Foto: Extracto de Sigaudiovisual | Foto: Archivo particular

CRIMEN

El asesinato absurdo de Juan Manuel Campo, biólogo de la Nacional

Era un amante de la madera que sembró miles de semillas durante su vida y un apasionado de la fotografía. Llevaba una cámara de la que no se soltó en el momento en que lo atracaron dos desconocidos en la avenida NQS.

21 de octubre de 2017

A Juan Manuel Campo Kurmen lo mataron por tratar de robarle su cámara fotográfica, el domingo 15 de octubre, en el puente de la carrera 30, cerca de la estación de TransMilenio Avenida El Dorado, a las 10 de la noche. A esa hora, la zona suele estar desierta y los pocos transeúntes que la pueblan aceleran el paso para llegar a sus casas. Evitan la mirada de los habitantes de la calle que pernoctan en su lecho y sortean los charcos que dificultan el camino.

Desde hace varios años, su amigo Jorge Contreras había tratado de convencerlo de que comprara una cámara Nikkon, como él, de que se cambiara de bando, pero Juan Manuel nunca quiso ser infiel a su amor de fotógrafo. Y tampoco quiso soltar su Cannon cuando dos tipos altos, negros como la noche, -según la descripción de la Policía- lo apuñalaron, presuntamente, por resistirse al atraco.

Aunque la zona en la que sucedieron los hechos es en teoría el último paso antes del cruce de dos importante arterias de la ciudad de Bogotá -la 26 y la NQS-, nada impidió que los asaltanteslo hirieran de muerte y se fugaran hacia un destino desconocido.

En cuestión de minutos, Juan Manuel Campo Kurmen se unió a la estadística de los más de 600 homicidios que lleva este año Bogotá, según las cifras de Medicina Legal.

Pero su muerte no pasó desapercibida.  Pronto, los vecinos de Teusaquillo se manifestaron para pedir que se esclarezca su asesinato y armaron un altar debajo del puente de la avenida en donde lo mataron. Allí, una cartulina rodeada de velas y de rosas rojas convivió durante unos días con los graffitis de la NQS.

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En un video que filmó con la productora Sigaudiovisual, se ve a Juan Manuel Campo esculpir la madera, serio y risueño por momentos, en medio del polvo levantado en su taller del barrio Acevedo Tejada.

“Yo creo que a la madera le gusta permanecer, y la madera es un material maravilloso, es una energía que es totalmente natural, es incomparable. Hablar de madera es hablar de la vida”, dice con voz rugosa, mientras acaricia pedazos de ébano, de trébol y de guatinajo.

Lo que no se ve en ese video es que su taller  también fue el punto de encuentro de toda una generación de amigos que de alguna u otra forma convivieron y en ocasiones se conocieron a través de Juan Manuel.

Juan Manuel Campo hacía aretes y joyas de madera para las amigas y novias de sus amigos, “diferentes a muchas cosas que se habían visto”, explica Miguel Rodríguez, quien estudió con él biología en la Universidad Nacional. “Siempre se reía mucho y se carcajeaba cuando uno estaba todo estresado. Le gustaba estar rodeado de amigos y como que suavizaba la vida de todos”. El día en que Miguel se enteró de que iba a ser papá, Juan Manuel fue uno de los primeros a los que acudió para pedir consejo y el que lo tranquilizó con un trago y una buena charla, como solía hacerlo con su entorno.

De acuerdo con lo que explican sus amigos, junto con la fotografía, la madera fue otro de los grandes amores en la vida de Juan Manuel Campo. Aunque para entenderlo, es suficiente con mirar la forma en que describe los pedazos de árboles reciclados de los bosques y de las calles de Bogotá que usaba para confeccionar sus joyas.

En su perfil de Facebook, todavía se encuentran algunas fotos y comentarios que hizo, con el lema “En memoria de Juan Manuel” que activa la compañía cuando es notificada del fallecimiento de uno de sus usuarios. Se ven sus preocupaciones por el cuidado de la naturaleza y su amor por las cosas simples, por su familia y por el poema del montevideano Jules Supervielle, Olvidadiza Memoria.

“Nosotros estamos tumbando, según la Universidad Nacional, 500.000 hectáreas al año, según el Estado, 360.000 hectáreas al año, y tenemos 68 millones de hectáreas. Osea que si (...) no creciera la tasa de deforestación, en poco más de un siglo, no quedaría un árbol en Colombia. Entonces, la vaina es realmente preocupante,” dice en un momento del video, con una sonrisa de resignación.

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Más que a la madera, Juan tenía un cariño completo para la naturaleza en su conjunto, y al parecer, extrañamente, a las plantas arborescentes que crecen en un bosque de niebla entresacado del Tolima, que es la única investigación académica suya visible en internet.

“Como buen biólogo de campo era muy apasionado (...) por querer solucionar las cosas con sus manos. Se dedicó a la madera con su taller Alpura, logró concretar ese cambio y reciclar madera aparentemente sin uso. También fue muy interesado en el tema de las semillas y la reforestación, sembró miles y miles de árboles, siempre en dónde estuvo”, cuenta Nicolás Castaño, otro de sus compañeros egresados de la Nacional.

 Juan Manuel -el hombre que iba a buscar a sus amigos a la salida del Transmilenio para que no caminaran solos- no quiso entregar su pertenencia más preciada a dos desconocidos, a pesar del ambiente desolado que impregna la avenida NQS cuando cae la noche.

Pero lo que no podían saber sus asesinos es que antes de morir a causa de las heridas, Juan Manuel Campo Kurmen sembró miles de semillas que conservan su deseo de rescatar a los árboles de Colombia. 

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Por el momento, la Policía dice tener pistas sobre la identidad de los asesinos de Juan Manuel Campo, gracias a las cámara de vigilencia que se encuentran en el puente de la estación Avenida El Dorado, pero admiten que no es sencillo buscar a dos personas en una urbe de más de 8 millones de personas.