Análisis
¿Cuál es la educación que queremos para Colombia? Este es el gran diálogo nacional que lidera el Ministerio de Educación
Con la participación de representantes del sector y pronto también de padres de familia y estudiantes, se avanza en una discusión profunda sobre lo curricular. Un debate que se había postergado.
No podemos seguir reproduciendo una escuela distanciada de la cotidianidad del mundo; no podemos aceptar una escuela que reproduzca las inequidades, desigualdades y discriminaciones que se observan en la sociedad. Parafraseando la conocida expresión de Einstein: no podemos seguir con la educación que tenemos y esperar que la sociedad cambie.
Lo anterior no implica desconocer los aciertos y avances previos, pero sí consolidar una educación que no esté en función de los resultados en pruebas estandarizadas, sino del bienestar de todos los miembros de las comunidades educativas. En suma, una educación que se preocupe por la vida y la humanidad.
Una transformación profunda de la educación involucra una gran reflexión colectiva de toda la sociedad sobre las preguntas fundamentales de la educación, por ejemplo: ¿Qué ciudadano queremos formar? ¿Qué vida queremos para nuestros niños, niñas, jóvenes y adolescentes? ¿Cuál es el rol de la Escuela?
Aunque estas preguntas tienen algunas respuestas en la Constitución Política de Colombia y la Ley General de Educación, también es necesario comprender que la educación debe responder a los contextos actuales. Después de la pandemia mundial, las sociedades tenemos la imperiosa necesidad de volver a esas preguntas fundamentales y abrir una discusión amplia, pluralista y franca. Desde el Ministerio de Educación Nacional (MEN) estamos liderando esta conversación en la Mesa Consultiva de Alto Nivel sobre Currículos para la Justicia Social; una discusión sobre las preguntas fundamentales de la educación que se traduce en últimas en un diálogo curricular.
Tendencias
Las sesiones de esta mesa han contado con la presencia de la mayoría de los convocados, entre los que tenemos representantes del sector educativo como María Isabel Afanador (Ascofade), Eliana del Carmen Hernández (Asonen), Paula Andrea Pérez (Redes y colectivos de docentes), así como reconocidos profesores e investigadores en el campo curricular como Juny Montoya y Fabio Jurado y de expertos en educación como Julián de Zubiría y Carolina Soler. También es preciso mencionar el importante rol de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), que nos ha acompañado en el diseño, desarrollo y sistematización de las Mesas Consultivas de Alto Nivel. Esta mesa seguirá sumando la presencia de otros actores del sector tales como las familias y los estudiantes; además, se desarrollarán espacios de construcción regionales con el fin de escuchar y tener en cuenta las voces de los territorios en el empeño de consolidar nuestro relato de nación a través de una educación diferente.
La discusión sobre el currículo para la justicia social implica, por un lado, poner en el centro la pregunta por cuál es la educación que queremos para Colombia y, por otro lado, el currículo para la justicia social abre el debate sobre cuáles son los aprendizajes fundamentales que les permitan a los estudiantes ser y hacer parte del mundo actual a la vez que la escuela se convierte en un lugar fundamental para construir conciencia social sobre las situaciones de inequidad, desigualdad y discriminación.
De allí que “repensar y discutir sobre lo curricular es impostergable, en tanto que allí se consignan los fines de la educación, los cuales se traducen en procesos de enseñanza, elementos didácticos, como en los criterios y formas de evaluación de los estudiantes”, como bien precisó el profesor De Zubiría durante la última sesión de la mesa.
El debate sobre lo curricular ha sido prácticamente nulo en el país por varias décadas, y este es el momento para romper ese silencio. Lo anterior implica que, como bien lo señaló Eliana, presidenta de Asonen, el país debe tener una comprensión sobre qué se entiende por currículo y que este sea en clave de justicia social; además, es esencial comprender las complejidades de la actual estructura curricular que tiene el país.
Caos curricular
Recordemos que en Colombia existe autonomía escolar a partir de la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), lo que se traduce en que no tenemos un currículo oficial único como ocurre en otros países; en contraste, el MEN es responsable de establecer los lineamientos curriculares (decreto 1860 de 1994) y las instituciones educativas de crear los currículos contextualizados según las necesidades de sus estudiantes. La autonomía curricular, además de ser una conquista del magisterio y de los establecimientos educativos, supone una gran responsabilidad de los docentes respecto al diseño, implementación y evaluación de los currículos en cada escuela, como bien recordaba el profesor Fabio Jurado en el desarrollo de la mesa.
A lo largo de las últimas tres décadas se ha creado un entramado complejo: Lineamientos Curriculares (1998-2000), los Estándares Básicos de Competencias (2003), las Orientaciones Pedagógicas (2010), los Derechos Básicos de Aprendizaje (2015) y, lo más reciente, las Orientaciones Curriculares (2019-2020). Un entramado que, sin embargo, no ha logrado crear una articulación entre las diferentes disposiciones ministeriales. Esta situación complejiza la labor docente y reduce la posibilidad de una sinergia curricular.
La desarticulación y desactualización de los asuntos curriculares, lo que algunos críticos podrían llamar ‘el caos curricular’, plantea problemas sobre la manera en la que se materializa el derecho a la educación. Muchos docentes perciben que no existe claridad sobre cómo integrar y hacer uso de los instrumentos de planeación curricular y no son pocas las instituciones educativas que tienen dudas sobre cómo acoger la normativa.
Este complejo panorama ha estado acompañado del poco debate serio y abierto sobre el asunto curricular, el cual se había tornado en un asunto casi ideológico. Este silencio ha rezagado por décadas el desarrollo curricular en nuestro país, así lo evidencia la ausencia de investigación sobre el tema. Juny Montoya, investigadora y académica, afirma en su libro El campo de los estudios curriculares en Colombia (2016) que “lo que está bastante claro es la ausencia de estudios sistemáticos sobre el currículo y la pedagogía en la universidad”.
*Viceministro de Preescolar, Básica y Media