrecarga de transformadores. “Es una bomba de tiempo. Tener una crisis energética y una crisis climática al mismo tiempo puede terminar muy mal”.

Las dos batallas
En la casa de Peñaranda, cada vez que alguien enciende el aire acondicionado, hay un suspiro de alivio y otro de preocupación. “Sabemos que la factura se va a disparar, pero no hay de otra. El bienestar de mi hija está primero. Lo que sacrificamos en mercado o entretenimiento lo invertimos en no morir de calor”.
Por su parte, Luisa Fernanda Marriaga, vecina del barrio Parque Heredia, ofreció una escena igual de desesperante estando en su lugar de residencia mientras se alista: “Salgo del baño y ya estoy sudada. Me toca bañarme otra vez. El maquillaje se me derrite. Es insoportable”.
Marriaga indicó que el tema del clima se ha convertido en una batalla con la que aún no se acostumbra, pero lo peor fue lo que vio en el Transcaribe: “Una mujer se desmayó del calor. Iba de pie, sin aire, sin agua. Fue horrible. Todos estábamos empapados de sudor, pero ella simplemente colapsó”.
La escena, aunque impactante, no fue aislada. En redes sociales se reportaron múltiples casos similares: adultos mayores desorientados y niños irritables por el bochorno.
El golpe de calor dejó huellas en todos los frentes: humanos, animales, eléctricos, psicológicos. La ciudad se partió en dos: los que pudieron protegerse en viviendas con aire y los que quedaron a merced del sol inclemente, en terrazas, buses, callejones o casas con techos de zinc. En muchos barrios, como el Olaya Herrera, el panorama fue bastante complicado. “En un sector, solo 4 de 44 vecinos pagan el recibo de la luz. Los demás están colgados o tienen conexiones ilegales. ¿Cómo va Afinia a mantener un transformador en esas condiciones?”, cuestionó Peñaranda.

Los residentes de Cartagena aseguraron que, así como subía la temperatura, las fallas de la energía eléctrica se conocían en los barrios, pues el sistema se estaba sobrecargando. Las autoridades de salud emitieron recomendaciones por medio de las redes sociales para que las personas tomaran los cuidados necesarios y no se expusieran ante el inclemente sol.
El veterinario Arnache cerró su testimonio con un llamado contundente: “Hay que entender que esto puede repetirse. No es una anécdota, es una advertencia. Si no aprendemos a proteger a nuestros animales y a nosotros mismos, vendrán episodios peores y no todos saldrán vivos de ellos”.
La ciudad ardió. Cartagena sudó hasta el alma. Y aunque el calor bajó unos grados, quedó una verdad sofocante: el cambio climático es una completa realidad que golpea al Caribe colombiano.
Frente a este panorama, el Ideam lanzó varias recomendaciones que incluyen evitar la exposición al sol durante las once de la mañana y las cuatro de la tarde, y mantener una hidratación constante.
“La temperatura del aire se prevé que registre anomalías que podrían alcanzar hasta 1,5 grados centígrados por encima de los valores históricos. Es importante resaltar que para esta época del año suele aumentar la incertidumbre de los modelos meteorológicos, debido a una condición conocida como la ‘barrera de la primavera’”, subrayó el Ideam en un comunicado. De acuerdo con la predicción climática para junio y julio, se han comenzado a vislumbrar condiciones más cálidas y secas de lo habitual en amplias zonas del país, influenciadas por el estado oceánico a nivel global y regional, así como por la transición hacia condiciones ENSO-neutro y variaciones en la oscilación de Madden y Julian.