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Así habría sido asesinado el esmeraldero Pedro Aguilar, luego de salir de una misa en su propia casa. Todo estaba planeado
El esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, más conocido como Pedro Aguilar, también trabajaba en el sector de seguridad. El disparo mortal, al parecer, le fue propinado cuando salió a despedir al sacerdote que dio una eucaristía en su casa.
El reconocido esmeraldero y empresario boyacense del sector seguridad, Juan Sebastián Aguilar, más conocido como Pedro Aguilar, había acabado de recibir la santa bendición cuando fue asesinado.
Según hipótesis iniciales, un francotirador parapetado desde la montaña le habría propinado un disparo fulminante en el pecho que acabó con su vida, exactamente a las 5:30 de la tarde. El disparo, según las versiones iniciales y no confirmadas, fue con un poderoso fusil con la capacidad de atravesar el blindaje de los vidrios de la camioneta.
SEMANA confirmó con las autoridades lo que ocurrió en el lujoso conjunto residencial Bosques de Marqués, sobre la calle 138, arriba de la carrera séptima, enclavado en las montañas de la capital, desde donde el asesino, un tipo seguramente entrenado que no dejó nada a la ligera, habría realizado el disparo de precisión. Sin embargo, la noticia del fallecimiento se conoció más tarde en el Centro Médico Los Cobos, a donde fue trasladado para tratar de salvar su vida.
El alcalde Carlos Fernando Galán y autoridades judiciales y de policía dan detalles del asesinato del esmeraldero 'Pedro Aguilar' a manos de un francotirador, cuando salía de una misa en su casa. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/mDPQS2IITa
— Revista Semana (@RevistaSemana) August 8, 2024
La muerte de Aguilar estaba planeada, según las pesquisas, y se seguían milimétricamente sus pasos; los asesinos sabían que iba a estar en su casa, una vivienda que pocos conocían y a la que se había pasado hace apenas un mes.
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Justamente, el miércoles festivo, 7 de agosto, Aguilar había llegado sobre la 1 de la tarde exacta al conjunto Bosques de Marqués, porque tenía un almuerzo familiar y una cita inaplazable: en su casa lo esperaba un sacerdote. El motivo, su vivienda era tan nueva que quería que le dieran la bendición católica.
Mientras compartía el almuerzo, en el que estuvo rodeado por sus personas más cercanas, celebraron la multimillonaria compra, cuyo monto puede superar los 5.000 millones de pesos; supuestamente, un francotirador no quitaba la mirada de encima desde los cerros orientales de Bogotá. Era invisible y además, muy difícil de detectar y capturar.
Pasaron varias horas, en la casa se dio la solemne eucaristía y la bendición; agradecido, Pedro Aguilar salió hasta la puerta de su casa para recibir la bendición del párroco, se subió a su camioneta y fue ahí cuando recibió el impacto que las autoridades catalogan de “arma larga”.
No se trata de una simple escopeta, lo que les da la certeza a las autoridades de que hubo una fuerte logística e inteligencia detrás del crimen, el arma era de tal precisión y poder que atravesó el blindaje de los vidrios de la camioneta de Aguilar, para impactarlo de manera mortal.
La reacción de su esposa, que lo acompañaba y el cuerpo de seguridad del esmeraldero fue inmediata, lo montaron en una de las camionetas blindadas, y lo llevaron hasta la Clínica Cobos, a unas cuadras de los hechos, pero parecía que era muy tarde.
El reporte médico señala que Aguilar “ingresó con herida de arma de fuego en el tórax anterior izquierdo, con salida por el tórax posterior derecho. Además, el paciente estaba en paro respiratorio”. La situación era tan compleja que a los pocos minutos murió.