Atlas del Nazismo
El colombiano que le ‘plantó cara’ a Adolf Hitler
El manizaleño Jaime Jaramillo Arango había sido nombrado embajador de Colombia en Berlín, pero días antes de presentar sus credenciales ante el Führer, renunció a la designación tras sufrir un atropello por parte de la policía alemana.
Sucedió hace 83 años. En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 fueron incendiadas en Alemania 119 sinagogas y 76 más fueron destruidas. Fueron saqueados los almacenes y negocios de 7.500 judíos. El valor de los vidrios rotos se calculó en 5 millones de marcos. Se le conoce como la Noche de los Cristales Rotos, Kristallnacht.
El pogromo fue organizado por las SS, el brazo paramilitar del partido nacionalsocialista en represalia por el asesinato el 7 de noviembre del tercer secretario de la embajada alemana en París. Un joven judío de 17 años, cuyo padre había sido deportado a Polonia con 10.000 personas más, le disparó dentro de la embajada.
El 10 de noviembre hacia las 10 de la mañana el embajador de Colombia en Berlín, Jaime Jaramillo Arango, salió a observar los destrozos en el carro de la legación, que es un grado menor que embajada. Lo acompañaban el secretario de la legación, Rafael Rocha Schloss, el agregado doctor Henao Toro y la mecano taquígrafa e intérprete.
Rocha había observado la noche antes, al salir de una cena en la misión colombiana, cómo una cuadrilla de individuos, armados de barras de hierro, destrozaba sistemáticamente las vitrinas de los principales almacenes de Berlín.
“Era muy natural que tuviésemos curiosidad de ver con nuestros propios ojos los horrores de que Berlín era teatro: destrozos, saqueos, sinagogas en llamas, casi linchamientos, cuadros que el Dante no imaginó”, escribió luego el ministro a Bogotá. Rocha y Henao llevaban sus cámaras fotográficas y tomaron vistas de dos o tres ruinas que observaron de primera mano bajándose del carro diplomático.
Poco después, un vehículo blindado de la policía los hizo detener la marcha. El jefe de la patrulla ordenó “en términos altaneros e imperativos” a los diplomáticos que entregaran los aparatos fotográficos, refirió Jaramillo Arango. Este se negó alegando que nadie les había advertido que estaba prohibido tomar fotografías y aduciendo la condición de diplomáticos. El jefe de la patrulla insistió e intentó entrar al carro por la fuerza. “Le pusimos el seguro a las puertas para impedírselo”, según Jaramillo Arango.
El policía intimó que el carro debía seguirlo al comisariato. Anotó Jaramillo Arango: “Le ordené al chofer no dar un solo paso; apenas muerto me habrían hecho sufrir a mí, representante de Colombia, esa vejación.”
El ministro le pidió a la intérprete que se bajara del carro y llamara por teléfono a la sección de protocolo de la Cancillería. Allá le contestaron que seguramente la policía no conocía las disposiciones sobre prerrogativas diplomáticas, que hablarían con el comisariato para ordenar que cesara la irregularidad y que enviarían un funcionario.
“Ni la orden llegó, ni el empleado tampoco”, recordó Jaramillo Arango. Pero consiguió que el jefe de la patrulla los acompañara en el carro hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde Rocha expuso la situación.
El subjefe de protocolo le pidió a Rocha que entregaran el rollo fotográfico. Rocha aceptó si el protocolo reconocía que la policía había obrado mal. El subjefe opinó que la policía había obrado en derecho. Rocha se negó a entregar las fotografías y salió del ministerio.
Jaime Jaramillo Arango pidió instrucciones cablegráficas al presidente Eduardo Santos, que decidió que no valía la pena insistir en guardar las fotografías pues ello podía interpretarse como deseo de “conservar pruebas mortificantes”, aunque no justificó el atropello. Más tarde, Santos les ordenó a sus funcionarios en Berlín que permanecieran “discretamente silenciosos.”
Jaramillo Arango estaba recién llegado a Berlín. La presentación de cartas credenciales ante Adolf Hitler había sido programada para cinco días más tarde, el 15 de noviembre de 1938. La cancillería informó a la legación que ante la actitud del ministro colombiano, el propio Hitler había pospuesto la ceremonia.
Jaime Jaramillo Arango y Rafael Rocha Schloss renunciaron a sus cargos. El comunicado de la Cancillería en Bogotá indicó que los dos diplomáticos habían sido retirados de la legación pero no mencionó el atropello.
En 1940, Jaramillo Arango fue nombrado embajador de Colombia en Londres. Nacido en Manizales en 1897, era médico cirujano y fue decano de medicina en la Universidad Nacional en el gobierno de Enrique Olaya Herrera (1930-1934). Además fue médico personal de Olaya y tenía en Fusagasugá una finca contigua a la del presidente. En 1950 fue rector de la Universidad Nacional y falleció a los 65 años, en 1962.
Las fotografías tomadas ese día en Berlín no han sido encontradas en el archivo de la cancillería.