Cundinamarca, un espacio de biodiversidad en el centro de Colombia

Si usted le dice a un turista que cerca de la capital de la República encuentra osos de anteojos, cóndores, tigrillos, zorros, cientos de especies de colibríes, babillas y frailejones, bromelias, cultivos de flores de todo tipo hasta santuarios arqueológicos de unas dimensiones exacerbadas, sencillamente esa persona será escéptica porque resulta difícil de imaginarlo. Pero tiene toda la veracidad del caso.

El departamento de Cundinamarca, anclado en el corazón del país, que custodia a Bogotá por todos los puntos cardinales, es uno de lo más biodiversos del país y, hace muchos años, en este se concentró la más grande expedición botánica de esta parte del mundo que, además, documentó más de 20.000 especies vegetales y al menos unas 7.000 animales.

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Esa tarea la hizo el botánico José Celestino Mutis y por eso el Jardín botánico de la capital lleva su nombre.

Si bien el paso de tiempo y el abuso del hombre en los territorios, entre otros aspectos, ha disminuido potencialmente el número de estas especies animales y vegetales: ¡es verdad! En Cundinamarca aún perduran miles de ejemplares en estado natural. No hablamos de que estén salvaguardados en zoológicos.

Basta con ir al Parque Chingaza o a La Calera (por la salida norte de la Carrera 7ma) y podrá ver a algunos metros de distancia el Oso de anteojos, un mamífero de tamaño mediano en comparación con otros osos, que mide entre 1,30 y 1,90 m de alto, y pesa en promedio entre 80 y 125 kg, de hábitos diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres y trepadores, su alimentación es predominantemente vegetariana.

Otra animal increíble en el territorio cundinamarqués es el Venado de cola blanca, que en las tierras bajas y cálidas es de coloración amarillenta o rojiza y en las tierras altas y frías es de color pardo grisáceo. La punta de la cola es blanca, lo que le sirve para batirla como señal de alarma. Los machos presentan cornamentas ramificadas e inclinadas hacia atrás. Es rumiante y herbívoro. Busca entre la vegetación para consumir hojas, frutos y semillas.

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Si vamos a climas más templados como Fusagasugá, Arbeláez, San Bernardo, Silvania (autopista sur, por Soacha) entre otros, encontramos miles de tipos de flores e insectos que cumplen la función de la polinización, pero además el Colibrí estrella del bosque, que habita en la Cordillera Central y Oriental. Se extiende desde Cundinamarca hasta el suroriente de Nariño. El macho mide 8,5 cm de longitud y la hembra alcanza 7,5 cm. El pico tiene unos 17 mm de largo. El plumaje de la parte superior es de color verde brillante y presenta una mancha blanca detrás de cada ojo.

En cuanto a riqueza arqueológica, a solo una hora 40 minutos, por la salida occidental de la 80, ubicamos a Facatativá y su despampanante Parque arqueológico (antes llamado Piedras de El Tunjo) en el que se conservan abrigos rocosos con un sinnúmero de pinturas rupestres que componen un importante patrimonio arqueológico. Es valioso por el patrimonio pictográfico que alberga y por ser una reserva natural que evidencia la riqueza ambiental de la región.

Y así, cada rincón de Cundinamarca nos expresa con sus habitantes naturales que es una región impetuosa y exuberante. Para exaltarla y no dejarla en el anonimato llega el Festival ‘A vuelo de cóndor’, un recorrido de tres meses por las entrañas del departamento.

Es una iniciativa de SEMANA, la Gobernación de Cundinamarca, con su marca regional ‘Cundinamarca, El Dorado, la leyenda vive’, y Cine Colombia. En alianza con: Fuerzas Militares de Colombia, Amarilo, Aguardiente Néctar y Ron Santafé. Con el apoyo de: ETB, Parque Jaime Duque, De Todito y Margarita.

Serán 90 días de recorrido y un inventario de aventuras para conocer esta región como nunca antes la había visto.

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