Investigación
Exclusivo: ¿pistas del ELN en el asesinato de Miguel Uribe Turbay? Un informante asegura que el Costeño fue contratado por un guerrillero conocido como Barbas
Un informante afirma que viajó a Bogotá acompañado de un hombre del ELN conocido como Barbas. Se encontraron con alias el Costeño, a quien le habrían dado instrucciones para asesinar a Miguel Uribe Turbay.
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En la investigación por el asesinato de Miguel Uribe Turbay, las autoridades siguen averiguando cada detalle para descubrir a los autores intelectuales. Hasta ahora todo apunta a una organización criminal y, en principio, se ha hablado de las disidencias de las Farc, de la Segunda Marquetalia, que operan en el Caquetá.
Sin embargo, información de inteligencia arroja una nueva hipótesis que señalaría al ELN como un posible responsable del ataque sicarial en el parque El Golfito, del barrio Modelia.
SEMANA conoció información de primera mano que se está manejando con absoluta reserva. Esta revelación pone en la mira de las autoridades a esta guerrilla, que ha estado sentada en negociaciones con el Gobierno y ha recibido gabelas durante estos tres años, pese a que el presidente Gustavo Petro había prometido que, si ganaba las elecciones, en tres meses la tenía desarmada.

Pues no lo logró. El ELN está más fortalecido, y para los investigadores del asesinato de Miguel Uribe Turbay la tesis de que esta organización criminal estuviera detrás de los hechos no se puede descartar, como ninguna de las otras hipótesis.
El asunto tiene que ver con un informante que ya había sido probado en ocasiones anteriores y los datos entregados siempre han sido certeros. La información que tenía en su poder sobre este caso era tan importante que provocó un encuentro al más alto nivel, en el que participaron miembros de inteligencia del Estado.
En la reunión escucharon de voz del informante, como testigo directo y presencial, la forma en la que, según él, se acordó el crimen. El encuentro se dio en las instalaciones de la base militar de Catam hace aproximadamente dos meses.

A la cita, que se dio en la mañana, todos llegaron cumplidos. La reunión se efectuó en una sala especial que se encuentra en Catam, donde habitualmente se manejan temas de alto perfil que requieren reserva.
Este hombre, un militar retirado del Ejército que estuvo durante muchos años en la milicia, se sentó para contar cómo él fue testigo del plan para atentar contra Miguel Uribe Turbay, y en el que involucró a un poderoso jefe de finanzas del ELN conocido con el alias de Barbas.

El dato es estremecedor, pues este hombre señaló que en un encuentro con Élder José Arteaga, conocido con los alias del Costeño o Chipi, encargado de coordinar y hasta contratar al sicario que disparó contra Uribe Turbay, se habría acordado el homicidio que conmovió a Colombia.
En ese momento, el informante no sabía de quién se trataba la persona con la que se estaban reuniendo, pero sí contó que hacían referencia constante a la necesidad de hacer una “vuelta muy grande”. Todo tuvo sentido cuando días después del crimen de Uribe Turbay, cometido el 7 de junio, se vio la imagen del Costeño en los noticieros como el principal articulador del asesinato cometido contra el precandidato del Centro Democrático.
Los investigadores, pese a que Antonio García, cabecilla del ELN, negó la participación de esa guerrilla en el crimen, le dieron especial importancia a la versión por dos factores claves.
El primero es que, ante la gravedad de la revelación, a este informante le realizaron pruebas para determinar la consistencia de su versión. Los resultados no dejaban duda, estaba diciendo la verdad. Además, en otra investigación venían haciendo seguimientos al componente urbano del ELN en Bogotá y establecieron que uno de los miembros de este frente se trasladó al parque El Golfito y estuvo presente el día del atentado a Uribe Turbay. En medio de los gritos y la persecución, abandonó el sitio, pero ya está identificado.
Según información que manejan los investigadores, este miembro del ELN, al día siguiente, hacia las seis de la mañana, viajó por tierra hasta Saravena, Arauca, y luego, advierte el seguimiento realizado, cruzó la frontera con Venezuela.

El encuentro con Barbas
El informante, después de su retiro del Ejército, terminó involucrado en un problema que lo llevó a la cárcel y allá se acercó a alias Barbas. Según detalló, no se trataba propiamente de un tropero en esta guerrilla; por el contrario, era un componente urbano encargado de manejar las finanzas del ELN en ciudades fronterizas como Cúcuta, capital de Norte de Santander.
En ese paso por la cárcel, el ahora informante se ganó por completo la confianza de alias Barbas, a tal punto que ya en libertad se convirtió en su sombra. Por su conocimiento militar y su lealtad probada, lo puso como su escolta personal, en especial cuando movía cuantiosas sumas de dinero, lo que lo convirtió en testigo de la que sería la oscura transacción para cometer el asesinato que enlutó al país.
Según narró, en el encuentro, ocurrido en el mes de octubre del año pasado, alias Barbas le dijo que se prepararan porque tenían que viajar a Bogotá. El trayecto, por seguridad, lo hicieron en flota en un bus de servicio público desde Bucaramanga hasta la capital del país. Ya en Bogotá, en la terminal de transporte en el sector de Ciudad Salitre, fueron recibidos directamente por el entonces desconocido Élder José Arteaga, quien los llevó hasta el hotel en el que se iban a hospedar.
Ahí recibieron las instrucciones que para el informante en ese momento no eran claras, pues solo escuchó la orden de “hacer la vuelta a una persona muy importante” y en ese momento le entregaron toda la información. En el diálogo entre Barbas y el Costeño, según su versión, también decían que era una “persona de resonancia”. De esto hablaron durante unos minutos, y el ya reconocido criminal se fue.
El informante y Barbas estuvieron durante tres días en Bogotá haciendo otras vueltas, pero estas, a su juicio, no estaban relacionadas con el asesinato de Miguel Uribe Turbay. Sin embargo, hoy no tiene dudas, por las órdenes y la presencia del Costeño, de que el viaje a la capital era para concretar el magnicidio.

Era tan reveladora y detallada la información que estaba entregando este informante que sus interlocutores le empezaron a pasar diferentes imágenes a ver si era capaz de reconocer al Costeño. No hubo vacilación. Era claro que se trataba del mismo hombre que coordinó el crimen y que ahora se encuentra detenido en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Palogordo, en Girón, en Santander.
Barbas y el informante
En los trabajos investigativos para determinar si la versión del informante era creíble, exploraron la relación con Barbas, pues había dudas de cómo un militar en condición de retiro terminó trabajando de la mano de un cabecilla de finanzas del ELN. La respuesta es que esta relación se selló en la cárcel.
La historia es así. El militar, luego de obtener su retiro, montó una tienda de barrio para sostenerse. Un día llegaron a asaltar el negocio, y él, un hombre entrenado, reaccionó con su arma causando graves heridas a los delincuentes. El intento de atraco se convirtió en un lío judicial que lo llevó a la cárcel por el delito de tentativa de homicidio.
Fue a la cárcel de Palogordo, en Girón, Santander, donde se conoció con Barbas. En este penal había un enfrentamiento a sangre y fuego entre paramilitares y el ELN. En medio de ese conflicto, el informante, quien asegura que no pertenecía a ningún bando, supo que había planes para eliminar a los cabecillas de la guerrilla, entre ellos Barbas.

Consciente de que esta arremetida podía desatar una guerra en su mismo patio y causar traslados o condiciones de reclusión extremas por parte del Inpec, terminó atajando el atentado al contarle todo a la guardia penitenciaria. Barbas consideró que le había salvado la vida y lo convirtió en su hombre de confianza. Luego de recobrar la libertad en 2022, lo hizo su escolta; incluso contó que en una ocasión acompañó a su jefe a recibir 15 fusiles en una casa en Cúcuta. Barbas hizo el pago de este arsenal con una maleta que contenía dinero en efectivo.
Las autoridades no descartan ninguna de las hipótesis, pero este testimonio es esencial por los detalles entregados, que están siendo verificados. Sin embargo, como se dijo, el cabecilla Antonio García negó la participación en estos términos: “El ELN resulta acusado por el presidente Petro de un acto que no ejecutó. Pues el ELN, cuando hace algo, tiene el valor de responder por lo que hace”.
Esta respuesta surgió justamente por una declaración del presidente Petro que señalaba a esta guerrilla. En ella afirmó: “El ELN también aquí está asesinando colombianos. Y es probable, no puedo afirmarlo, que sea el autor del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay por dinero”.
Aunque la investigación apunta a Caquetá, de donde llegó uno de los conductores que participó en el asesinato y a donde fue enviada Katherine Andrea Martínez, alias Gabriela, al otro día del magnicidio, las autoridades también tienen claro que el Costeño contaba con una oficina de sicarios al servicio del mejor postor. Obedecía órdenes del Gancho Centro, pero también tenía negocios de compra de drogas con las disidencias para surtir el negocio ilegal del microtráfico, que manejaba desde su olla ubicada en el barrio El Muelle, en la localidad de Engativá.

Para la Policía y la Fiscalía, como lo ha revelado SEMANA, su principal hipótesis apunta a la Segunda Marquetalia y a un municipio en particular en el departamento de Caquetá: Belén de los Andaquíes.
Sin embargo, no descartan esta hipótesis sobre la autoría intelectual. Por eso tendrán que verificar la versión de este informante, que ya había sido escuchado en una investigación contra un frente de guerra del ELN.