Nación
Exclusivo | SEMANA llegó al escondite del francotirador que asesinó a un poderoso esmeraldero en el norte de Bogotá. Estas son las impresionantes imágenes
Este domingo, Hernando Sánchez fue asesinado por un francotirador cuando se asomó al balcón de su casa en un exclusivo conjunto de Bogotá.

Hernando Sánchez quedó como heredero del emporio de las esmeraldas luego de que su socio, Juan Sebastián Aguilar o Pedro Pechuga, fuera asesinado por un francotirador en la puerta de su casa, en un exclusivo conjunto residencial del norte de Bogotá. Lo que nadie se imaginó es que Sánchez también sería asesinado en el mismo sitio y bajo la misma modalidad.

Un francotirador, seguramente el mismo que puso en la mira a Pedro Pechuga, ubicó a Hernando Sánchez, esperó por varias horas el momento preciso y disparó. Un solo tiro y el esmeraldero cayó en el balcón de su propia casa. SEMANA llegó al punto exacto donde se instaló el asesino con su poderoso rifle.
El recorrido arranca en la carrera séptima, en el norte de Bogotá, entre un concesionario y el conjunto residencial donde vivían los dos esmeralderos. Allí hay un lote que pronto se convertirá en un lujoso edificio de apartamentos. Atrás están los cerros orientales, un frondoso bosque en la mitad de la ciudad.
En la primera parte del lote hay vigilancia privada, pero unos metros adelante, hacia los cerros orientales, este bosque húmedo se convierte en una pared con una única entrada. Un agujero pequeño, pero que abre a un camino de trocha, solo peatonal. Por ese punto ingresó el francotirador, no hay duda.
Lo más leído
La lluvia de los últimos días hace más silencioso el bosque. Las ramas y la vegetación están húmedas y atrapan el ruido. Las pisadas casi no se escuchan, pero el recorrido se complica con el barro y la subida que ofrece escalones con las raíces que se atraviesan por la ruta.

Durante el recorrido se observa que el sendero no es virgen. Muchas personas han pasado quizá como deporte, explorando los cerros o como escondite para el consumo de estupefacientes. No resulta complejo encontrar las rutas, aunque hay puntos donde los caminos se dividen y solo quien conoce el sitio puede ubicarse sin dificultad.
Es casi una hora de caminata para llegar hasta el punto exacto donde se ubicó el francotirador. En el trayecto hay cambuches, huecos, espacios que parecen madrigueras para humanos, con los rastros que regularmente dejan las personas: mucha basura.
SEMANA hizo el recorrido del francotirador y en el camino las pistas revelaron la ruta que, en algunos momentos, parecía intransitable. Hasta torres de energía abandonadas, atrapadas por la maleza, aparecían en el sendero. Desde esas torres, con subir apenas la escalera oxidada, se ven las casas de los esmeralderos, el objetivo del asesino.

Con seguridad, la torre de energía fue un buen escenario para el francotirador. Un punto de observación que oculta la naturaleza, pero que deja ver el conjunto residencial de Hernando Sánchez y Pedro Pechuga. El blanco, para un experto tirador, como dijo la Policía, estaba a la vista y el asesino, protegido por el bosque; la combinación que buscaba el homicida con su rifle.
Luego de atravesar la parte más espesa del bosque, se llega a una reja que divide los conjuntos residenciales de los cerros orientales. Es allí, no muy lejos de los ventanales y los balcones de algunos edificios, donde se acomodó el francotirador, a esperar, por horas, el mejor momento para disparar.
En el punto, donde llegó el equipo de SEMANA, aún estaba la reconstrucción que hicieron los investigadores que asumieron este segundo hecho de violencia con una tenebrosa modalidad, con un francotirador. La cinta de seguridad y las pisadas de los agentes estaban frescas. Era sin duda el lugar que, de acuerdo con la investigación, escogió el asesino.
Se trata de una pequeña explanada, cubierta por la vegetación, pero que deja ver las rejas, las casas, las ventanas y toda la actividad en el conjunto residencial, supuestamente vigilado. El asesino, por obligación, tenía que estar acostado, mínimo sentado, pues las ramas del improvisado cambuche se curvan como si fuera el esqueleto de una cueva.
En este caso, el asesinato de Hernando Sánchez, el francotirador, se esforzó menos en su puntería. La casa del esmeraldero estaba a escasos 100 metros, contrario al crimen contra Pedro Pechuga, cuya vivienda aparecía a unos 300 metros de distancia y requería de mayor precisión.
Difícilmente, algún vecino podía percatarse de la presencia de una persona en este sitio. La maleza sirve de escondite y, seguramente, la ropa del asesino se camuflaba con el ambiente. La ruta de escape es la misma de entrada y el francotirador conocía como nadie los caminos que en bajada pudo recorrer en cuestión de minutos.
La Fiscalía avanza con la investigación, se recuperaron declaraciones de la familia de Hernando Sánchez, de la seguridad del conjunto residencial; lo mismo que ocurrió con el asesinato de Juan Sebastián Aguilar. Ahora lo que tienen las autoridades es un francotirador al servicio del crimen y por las calles de Bogotá.