Atlas del Nazismo
Cuando Colombia sintió los tiros de la Segunda Guerra Mundial
El 23 de junio de 1942, un submarino alemán hundió la goleta Resolute a 35 millas de San Andrés. Roamar y Ruby fueron otras dos embarcaciones colombianas atacadas por el Reich.
“Los tiros ya nos están tocando muy de cerca”. Eso dijo el bogotano Nerbando Rincón cuando el diario El Tiempo preguntó a algunas personas qué pensaban del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Para una época en que no existían la televisión ni los celulares y la difusión de la imagen solamente se hacía por los periódicos o revistas o en los noticieros de cine, la descripción fue muy gráfica.
El gobierno del presidente Eduardo Santos, propietario de El Tiempo, rompió tras Pearl Harbor relaciones diplomáticas con los países del Eje, como se llamó la alianza entre Alemania, Japón e Italia. Todas las repúblicas latinoamericanas hicieron lo mismo, salvo Chile y Argentina. Algunos países le declararon la guerra al Eje, pero no Colombia. “No hemos de declarar la guerra a nadie que no quiera agredirnos directamente y que no pretenda hollar nuestro territorio”, proclamó Santos. Aun cuando los submarinos alemanes agredieron directamente a Colombia el año siguiente, Santos no declaró la guerra al Reich. Colombia poseía armas anticuadas y escasas. No podía declarar la guerra ni a sus vecinos.
El 23 de junio de 1942 Colombia vio de frente la cara de la guerra y oyó los tiros muy de cerca. Un submarino alemán hundió la goleta Resolute a 35 millas de San Andrés. El submarino emergió a treinta metros de la goleta. El capitán, Joseph Alban McLean, ordenó izar la bandera colombiana. Eran las 9 o 10 de la mañana. Dos tripulantes recibieron disparos mientras izaban la bandera. Como los tiros venían de estribor (costado derecho), se dirigieron a babor, colgándose de la borda de la goleta, el cocinero Ignacio Baker, el marinero Colbrook Archbold, el ayudante de cocina Clifford Grant y los pasajeros Tomás Steele, su esposa Lucy Steele y su pequeño hijo Alberto, de año y medio. El submarino dio la vuelta y los ametralló por la espalda. Las víctimas cayeron al mar. Luego, los alemanes lanzaron contra la goleta tres granadas de mano que la destrozaron, hundiéndola en segundos.
Se salvaron los pasajeros Doris Fox y Misael Santana, los marineros Manoah Hawkins y James Newball, el contramaestre Garmen García y el capitán. Todos eran ciudadanos colombianos, menos el nicaragüense ayudante de cocina. Nadaron mientras los alemanes ametrallaban el bote salvavidas, que Fox había lanzado al agua. Remaron hasta San Andrés, donde llegaron al atardecer. Los alemanes no los persiguieron porque un avión de nacionalidad desconocida apareció súbitamente lo que hizo que la nave atacante se sumergiera. El bote salvavidas tenía 30 perforaciones, que los sobrevivientes sellaron con pedazos de ropa.
La Resolute había zarpado de Cartagena el 6 de junio, con carga y pasajeros para el archipiélago. El 14 divisaron dos botes salvavidas en que viajaban cinco oficiales y 25 marinos británicos, sobrevivientes de un ataque contra su barco. Fueron rescatados por un convoy americano.
“¿Comedia gringa?”
Santos y el ministro de Relaciones Exteriores, Luis López de Mesa, protestaron ante el Reich por medio del gobierno suizo, que representaba los intereses colombianos después de la ruptura de relaciones diplomáticas. Afirmaron que no existía “fin legítimo de guerra ni de ninguna otra naturaleza que justificara la agresión.” Se ordenó trasladar al interior del país a los ciudadanos del Eje residentes en departamentos costeros.
Alvaro Gómez Hurtado, que tenía entonces 23 años y era germanófilo, por decir lo menos, presentó el hundimiento en la Revista Colombiana, de la cual era codirector, como una comedia montada por los Estados Unidos para indisponer a la opinión pública colombiana contra Alemania. El Reich no tenía interés es ametrallar a la mitad de la tripulación y salvar la otra mitad, según Gómez Hurtado. El gobierno americano sí, para que los sobrevivientes dejaran un testimonio.
Las hipótesis
Años después de terminada la guerra se comprobó por la bitácora que el U-boot U-172, con 34 tripulantes abordo, hundió la goleta Resolute. El mes anterior, mayo de 1942, el submarino había hundido en el Caribe siete barcos petroleros y mercantes con tonelaje promedio cien veces superior al de la goleta.
Las sospechas recayeron sobre James Rankin, el isleño dueño de la Resolute. Estaba en la Lista Negra que los Estados Unidos promulgaron en julio de 1941 para bloquear los negocios de los alemanes, italianos y japoneses residentes en las repúblicas americanas y de sus simpatizantes. Rankin era cuñado de Karl Regnier, alemán detenido en San Andrés y confinado en Bogotá. Regnier, miembro del partido nazi colombiano, se suicidó en Bogotá el 30 de diciembre de 1943.
Por la declaración que rindió el capitán de la goleta ante las autoridades navales americanas en Balboa, Zona del Canal, se sospechó que Rankin tenía negocios con los alemanes de los submarinos y que los aprovisionaba de petróleo y otros suministros. El incumplimiento de un negocio habría sido la causa del ataque y de que la agresión se hubiera realizado no con torpedos sino a plena luz del día para que las víctimas supieran quién les disparaba. Tal vez los alemanes pensaron que Rankin se encontraba abordo.
Un antropólogo americano que vivió en Providencia tres lustros después, relató en un libro que un contrabandista isleño llamado Jenkins (personaje basado en Rankin) traía en sus barcos barriles de petróleo que enterraba durante la guerra en la playa y que los desenterraba para venderlos a los sedientos submarinos alemanes que esperaban más allá de los arrecifes.
Roamar, segunda goleta hundida
Un mes después, el 22 de julio de 1942, la goleta Roamar, de 110 toneladas, que también había zarpado de Cartagena hacia San Andrés y Providencia, fue hundida cerca del archipiélago. No quedaron vestigios ni hubo sobrevivientes. Santos y su canciller no protestaron ante Berlín pero sí afirmaron que “Puede deducirse que su pérdida fue obra también de un submarino alemán.” La bitácora del U-505 confirma que el gobierno no estaba equivocado.
En 1945 se dictó una ley que disponía lo siguiente: “Los daños y perjuicios causados a los colombianos en sus personas o en sus bienes, con motivo de la guerra provocada por el Reich alemán, serán pagados por el Estado colombiano de los fondos que se hallen en fideicomiso en el Fondo de Estabilización.”
Con base en esa disposición, el Consejo de Estado ordenó años más tarde indemnizar a los dueños de la Roamar con fondos de alemanes, italianos y japoneses, a los cuales el Fondo de Estabilización manejado por el Banco de la República, les expropió sus casas, cuentas bancarias y empresas.
La goleta Ruby
Durante la guerra otra goleta colombiana cuyo nombre también empezaba por la letra erre naufragó en el Caribe. La goleta Ruby, de 39 toneladas, fue hundida por el submarino U-516 el 17 de noviembre de 1943. El insuceso ocurrió a la una de la mañana. Murieron 4 personas ametralladas por fuego alemán y quedaron heridas 7, todos colombianos. Los sobrevivientes flotaron dos días en un cayuco hasta cuando una nave los recogió y los llevó a Colón, donde les extrajeron granada de metralla.
No existiendo una causal bélica que explique el hundimiento de la Roamar y la Ruby, se puede suponer que diferencias comerciales entre isleños y alemanes, fueron la causa de la agresión. Le dio cabida a esa versión Samuel Eliot Morison, famoso historiador naval, en su historia de las operaciones navales de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Había submarinos que reaprovisionaban a los U Boat de combate pero no habiendo puertos amigos donde los U-boot pudieran reaprovisionarse de combustible en el Caribe, la única opción eran los contrabandistas que escondían barriles de petróleo en la arena.
Los submarinos tenían un radio de acción de entre 11 y 13 mil kilómetros. La distancia entre el Caribe y sus bases en Europa consumía casi todo el combustible en un viaje de ida y vuelta, sin contar las necesidades adicionales de petróleo para la misión bélica en el trópico.
Laureano Gómez puso en duda la versión oficial que acusaba a un submarino alemán por el hundimiento de la Ruby. Tal vez ese hecho pesó también en la decisión del presidente encargado, Darío Echandía, de declarar que Alemania había llevado a Colombia al estado de beligerancia: “El Gobierno alemán ha ejecutado contra la Nación Colombiana una serie de agresiones que tienen el carácter de actos de guerra no provocados, colocándose así en una situación de beligerancia respecto de la República de Colombia.” El estado de beligerancia no existía en la Constitución pero sirvió como eufemismo para no decretar la guerra. Esa forma oblicua de interpretar los acontecimientos la volvió a emplear Darío Echandía en 1953 cuando consideró que la toma del poder por el general Gustavo Rojas Pinilla no fue un golpe de Estado sino un golpe de opinión.
En los archivos de la época no hay constancia de que el gobierno hubiera conocido el origen del hundimiento de las goletas. Tenía por lo tanto que suponer que era una agresión monda y lironda contra Colombia.