ENTREVISTA
El médico Carlos Jaramillo le cuenta a SEMANA el infierno que vivió durante su residencia de cirugía. “Todavía tengo pesadillas”
“Eso es como un gallinero. Haz de cuenta que las gallinas de arriba cagan en las de abajo y las de arriba a las de abajo. Y las de abajo cagan en las de más abajo. Todos los que ya fueron maltratados se sienten en capacidad de maltratar”, sostiene.
El médico Carlos Jaramillo es uno de los más reconocidos del país. Su trabajo como médico funcional y sus tres libros lo han convertido en un referente para millones de colombianos. Hoy es uno de los influenciadores más importantes en ese sector, con 1.9 millones de seguidores en Instagram. Lo que pocos saben es que antes de llegar a esta rama de la medicina, Jaramillo intentó ser cirujano, para lo cual ingresó a esa especialidad en la Universidad Javeriana.
El doctor la pasó tan mal en esos años de estudiante que decidió no continuar, debido a los maltratos y abusos que tuvo que vivir en la residencia. Este fin de semana, cuando su gremio llora la perdida de la doctora Catalina Gutiérrez Zuluaga, el prestigioso médico decidió contar su experiencia a SEMANA.
SEMANA: ¿Por qué contar su historia en la Javeriana?
Carlos Jaramillo: Porque esto se tiene que acabar. Es demasiado aterrador. No es solamente un estudiante. Esto no es que “ay, pobrecita la maltrataron solo a ella y ya”. Es algo que viene siendo así desde hace muchos años. Siempre ha sido normal que a los residentes los maltratan, los atropellan, los acaban. Como te dicen a ti desde el primer día: “Hermano. Esto es un tema de aguantar”.
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SEMANA: Las cartas que han circulado de estudiantes que se salieron de la residencia son desgarradoras. ¿Por qué la gente se aguanta ese maltrato?
Carlos Jaramillo: Porque uno dice ¿qué otra opción tengo? Cuando yo me presenté a la residencia, había 250 candidatos. Aceptaron solo a cuatro. Entonces a uno le dicen: y si lo están maltratando por qué no se va. ¿Pero para dónde putas me voy? Fuera de eso, en una residencia a ti te toca pagar. Colombia es el único país del mundo donde uno tiene que pagar para ser especialista. Pagar por trabajar cuatro años gratis a una universidad en un hospital.
Vea el live del doctor Jaramillo en el que habla del maltrato que vivió en su residencia de medicina
SEMANA: ¿Y por qué quería ser cirujano?
Carlos Jaramillo: Porque la cirugía es hermosa.
SEMANA: ¿Hace cuánto entró a esa residencia?
Carlos Jaramillo: Entré en el 2009 y me retiré en 2011.
SEMANA: Uno podría pensar que salirse de cirugía es lo mejor que le pudo pasar.
Carlos Jaramillo: Claro que sí. En tiempo, en honorarios, en calidad de vida. Mis compañeros de residencia hoy me dicen eso cuando me ven. De hecho, hace como año y medio tuve un profesor que me llamó a pedirme perdón por todo lo que me había maltratado. Y luego, me pidió ayuda porque estaba mamado de la cirugía y quería dedicarse a hacer algo como lo que yo hago hoy en día. Una residencia es muy difícil, tienes que tener mucha palanca o tienes que ser de esa universidad de pregrado, yo no era de esa universidad de grado, o tienes que tener mucha palanca o tienes que tener una hoja de vida que ellos quieran, yo entré allá porque ellos querían mi hoja de vida o por lo que yo había hecho de pregrado y porque era el mejor examen de todos, pero yo no tenía ni palanca.
SEMANA: ¿Cómo logró ser uno de esos cuatro cupos entre 250 estudiantes?
Carlos Jaramillo: Yo me había graduado de pregrado de la Universidad de la Sabana y había estudiado en Estados Unidos. Por ese tiempo en ese país, ellos se babeaban por mi hoja de mi vida. Yo ya había sido aceptado para estudiar residencia en Estados Unidos. Pero como pasé en la Javeriana, me quedé. El primer impacto para mí, fue que me empezaron a tratar con xenofobia. Sí, xenofobia por no ser Javeriano. Decían que mi plaza ya se la habían prometido a otro que se quedó sin estudiar por mi.
SEMANA: ¿Cómo se da cuenta de esa xenofobia?
Carlos Jaramillo: Era de frente. Me decían “el de la Sabana”. El maltrato en una residencia comienza cuando uno llega. Hay que llegar allá todos los días a las 5:30 de la mañana, no tienes hora de salida, pero nunca es antes de las 6: p. m., y cada cuatro días, debes pasar toda la noche. Eso es lo que se llama quedarse de turno. Eso es lo normal. Llegas a las 5:00, porque a las 6:00 empiezas a pasar revista y a las 7:00 ya empiezas a operar o a estar en urgencias.
SEMANA: ¿Quién es el que le dice a usted que la residencia es un tema de aguante?
Carlos Jaramillo: Los mismos residentes, los que están en años más adelante. Ellos son los primeros maltratadores, junto con los profesores, porque a ellos mismos los maltrataron. Eso es como un gallinero. Haz de cuenta que las gallinas de arriba cagan en las de abajo y las de arriba a las de abajo. Y las de abajo cagan en las de más abajo. Todos los que ya fueron maltratados se sienten en capacidad de maltratar.
SEMANA: ¿El maltratado del que usted habla era así directo o más bien escondido?
Carlos Jaramillo: Era más directo, de frente. Pero también había formas indirectas de hacer presión y ejercer una presión muy fuerte. Entonces, por ejemplo, maltrato directo es que le peguen en las manos por operar con la mano izquierda porque eres zurdo. Yo soy zurdo y me pegaban en las manos. Me pegaban con las pinzas de acero cuando estaba operando. Y me decían: “opere con la derecha”. Eso va en detrimento del paciente. Fue por una cirugía que yo pasé mi carta de renuncia.
SEMANA: ¿Cómo fue eso?
Carlos Jaramillo: Yo tenía que ponerle a un paciente un catéter central. Llamé al profesor y le dije necesito subir al paciente que sale de cirugía para poner ese catéter. Nos vemos allá. Él se quedó dormido. Cuando llegó, yo ya había puesto el catéter, porque, si no, el paciente se me moría. El cirujano me dijo que los próximos fines de semana que yo no tuviera turno iba a tener un turno de castigo por haber desacatado la orden de haberlo esperado. Es decir, para él era más importante que yo había desacatado la orden que atender un paciente que se estaba muriendo y que se iba a morir si yo no lo intervenía porque él se quedó dormido. Vi profesores que llegaban borrachos al turno y nos dejaban a los residentes operando solos. Llegaban con tufo y decían que no los levantaran a menos de que llegara una persona herida por un helicóptero. Ese era el chiste.
SEMANA: ¿Cómo hizo usted para soportar eso?
Carlos Jaramillo: Piensen como se sienten después de una noche de no haber dormido. Imagínense cómo se toma una decisión sobre la vida de una persona y cómo son tus habilidades después de llevar 36 horas sin dormir, de manera repetida por dos años. Uno entra con toda la ilusión de este mundo, después de haber sido elegido por encima de una multitud, pero son cuatro años en los que te dicen todo el tiempo que eres lo peor que ha existido.
SEMANA: Algunas de las historias más desgarradoras tienen que ver el maltrato que se vive en las residencias a las estudiantes mujeres. ¿Usted vio eso?
Carlos Jaramillo: Eso es normal. No es que los cirujanos odien a las mujeres, es que sencillamente es un gremio tan absolutamente machista, que les parece chistoso pensar que una mujer no tiene habilidades para ser cirujano, no tiene pantalones para ser cirujanas. Y, por eso, la mayoría de las mujeres que son cirujanas son mujeres con una energía muy masculina. Terminan volviéndose mujeres bruscas, que hablan fuerte, que hablan duro, y que tienen formas fuertes porque les toca volverse así. Es la única forma de sobrevivir. Ellos suelen decir que no les gustan los cirujanos de “uretra corta”.
SEMANA: ¿En ese contexto también había acoso sexual?
Carlos Jaramillo: Claro. Una vez vi a un profesor que le dijo a una estudiante que entró a cirugía a ayudar: “venga, chupe aquí niña que usted chupa rico”. Ella tenía que sostener la succión de la sangre en la cirugía. Chistes que son tan comunes y de los cuales no piensas en quejarte, porque es lo normal. Pero también cosas como las estrategias de coqueteo de algunos maltratadores con las estudiantes. Las tratan mal para que los odien tanto que después a la más mínima atención los aman. Profesores que se les paran detrás a las estudiantes mientras están operando, y les rozan las nalgas. O pasan el codo para sentir los senos de ellas. Es asqueroso.
SEMANA: Es triste pensar que todo eso pueda pasar en una universidad que forma a profesionales para servir a otros.
Carlos Jaramillo: Los estudiantes entregan todos sus sueños y sus ilusiones a una universidad católica, supuestamente vigilada por el Papa y por el Vaticano, cuando realmente son es una partida de hps.
SEMANA: En esas cartas que han circulado también es conmovedora la residente que cuenta que deseaba que se estrellara el taxi para no llegar a su turno al hospital. ¿Usted sufrió de esa manera?
Carlos Jaramillo: Yo empecé a tener asma durante la residencia, Antes de entrar a cirugía, me tenía que hacer una micronebulización. El neumólogo me incapacitaba, pero yo no podía faltar a mis turnos. Los tenía que cubrir a alguien y ¿quién los iba a cubrir?, pues mis compañeros de residencia. ¿Cómo los iba a dejar yo clavados haciendo turno cada tercera noche y no cada cuarta noche porque yo estaba incapacitado? Entonces lo que a mi pasaba es que deseaba que entrara en un nivel de baja saturación tan grave que me tuvieran que hospitalizar. Yo hacía mis turnos con bronco-espasmo.
SEMANA: ¿Por qué los médicos soportan tantas condiciones indignas de trabajo, que son tan abiertamente ilegales?
Carlos Jaramillo: Hay una ley firmada por el presidente Santos que establece los horarios y la cantidad de horas y todo que puede trabajar un residente. Les tiene sin cuidado. A uno lo clavan con el argumento de que “detrás suyo hay 200 personas más que se quedaron por fuera y que darían la vida por estar aquí y ninguno de ellos se va a quejar”. A eso se suma que los médicos son los únicos que son terriblemente duros con sus colegas. Yo no he visto nunca a los abogados ni a los diseñadores cascandoles a otros abogados o a otros diseñadores.
SEMANA: ¿Y por qué se aguantan la residencia si además ellos son los que están pagando?
Carlos Jaramillo: Porque un médico general gana demasiado poco. Hay sueldos de tres millones y medio por trabajar en un hospital 12 horas o por hacer consulta cada 15 minutos, cuando pagaste casi 400 millones por tu formación. Entonces cuando estas estudiando dices quiero ser dermatólogo, pero resulta que dermatólogos reciben dos al año y te toca tener una palanca o haber sido, pues mejor dicho un estudiante ejemplar, o lo que pasa en muchos casos, sobornar a alguien. A todo el mundo históricamente lo tratan como un trasero. Yo tenía un compañero que nunca entiendo cómo no se suicidó de todo el acoso que vivió. Me acuerdo que un día él entró a un cuarto de residentes. Era ahí en el cuarto piso del San Ignacio. Depronto entró un profesor y le dijo a él “venga y me rasca una hueva”. Él se quedó petrificado y el profesor le insistía que lo hiciera. Cuando mi amigo empezó a caminar hacia él, una residente —que era de tercer año y que era muy valiente— se atravesó y le dijo: “me hace el favor y se sale de acá”. Ella era medio intocable porque era muy buena, pero siempre nos preguntamos que habría pasado si mi amigo hubiera llegado hasta el profesor.
SEMANA: ¿Cómo se da finalmente su salida?
Carlos Jaramillo: Cuando yo pasé mi carta de renuncia a la residencia, me llamó al otro día el que era en ese momento el director del programa a decirme que yo era malagradecido. Que ellos me habían recibido sin ser javeriano, y que no entendían por qué yo estaba tomando esa decisión. Me advirtieron, además, que iba a tener grandes repercusiones en mi vida. También me preguntaron si iba a dejar tirado el turno de la noche y me reprocharon que si era conciente de que estaba dejando a mis compañeros clavados. Es decir, yo era un irresponsable porque tenía turno esa noche.