BOGOTÁ
El pasado poco luminoso del presidente de la EEB
Ricardo Roa Barragán, reemplazo de Sandra Fonseca, ¿fue ficha del cuestionado PIN?
La hoja de vida de Ricardo Roa Barragán, nombrado este lunes por la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) máximo representante de la firma tras la salida de Sandra Fonseca, es envidiable: Ingeniero Mecánico y técnico electromecánico de la Universidad Nacional, especialista en Sistemas Gerenciales de Ingeniería de la Javeriana, aspirante a la Maestría en Estudios de Política en la misma universidad; con amplia experiencia en planeación, dirección, administración, estudio y desarrollo de actividades y proyectos en el sector energético; y en las áreas de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía y gas.
Además, fue o es catedrático de las universidades Nacional de Colombia, Externado de Colombia, Autónoma de Bucaramanga y Antonio Nariño. Y con vasta experiencia en las juntas directivas de Codensa, Emgesa, Gas Natural, REP Perú, Calidda, Contugas, Trecsa, y presidente de la Transportadora de Gas Internacional TGI S. A.
Es difícil que en este momento haya otra persona con todos estos pergaminos para tomar las riendas de la compañía. Aunque los mercados reaccionaron negativamente por la salida de Sandra Fonseca -la acción de la EEB terminó con una caída del 0,58% a 1.690 pesos en parte porque durante los 18 meses en que ella estuvo al frente el título de la empresa creció alrededor del 20 %- se espera un repunte que reciba a Roa con tranquilidad.
Sin embargo, hay un aspecto que él no ha aclarado: ¿fue ficha del Partido de Integración Nacional (PIN) –antiguo Partido Convergencia Ciudadana-, un movimiento ampliamente cuestionado por sus vínculos probados con el paramilitarismo?
Paradójicamente, el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, quien este lunes le brindó su respaldo para su designación, militó en el Movimiento 19 de Abril (M-19), una organización alzada en armas que tuvo una escisión que se convirtió en Convergencia Ciudadana.
El líder más poderoso de la colectividad –en especial en Santander- era Luis Alberto Gil, un congresista que en el 2008 fue condenado a siete años y medio de cárcel, así como a otros excongresistas santandereanos como Óscar Josué Reyes y Alfonso Riaño. Todos ellos, antiguos militantes del M-19 quedespués cambiaron de orilla y terminaron auspiciando grupos paramilitares de extrema derecha.
En un tiempo trascendió que Reyes –desde la propia cárcel- movió sus hilos para que Roa Barragán llegara a la presidencia de la Transportadora de Gas Internacional TGI S. A., entre otras cosas, como muestra de una amistad que se consolidó cuando el primero era congresista por Santander y el segundo, gerente de la desaparecida Empresa Electrificadora de Santander (ESSA).
Los medios de comunicación en Santander, en su momento, investigaron los supuestos vínculos de Roa Barragán con Reyes y otros integrantes del PIN, un partido político de dudosos antecedentes pero que logró mantenerse a flote pese al vendaval de la parapolítica que por poco lo extingue.
La investigación decayó en el interés público y Roa Barragán continuó sus actividades profesionales de manera normal. Ese pasado poco luminoso no volvió a generar más inquietudes. Hasta hoy, cuando adquiere un protagonismo por la jerarquía de su cargo y vuelve a quedar bajo el escrutinio de los ciudadanos.