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Recordando a Orlando Sierra, Corte Suprema confirma condena a Ferney Tapasco

Quien fuera uno de los políticos más poderosos de Caldas fue condenado por el homicidio del subdirector del diario 'La Patria' en 2002.

12 de diciembre de 2018

Lo que más le duele a Fernando Ramírez, editor del periódico La Patria, cuando recuerda a su maestro Orlando Sierra es que lo que más le gustaba era vivir. Se pensaba cada pedacito de vida. Tal vez porque fue un filósofo en una redacción, y un poeta, y sobre todo un periodista. Dicen los que lo conocieron que le gustaba tanto vivir que muchas veces enloquecía.

Sus colegas han vuelto a recordarlo, tal vez con mayor intensidad, pues sus enseñanzas las aplican todos los días. Este martes, la Corte Suprema de Justicia ratificó el fallo en el que se condena a Ferney Tapasco a 36 años por este homicidio.

Orlando Sierra había acabado de almorzar con su hija Beatriz Eugenia el 31 de enero de 2002. Decidieron caminar por el centro de Manizales hasta que llegaron a la calle 20 con carrera 20, cerca de la redacción del periódico La Patria donde se desempeñaba como subdirector. De repente un joven se cruzó en el camino de ambos, levantó su arma calibre 7.65  y disparó contra el cuerpo del comunicador en varias ocasiones.

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Orlando Sierra padeció durante dos días en la cama de un hospital hasta que un choque neurogénico y una hipertensión endocraneana aguda apagaron su vida, como consecuencia de graves laceraciones cerebrales.

La Policía no duró mucho en atrapar a Luis Fernando Soto Zapata, el autor material del homicidio. Y luego la Fiscalía identificó a Luis Arley Ortiz Orozco y a Luis Miguel Tabares Hernández como partícipes de la comisión del delito. Una vez un fiscal encontró material probatorio, se vinculó a Ferney Tapasco González como posible autor intelectual del homicidio. 

El político, uno de los más poderosos de su departamento, fue capturado en 2015, en ese año se le vio con la imagen descuidada que nunca había mostrado: canoso y barbudo. Fue tal la sospecha, que recién ocurrió el asesinato muchos pusieron los ojos sobre el político, pues caían sobre él señalamientos por corrupción.

"Yo creo que básicamente (el fallo) sí ratifica lo que ya se había dicho. Que ocho magistrados de la sala plena de la corte coincidan en que haya méritos, que era lo que había puesto en duda el abogado de la demanda. Creo que es importante porque le da la razón que no eran comentarios de oído sino que realmente hay pruebas", dijo Fernando Ramírez, actual editor de noticias de La Patria de Manizales y aprendiz de Orlando Sierra.

En la decisión queda claro que las columnas que Sierra publicaba incitaron a que Tapasco ordenara el asesinato. Pues lo vinculaban con casos de corrupción, vínculos de familiares en contratos estatales, y su gestión por preservar los intereses de su hijo Dixon Ferney Tapasco, quien en su momento enfrentaba una pérdida de investidura. 

Flavio Restrepo Gómez declaró que Orlando Sierra sabía quién lo iba a matar. 

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"Me manifestó que él sabía quién lo iba a matar y me dijo que Ferney Tapasco lo había amenazado verbalmente, varias veces me manifestó que tuviera prudencia al escribir", expresó Restrepo, quién fue columnista de ese diario por la época del asesinato.

En 2007 Luis Eduardo Vélez Atehortúa llegó a la redacción de la revista SEMANA para relatar cómo vinculaba a políticos poderosos de Caldas con el asesinato de Sierra. "Yo estaba con don Ferney y Dixon (Tapasco) un martes, cuando Ferney cogió el periódico y dijo: a ese hijueputa de Sierra no quiero verlo vivo mañana a la hora del almuerzo. Dixon dijo: hay que salir de ese problema de una vez. Al otro día mataron al periodista".

Poeta, periodista, filósofo y amante de la vida

Cuenta Carlos Augusto Jaramillo que recién llegado a la redacción estaba "piedro" porque Orlando Sierra le cambiaba palabras a sus textos sin consultarle. Sierra sin pena ni gloria salió de su oficina y le ordenó a Jaramillo que le desgrabara una entrevista, "nadie quiere desgrabar la entrevista de otro", apuntó Fernando Ramírez. Una vez el texto estuvo listo, el subdirector sentó a su lado a Jaramillo y comenzó a editar; a quitar y a poner; con toda la paciencia del mundo. Jaramillo cuenta que esa fue una de las lecciones de periodismo que no podrá olvidar.

Oswaldo Hernández, editor de deportes de La Patria, dice que parecía desordenado. "Pero tenía un olfato periodístico absolutamente bueno y sabía con precisión cuál era del hilo de una información", afirma. 

Fue filósofo, y se enamoró del periodismo, "se enloqueció" dicen los que lo conocieron. Pues en sus manos siempre cargaba algún tomo del nuevo periodismo, algún libro de algún veterano o conversaba sobre nuevas teorías. 

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"Tenia garroteras de esas terribles, quería corregir todo a zapatazo limpio porque le llevábamos la contraria, y sacaba el tarro de milanta proque le daba gastritis porque habíamos puesto un titular con mala ortografía", recuerda Ramírez.

Pero su faceta de filósofo nunca la abandonó. Fue un pensador adentro y fuera de la redacción. Una vez lo encontraron despedazando un libro en un basurero, le gritaron que por más Paulo Coelho que fuera a alguien le interesaría leer ese libro. "¡No, no, no, yo no puedo causarle eso a alguien!", respondió enaltecido. Tal vez sabía que a alguien se le podía ir un pedazo de vida leyendo algo que él creía que era pérdida de tiempo, en su cabeza creía que le salvaba a alguien horas valiosas de su vida. "Sierra amaba la vida".

Pero también fue poeta, "excelente" lo recuerdan muchos. En 1991 ganó el segundo premio de poesía de la Casa de Poesía Mejía Mejía. Entre sus pocos versos publicados en internet se nota su interés por abordar la muerte, el amor sin cursilería, todo acompañado con referencias a la música. 

Puedo ser lo peor
simplemente porque soy tan frágil
como una luciérnaga
atrapada en un puño

En la redacción de La Patria el espíritu de Sierra ha resucitado con más brillo por estos días. Ahora los que fueron sus jovenes reporteros les han pasado los años en la redacción y tienen el cargo de editores. Una generación que lo tiene como el guía que lideró la modernización del periódico, cuando el oficio parecía una causa perdida para muchos "él vió la oportunidad de convertirlo en un periodismo moderno". En su casa se quedaron muchos periodistas que llegaron de Medellín o Bogotá mientras lograban ubicarse. "No conocí hombre más noble que él", dijo uno de sus pupilos.