Catatumbo
El plan de Nicolás Maduro y el ELN: SEMANA revela la historia secreta detrás del violento ataque del grupo criminal en el Catatumbo
SEMANA revela la historia secreta detrás del violento ataque del grupo criminal en esa zona del país. La dictadura de Venezuela, en alianza con el Ejército de Liberación Nacional, pretende imponer un control en la frontera y proteger su retaguardia.
La guerra que activó el ELN en el Catatumbo en contra de las disidencias de las Farc no es una simple venganza por el control del negocio del narcotráfico. Un equipo periodístico de SEMANA se internó en la región durante varios días y revela que detrás de la reciente ola de violencia están los intereses de las autoridades venezolanas para dominar por completo la frontera, ajustar su retaguardia y frenar cualquier plan que desestabilice la dictadura de Nicolás Maduro. La información la sostienen altos mandos de la fuerza pública, destacados mandatarios locales, cocaleros, líderes sociales, campesinos y personas de la entera confianza de la guerrilla.
“El ELN es la contención en la frontera en caso de cualquier invasión que ataque a la revolución venezolana. Eso está clarísimo. Siempre ha sido así”, dijo un alto mando de la fuerza pública que conoce los movimientos de ese grupo criminal. El oficial reconoció, bajo estricta reserva, que los hombres de Antonio García estaban perdiendo terreno en Norte de Santander y eso preocupó al régimen, más cuando el expresidente Álvaro Uribe desempolvó en los últimos días la propuesta de una intervención militar para tumbar al chavismo del poder tras el robo de las elecciones presidenciales.
Unidades de inteligencia y líderes sociales advirtieron que la arremetida de los elenos no fue una simple casualidad, y el mismo Gobierno Petro, como lo dice su comisionado de paz, Otty Patiño, cree que “es probable” que Maduro tenga responsabilidad en la matanza del Catatumbo.
El exterminio de la estructura 33 de las disidencias de las Farc fue planeado desde 2024 y coincidió con la llegada al Catatumbo del cartel de los Soles, la organización narcotraficante que integran los más altos representantes de la dictadura, como Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino y Tareck El Aissami, según Estados Unidos. Ellos enviaron a sus emisarios a inyectar cientos de millones de pesos colombianos para recuperar el mercado de la hoja de coca y confirmaron la “indisciplina” en ese lado de la frontera por parte de las Farc, que no estaría cumpliendo los mínimos acuerdos para estar en el terreno. Esas disidencias nunca fueron del agrado de Caracas.
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El mismo Alexánder Díaz Mendoza, alias Calarcá, uno de los principales jefes de las Farc, le confirmó a SEMANA este viernes que las fuerzas bolivarianas han apalancado la guerra del ELN y, desde hace un año, usan su poder estatal para destruir los campamentos de sus hombres: “El ELN ha corrompido a algunos mandos militares que han apoyado a este grupo en la zona de frontera. Algunos soldados activos salen de permiso y participan en operativos de esas estructuras, se ganan un dinero y retornan a sus cuarteles nuevamente”.
Esta versión fue respaldada por influyentes mandatarios locales de Norte de Santander que tienen línea directa con la comandancia del ELN. Con la información que tienen en su poder, ellos creen que los uniformados venezolanos se prestaron para sacar a los miembros de las Farc de su territorio, acorralarlos en el Catatumbo y facilitar la matanza del ELN: “Las Farc fueron expulsadas de Venezuela. Allá identificaron sus fincas, les quemaron los cambuches, hubo bombardeos. Ellos expusieron a las Farc hacia Colombia”, describió uno de ellos con la petición de ocultar su identidad por el temor de ser asesinado.
Lo que más inquietaba a los venezolanos era que los elenos estaban siendo debilitados por las disidencias, con trabajo político y discurso, en momentos en que necesitan frenar cualquier operativo que ponga a tambalear a la dictadura. Ese temor se cuantifica con las 2.350 personas que tiene el ELN para custodiar el Catatumbo frente a las 450 que tienen las Farc, de acuerdo con datos suministrados a SEMANA por unidades de inteligencia.
Históricamente, el ELN ha sido el primer filtro de seguridad para los chavistas y una de sus prioridades es mantenerlo activo para continuar en el poder. Uno de los hombres en Colombia que más conoce a esta guerrilla, y que se ha sentado a negociar con sus comandantes en repetidas oportunidades, comentó que ese grupo subversivo se convirtió en un grupo armado venezolano que le hace el trabajo sucio a Nicolás Maduro: “El ELN, con los cubanos, (son) las últimas retaguardias de seguridad de Maduro”. Un alto mando de la fuerza pública también lo reconoció: “Son la primera línea de retaguardia” de los huéspedes del Palacio de Miraflores.
Los favores de Maduro
El régimen tiene como obsesión proteger y blindar la frontera con Colombia porque es el sector donde, eventualmente, se podrían movilizar personas que quisieran sacarlo del poder por la vía militar. El ELN está cumpliendo la palabra de cuidarle la espalda. Un alto mando de la fuerza pública en Colombia le envió el jueves pasado a SEMANA extractos de un plan que ya se trazó esa guerrilla y que quedó por escrito: “Nuestra estrategia debe contemplar posibles escenarios de contrarrevolución producidos por una invasión militar norteamericana o un golpe de Estado en Venezuela. Defender la revolución bolivariana de Venezuela en caso de una agresión violenta por parte del imperialismo”.
Esta guerrilla hizo la primera tarea en Arauca: “Allá el ELN ha exterminado a las disidencias de las Farc y hoy tienen el dominio del 90 por ciento del territorio, para no decirle que del 100 por ciento. Ahora lo que están buscando es que eso suceda en Norte de Santander”, contó otra autoridad que pidió omitir su identidad porque le podrían poner “una lápida encima”. En esa operación también participó la dictadura. “El ELN es la primera línea de defensa de Maduro. No es la guardia venezolana, sino la guerrilla la que le da protección en su punto más vulnerable”, agregó la misma fuente.
Uno de los hombres que colaboró hasta hace ocho días con esa guerrilla en el Catatumbo, y que clama por un exilio para él y su familia ante el inminente riesgo, destapó la macabra alianza, en diálogo con el equipo periodístico de SEMANA en el estadio General Santander, en Cúcuta: “Todos los grandes negocios del ELN están con el Gobierno de Maduro y (con) Diosdado Cabello. Ellos no van a perder esta guerra con las Farc, los van a derrotar, van a demorar, pero los van a derrotar. ¿Por qué? Porque el Gobierno venezolano está en la frontera apoyándolos (con) armas, comida, municiones, tienen todo para que ganen la guerra. Eso lo ve uno. Esa es la realidad. La meta es el exterminio total (de las Farc), acabarlos”.
De igual manera, algunos campesinos que son sometidos a las normas de los elenos, y que fueron citados por sus comandantes al lado venezolano de la frontera, hablaron de ese pacto y describieron que la vigilancia de los campamentos corre por cuenta de personas que portan prendas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: “Venezuela está apoyando al Catatumbo con hombres y armas. (Hay) vínculos sociales (y) narcotráfico. Cuando teníamos reuniones con ellos, siempre mirábamos personas de la guardia venezolana”, manifestó uno de los ciudadanos que abandonó su territorio junto a su familia por el miedo de caer en los combates entre el ELN y las disidencias.
El mismo Maduro dejó claro el valor que tiene esta guerra y lo mucho que está peleándola cuando designó a Diosdado Cabello, su hombre más fuerte y radical, para ir el pasado miércoles a la región del Catatumbo. El dictador desplegó toda una parafernalia en los llamados ejercicios militares del Escudo Bolivariano 2025 en el que participaron 150.000 miembros de sus fuerzas con una transmisión de dos horas por internet, en donde apareció vestido de militar y mostró tanques, submarinos y aviones de guerra en cada instante. Dejó ver en su discurso que usará todos los recursos para frustrar cualquier levantamiento: “Hacer respetar a Venezuela de los grupos generadores de violencia, de los terroristas armados de Colombia (...) y de toda la gente que amenace y pretenda agredir a Venezuela”.
Un reconocido líder social del Catatumbo le dijo a SEMANA que el ELN le logró vender una idea a las Fuerzas Armadas venezolanas, y es que las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo forman parte de un “proyecto paramilitar colombiano” que podría ir en contra de los intereses del régimen.
Desde hace por lo menos dos años, Maduro viene hablando de los llamados Tancol (en referencia a grupos terroristas y narcotraficantes de Colombia), donde no se incluye al ELN, y que supuestamente buscan desestabilizar a Venezuela permeando toda la frontera.
El panorama no es menor para Colombia y hay preocupación en el más alto nivel del Estado por lo que pueda suceder en los próximos días. El exfiscal Néstor Humberto Martínez le dijo a SEMANA: “Lo grave de la dictadura de Maduro es que esto va a profundizar los peligros para la seguridad nacional de Colombia. El Gobierno y la inteligencia comprobaron que el paso se dio por territorio venezolano. Y eso solo pudo ser por la complacencia de la dictadura, hasta ahora con el silencio del Gobierno”.
Disidencias, una amenaza
La mejor alianza que hicieron los disidentes del acuerdo de paz se convirtió en su peor pesadilla. Hasta 2016, el control del Catatumbo estaba en manos de las extintas Farc-EP; después de varias negociaciones, cedieron el poder al ELN con la promesa de no volver a agarrar un fusil; sin embargo, cuando algunos hombres retornaron a la guerra, intentaron revertir el negocio y los elenos se opusieron. Finalmente, para no causar una ola de violencia, pactaron compartir el poder económico, social y político. La organización de Antonio García confió en que serían superiores, pero eso cambió de la noche a la mañana: descuidaron la región en su afán de hacer más dinero con el narcotráfico.
Un alto mando de la fuerza pública lo explicó de la siguiente manera: “El ELN está perdiendo la base en el sector porque (las disidencias han) venido haciendo trabajo político, (han) venido dando beneficios a las comunidades. Esa base social que ha ganado el ELN se la (quitaron) las disidencias. Ellos han visto que les han quitado el control del territorio”. Ese es el origen de la crisis que hoy tiene sitiado al Catatumbo bajo la sombra de las balas: el Ejército de Liberación Nacional perdió poder y, automáticamente, se tradujo en un riesgo para el régimen de Maduro, por lo que se activó el plan de exterminio de las disidencias.
Un exministro de Defensa de Colombia, bajo reserva, le detalló a SEMANA más razones detrás de la guerra de los dos grupos armados: “La declaración de Álvaro Uribe, de intervención militar, tiene muy preocupado a Maduro porque no sabe qué está detrás. Ellos piensan que se está orquestando una operación desde el Catatumbo en contra de Maduro, dirigida por el clan del Golfo, aliado con las disidencias de las Farc. Por eso mandaron al ELN a desmontar eso allá, porque ellos se aliaron hace poco para negociar el control del narcotráfico”.
El exfuncionario señala que el ELN es hoy una “guerrilla binacional”. Forma parte, por un lado, de una institucionalidad conformada por las milicias bolivarianas, y, por el otro, “es una guerrilla narcotraficante y la peor terrorista”.
En las filas de las Farc saben que el Gobierno de Maduro no les tiene contemplación, como sí ocurre con el ELN y la Segunda Marquetalia. Así lo admitió alias Calarcá, en diálogo con SEMANA: “Hace más de un año ha habido operativos de la Fuerza Militar venezolana encaminados a destruir toda la infraestructura que los camaradas habían construido para las ayudas de las mismas comunidades. Hasta donde teníamos conocimiento, los elenos estaban cubriendo los gastos de estos operativos”.
El descontrol social fue determinante. En un recorrido de un periodista de este medio por el Catatumbo, en los últimos días, las comunidades reconocieron que los elenos tienen una política de muerte, mientras que la otra organización les tendría mayor consideración: “Las Farc nos paga mejor”.
Buena parte de los habitantes prefieren guardar la base de coca para los disidentes, los líderes sociales aplican sus manuales de convivencia en el territorio al pie de la letra y la teoría revolucionaria que dictan las Farc tiene más acogida que la que aplica el ELN, a la que acusan de usar al campesinado para llenarse los bolsillos de plata y cuidar los intereses de los narcotraficantes venezolanos.
Pero las disidencias no tienen todo el respaldo y también están detrás de múltiples crímenes. “Es muy cierto que las Farc tienen una cultura traqueta, que se lucran del narcotráfico, que (alias) Richard cobra impuesto (...), que viven de la mafia, secuestran y para nadie del Catatumbo eso es un secreto. Esa es la causa por la que el ELN ha decidido empezar la guerra y eso me parece bien”, manifestó una campesina de la región en un mensaje de texto enviado a una autoridad en Cúcuta.
La planeación del asalto
A raíz de esto, la recuperación del Catatumbo fue planeada por el frente de guerra nororiental del ELN, comandado por alias Alfredo, con tres propósitos especiales, según fuentes de inteligencia: “Consolidarse como la única organización en la frontera con el control y el monopolio de las economías ilegales. Fortalecimiento del trabajo político organizativo con el objetivo de influenciar la gobernanza local y regional a través de la infiltración de organizaciones sociales y comunales con alta influencia en la región del Catatumbo; fortalecimiento de su mando y control, creación de nuevas estructuras para ampliar sus áreas de influencia hacia nuevas y antiguas áreas que les permita obtener finanzas”.
Sin embargo, el presidente Gustavo Petro acusó de manera directa a alias Pablito de la situación: “Buscan el control de la frontera basados, económicamente, en la cocaína del Catatumbo. Pablito tiene la mayor responsabilidad en esta acción. Buscan el control para convertirse en carta de negociación internacional y para enriquecerse con la cocaína”.
Alias Pablito es Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, quien funge como el tercer cabecilla del ELN, y se mueve en Venezuela, en los sectores de Los Bancos, El Nula y Tres Esquinas; su mayor habilidad es el direccionamiento militar y tiene seis órdenes de captura vigentes en Colombia por múltiples delitos cometidos de manera continúa desde hace 26 años.
SEMANA accedió a información reservada sobre la matanza en el Catatumbo: el ELN infiltró todas las comisiones de las disidencias, perfiló a todas las personas que compartían con sus integrantes, multiplicó su capacidad de guerra con el aparente respaldo de los militares venezolanos y aumentó el número de hombres que ingresaron a través de dos pasos fronterizos ilegales ubicados en el estado Zulia, en la jurisdicción del municipio Jesús María Semprún. La fecha de arranque fue el jueves 16 de enero y utilizaron la masacre de la familia López Durán para justificar la guerra en contra de las Farc.
Unidades de inteligencia reconocieron, de manera extraoficial, que ninguna agencia estatal pudo detectar este plan criminal, pese a que, desde el pasado 15 de noviembre, la Defensoría del Pueblo había emitido una alerta de inminencia sobre una posible arremetida del ELN ante una ruptura con las Farc en la zona.
En Norte de Santander sí alcanzaron a advertir sobre los movimientos de la guerrilla en la zona norte de los municipios de Tibú y El Tarra, pero pensaron que atacarían a las tropas del Ejército Nacional que estaban prestando seguridad a los funcionarios que reparaban un gasoducto. La situación tomó por sorpresa a todos, menos a Venezuela.
De acuerdo con las Fuerzas Militares y el testimonio de líderes sociales, el refuerzo que recibió alias Alfredo llegó por la frontera con Venezuela con meses de anticipación. Uno de los alcaldes de Norte de Santander también lo reconoció, sospechando que los movimientos los hicieron con el respaldo de la guardia del chavismo: “Yo creería que les permitieron el paso, los dejaron entrar por Venezuela, les facilitaron el transporte. Hay muy buena empatía, buena relación y es totalmente posible”.
Las disidencias de las Farc también creen en la participación de militares y civiles venezolanos en la matanza del Catatumbo. “Es posible que sí. Eso lo hemos evidenciado en la confrontación con esos grupos. Esto es algo que el ELN venía orquestando desde hace varios meses y fueron concentrando la fuerza y comprando material de guerra desde hace mucho tiempo. La guerra se veía venir”, agregó alias Calarcá en conversación con SEMANA.
La matanza en esta zona del país podría ser considerada la más grande de la década (pueden ser más de 80 muertos) y desató el desplazamiento de por lo menos 40.000 personas, el más grande registrado en 30 años en Colombia, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo. El expresidente Álvaro Uribe advirtió lo que hay detrás: “La tiranía que debería haber frenado la violencia en Colombia, como lo creyó Santos, piensa, en su delirio paranoico, que Farc y el Clan del Golfo la van a tumbar, como informan militares de la tiranía. Entonces la tiranía habría ordenado al ELN hacer las masacres del Catatumbo”.
Bajo este escenario, pocos se explican por qué razón el ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, se reunió en las últimas horas en San Cristóbal (Venezuela) con su homólogo en la dictadura, Vladimir Padrino López, para supuestamente buscar una solución a la guerra en la frontera.
El anuncio de Velásquez, en el sentido de que acordó con Padrino que habrá operativos contra el narcotráfico, resulta difícil de creer, dado que el régimen de Maduro es, ante todo, una organización dedicada al tráfico de drogas, según Estados Unidos. Por Padrino López, justamente, las autoridades estadounidenses ofrecen una recompensa de 15 millones de dólares.
De hecho, otra hipótesis de las autoridades es que se habría construido una alianza entre carteles mexicanos y el cartel de los Soles para imponerle al ELN el aniquilamiento de las disidencias de las Farc, dado que ese grupo no les estaba permitiendo negociar la droga y quería tomar el control de la economía en este sector de Colombia, donde más coca hay luego de Nariño. De aquí salen toneladas hacia Estados Unidos, República Dominicana, Centroamérica, España, entre otros países.
Sobre este tema, una fuente policial afirmó a SEMANA: “Los narcos mexicanos, que trabajan de la mano con el cartel de los Soles y el ELN, terminaron concretando una alianza, sumaron fuerzas, todo apoyado desde el Gobierno de Venezuela. También fueron desembolsados millones de dólares de parte de las organizaciones criminales para financiar el plan de aniquilamiento de las Farc”. Con base en este reporte, las armas, municiones, material logístico y comunicaciones con las que el ELN atacó a las Farc fueron encaletadas y entregadas al otro lado de la frontera. Jesús María Semprúm, Machiques de Perijá y Rosario de Perijá son los santuarios del ELN en ese país.
Al consultarle al Ejército Nacional sobre la relación del cartel de los Soles con el ELN, el jefe de operaciones, general Erik Rodríguez, respondió a SEMANA en Cúcuta: “Hay una convergencia criminal de diferentes actores de la delincuencia transnacional. Están el ELN y las Farc, que son los productores, y por la posición geográfica también llegan muchas organizaciones transnacionales dedicadas al narcotráfico, con las cuales ellos se asocian temporalmente o mantienen sociedades para la comercialización de clorhidrato de cocaína”.
La hora cero
El Ejército y la Policía tienen certeza de que el pito inicial de la arremetida del ELN fue dado por las mismas disidencias de las Farc el 15 de enero. Ese día, hombres encapuchados masacraron a los dueños de la principal funeraria del Catatumbo junto a su pequeño hijo de nueve meses de nacido, en un hecho que impactó a Colombia. Las víctimas eran las únicas personas que tenían autorización de los dos grupos armados para transitar libremente por la región y levantar los cadáveres que dejaban, diariamente, las rencillas por problemas de la coca, incumplimientos en los manuales de convivencia, enfrentamientos entre ilegales o fusilamientos.
SEMANA estableció que los responsables de ese triple homicidio, del que también resultó herido el hijo de 10 años de los fallecidos, fue perpetrado por las Farc. Horas antes del crimen, las disidencias citaron al hombre de ese hogar a un juicio por el supuesto incumplimiento de las normas y él decidió no ir. La acusación de los delincuentes es que estaba usando el carro de la funeraria, más el permiso para circular sin restricciones, para cargar cocaína. De igual manera, tenían malestares porque les estaba haciendo más caso a los hombres del ELN.
Uno de los mandatarios locales de la región contó que, al mismo tiempo, el ELN apuntó sus fusiles hacia las Farc en los municipios de Teorama, Convención, San Calixto, Tibú y El Tarra. En primer lugar, los elenos se enfocaron en el componente armado de las disidencias y, más tarde, se fueron en contra de todos sus aliados: compradores de coca, recolectores de coca, líderes sociales, firmantes de paz y familiares. Las primeras horas fueron aterradoras. Con lista en mano, los hombres del frente de guerra nororiental del ELN buscaron por cielo y tierra a las personas que estaban condenadas a la muerte, mientras usaban minas y drones repletos de explosivos para frustrar el levantamiento de sus enemigos.
Una mujer, desplazada hoy en Cúcuta, reveló su drama a SEMANA. En ese momento, ella fue secuestrada junto a su hija de 3 años en una montaña del Catatumbo por el ELN durante dos días: “Me detuvieron en un caserío. Había 60 personas detenidas. No nos podíamos mover. Había niños, mujeres, hombres. Ellos decían que eso estaba peligroso. Ellos estaban armados, nos amenazaban, que si salíamos sin permiso nos pasaba algo. Nos dejaron libres porque salimos en una caravana”. Todas las historias de las víctimas de este alzamiento del ELN son impresionantes. Durante la reportería de una semana, las palabras que más se escucharon fueron “miedo, zozobra, temor, muerte, minas y disparos”.
Las cifras son sorprendentes, aunque podrían ser más aterradoras. La Gobernación de Norte de Santander tiene el reporte de 80 fallecidos, 11 heridos, 12 desaparecidos, 38.000 desplazados, 32 sometidos de las Farc, dos desmovilizados del ELN y cinco menores de edad recuperados. Entre los muertos asesinados por los elenos se encuentran cuatro firmantes de paz, dos líderes sociales, tres particulares y dos menores de edad en Tibú, Teorama, El Tarra, Hacarí y San Calixto. Mientras que los desaparecidos, de los cuales se presume que están bajo el poder del ELN, residían en Teorama, Convención y Tibú.
Lo más crítico de la situación es que esta violencia no cesará. El ELN ha hecho público que no dará el brazo a torcer para erradicar a las disidencias del Catatumbo, mientras que alias Calarcá, uno de los jefes de las Farc, por medio de SEMANA, lanzó una advertencia de guerra: “Los camaradas se han pronunciado de manera acertada. Nos corresponde enfrentar a esos asesinos del pueblo con determinación y firmeza, es lo que como revolucionarios nos corresponde hacer”. Eso daría a entender que, posiblemente, se podrían romper todas las alianzas que tiene el Ejército de Liberación Nacional con las Farc y se desataría una guerra sin precedentes en Colombia, tal como lo están sospechando las unidades de inteligencia.
Esto abre una nueva discusión. ¿La fuerza pública está preparada para las amenazas que se empiezan a activar en el país? La Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (Acore) no es optimista: “La fuerza pública enfrenta enormes desafíos debido a la insuficiencia de talento humano y recursos materiales que limita seriamente su capacidad operativa”.
Sin duda, la paz total, la apuesta clave del Gobierno Petro, se desmoronó. Hoy, a raíz de lo ocurrido en el Catatumbo, Colombia está entrando en una nueva espiral de violencia alimentada por la guerra entre el ELN y las disidencias de las Farc, con una participación más activa de la que hasta ahora había tenido el régimen de Nicolás Maduro al otro lado de la frontera.