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Exclusivo: SEMANA revela el escalofriante interrogatorio de alias Gabriela por el atentado contra Miguel Uribe Turbay. Fría y sanguinaria
El relato de Katerine Andrea Martínez es macabro. Confesó que se engañó al menor con plata, pero que se buscaba a un “suicida”, y aseguró que cuando vio al senador hablando recordó a Galán, lo comentó y el Costeño soltó una carcajada.

Katerine Andrea Martínez, conocida como alias Gabriela o alias Andrea, tiene apenas 19 años, pero habla sobre el atentado contra Miguel Uribe Turbay con la frialdad de alguien que lleva décadas en el hampa y a quien la sangre y la muerte no lo sorprenden ni lo conmueven.
En su interrogatorio ante la justicia, la mujer contestó con claridad y entregó todo tipo de detalles. Al comenzar, aseguró que tiene claras las razones por las cuales está respondiendo ante los estrados: haber participado en el crimen contra el senador Uribe Turbay, trasladar el arma Glock con la que se perpetró el hecho y utilizar a un menor de edad en todo ese proceso.
No se sonrojó. La joven contó que vive en el barrio Danubio Azul con su pareja, pero que creció en Tunjuelito. Detalló el colegio en el que estudió y sus años previos a entrar en el mundo del crimen. También, que se dedica a una actividad lucrativa: es modelo webcam, actividad que ejerce desde su casa.
Sobre el atentado, la mujer comenzó relatando cómo conoció a alias el Costeño, en un bar en la calle 18 con carrera 5. Se trata de Élder José Arteaga Hernández, el líder de la banda sicarial que hoy es buscado por las autoridades y que habría organizado el atentado. El hombre es quien estaba en el Spark y fue el encargado de desbloquear el arma Glock y entregársela al menor de edad.
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Así fue como Katerine Andrea Martínez, alias Gabriela, participó en la logística del atentado contra Miguel Uribe Turbay. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/EsHv5GlhSW
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 20, 2025
El Costeño le contó que “trabajó con las oficinas de Cali y que se vino a Bogotá a trabajar mosco en el tema de la droga”. Agregó que “era sicario y me ofreció trabajar con él, me dijo que para llevar encargos, que yo no me iba a exponer, que me daban lo de los transportes y que me pagaban por esto. En ese momento, no me dijo qué clase de encargos”, aseguró ella.

Katerine le dio su número celular y a la semana él le escribió por WhatsApp. “Me pidió que le recogiera un encargo en otra zona del centro, me dijo que era un arma. Me mandó la ubicación del lugar, pero no me dio nombre. Era otro inquilinato. Me subí al segundo piso y allí me entregaron una maleta con el arma”, narró. Al recibirla, Élder le reveló quiénes serían las víctimas: dos hermanos.
Ahí comenzó su corta carrera como mensajera del grupo sicarial. Otro día, recogió otra arma en Bosa Recreo; en otra ocasión, fue al barrio Las Cruces. El trabajo continuó hasta que apareció por el que sí pagaban una millonada: el atentado contra Miguel Uribe Turbay.
“Me llamó y me preguntó que si no conocía a un menor de edad. Esto fue hace como un mes, que lo necesitaba para una vuelta. Yo le pregunto que para cuál vuelta y él me dice que necesitaba un menor suicida“, puntualizó alias Gabriela.
El Costeño le dijo que “para esta vuelta estaban pagando más o menos 700 millones. Me dijo que si lo podía conseguir, que le ofreciera cien o 150 millones de pesos, que solo tenía que disparar y entregarse a la Policía... Me dijo que era mejor si tenía de pronto antecedentes, o no tenía padres. Que no tuviera a nadie que estuviera tan pendiente de él. Me dijo que debía tener entre 14 y 16 años, porque si estaba por cumplir los 18 podía sufrir cárcel, entonces que necesitaba que tuviera por ahí 14 años para que lo metieran a una correccional y de ahí lo dejaban en libertad".

Según Katerine, ella le respondió que no se comprometía con esa tarea.
Cuando llegó el día del atentado, Katerine metió el arma en una talega de ARA y luego, esta en la cintura, dentro del pantalón, en el abdomen. Lo que relató de ese día es espeluznante:
“Al día siguiente, me llamó a las 10:00 de la mañana pasadas y me dijo que a las 2:00 de la tarde tenía que estar en el parque de El Golfito, que él me iba a recoger allá en frente del parque y que ahí nos veíamos. Yo no sabía dónde quedaba este parque. Salí de mi casa a las 2:30 de la tarde en moto. Esta la pedí por InDrive, el perfil que utilizo en esta plataforma es Andrea. Llegué al parque a las 3:00 de la tarde pasadas. Me dijo que me metiera en una tienda y lo esperara.
Yo me metí de una al frente del parque, esta tienda queda exactamente en la carrera 82 con calle 22A bis, en toda una esquina. Me metí a la tienda, comí algo, pagué y él me llamó. Me preguntó dónde estoy; me dijo que saliera, que él estaba afuera. Yo salí. Me hice en la avenida por donde queda el parque. Yo lo vi y él venía hacia mí desde el norte, por esa avenida que pasa por el frente del parque. Me encontré con él. Nos saludamos. Me dijo, vámonos caminando hacia abajo. Allá nos estaba esperando el carro.

Pasamos por frente al parque y yo le pregunté por qué había tanta policía y tanta gente. Él me dijo que había un fiscal haciendo una asamblea. Me preguntó cómo estaba y por qué me había demorado tanto. Yo le dije que por el servicio de InDrive que no me cogía rápido. Y él me dijo que había llegado un poquito tarde, pero que igualmente estábamos a tiempo.
Nos fuimos caminando hasta la calle 22F, esto es como dos cuadras adelante, y volteamos por esa calle, y como dos cuadras más adelante, en una esquina estaba el carro: un Spark color gris. Ahí se encontraba el muchacho que le disparó al senador, y estaba el que manejaba el carro.
El muchacho se encontraba de copiloto. A este muchacho, yo nunca lo había visto. Él estaba con un pantalón con calcomanías, con una chaqueta negra y una gorra roja. Tenía un celular en la mano, que era con un forro blanco; no sé qué marca era el celular. Tenía el pelo largo en la parte de atrás y corto en la parte de adelante. Tenía un porte como paisa, pero un acento rolo, de Bogotá.
El me saludó, me dijo, hola. El que iba manejando el carro no sé quién es, no lo había visto antes, no sé cómo se llama; a él no le vi la cara y no vi cómo iba vestido. Él se saludó con Élder (el Costeño), pero no le puse cuidado al acento o cómo hablaba. Nosotros, Élder y yo, nos subimos al carro. Yo me subí por la parte de atrás, por la izquierda y Élder, por la parte derecha. El carro arrancó por esa misma calle; dimos vueltas no sé por dónde, porque yo no estaba mirando, anduvimos como unos dos o tres minutos, aproximadamente. El carro se detuvo en una esquina, la misma donde aparecemos en todos los videos bajándonos.

Ahí, Élder me dijo que sacara el arma, textualmente dijo: ‘Saca a la niña’. Yo saqué el arma de la pretina del pantalón, exactamente del lado del abdomen, y como a mí me dijeron que no la fuera a tocar, que no le fuera a oprimir nada porque no tenía seguro, yo la tomé de la parte de arriba, no del mango, sino de arriba y se la entregué a Élder.
Élder le sacó el proveedor, sacó las balas del proveedor y las empezó a contar y dijo la cantidad que había, pero no recuerdo cuántas [eran]. Volvió a meter las balas al proveedor y metió el proveedor a la pistola, ahí jaló la parte de atrás, la cargó, por decirlo así.
Estos son los nuevos videos que demuestran los movimientos que hizo el sicario antes del atentado contra Miguel Uribe Turbay. Resumen de noticias en el 'Clic de SEMANA'. https://t.co/if1kX8qDUN pic.twitter.com/pxknap4VeQ
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 12, 2025
Élder le dijo al muchacho que no le fuera a oprimir nada porque él ya se la había programado para que disparara seguido, no tiro a tiro, sino seguido, como en ráfaga. Ahí él le pasó el arma al muchacho. Le dijo que se la guardara en el pantalón y que no le oprimiera nada. Él no se la había guardado todavía. Ahí el muchacho la iba a manipular y Élder le dijo que no, que solo la tocara cuando la fuera a utilizar en el parque.
Élder empezó a hablar del arma, que venía del extranjero y que era una Glock, que había costado como 15 o 20 millones, que era un juguetote. Además, Élder le dijo, todos a la cabeza. El muchacho le contestó: ‘Le voy a dar uno o dos en la cabeza y me voy’. Élder le dijo que no, que eran mínimo tres o cuatro y que si se lo tenía que descargar todo, que para eso tenía munición. El muchacho estaba muy eufórico, acelerado, como contento; decía: ‘Lo vamos a hacer real, le voy a pegar todos en la cabeza’.
Ahí, Élder le dijo: ‘Dios lo bendiga, ahorita lo recogemos’. Le contó que había una moto que lo iba a esperar en la misma esquina donde estaba el Spark. Le dijo que si la moto no alcanzaba a recogerlo, una cuadra más adelante iba a estar el Spark y que tenía cinco minutos de escape, porque la policía estaba con ellos, y que estos eran los que estaban de escolta del senador, que tenía estos cinco minutos para descargarle el proveedor en la cabeza y escapar.

Prosiguió: “El que estaba manejando el carro le dijo que se quitara la chaqueta y Élder le dijo que se quitara también la gorra, porque las cámaras ya los habían visto así y que si lo veían diferente, no iban a sospechar de él. Que, cuando lo recogieran después de la huida, él se podía colocar la chaqueta y la gorra. También le dijeron que dejara el celular en el carro porque de pronto lo botaba corriendo. Ahí nos despedimos todos”.
El video que demostraría que el menor, presunto atacante de Miguel Uribe Turbay, tenía un celular momentos antes de disparar al precandidato presidencial. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/eGtBffvZ2q
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 9, 2025
Dentro del carro, el chico me dio la mano, se despidió de Élder y este le dijo que le iba a salir bien y que él estaba pendiente de él, que no le iba a pasar nada. Le dijo: ‘Con fe, manito’, y el chico se bajó, se fue caminando por la misma calle, pero por el lado de la acera izquierda. Ahí esperamos un minuto a que se fuera. Yo le dije a Élder que yo me iba, pero me dijo que no me fuera, que lo acompañara. Yo le dije que no me iba a arriesgar más porque ya había traído el arma y que era mucho riesgo para mí. Él me dijo que no me iba a pasar nada, que lo acompañara y que de ahí me fuera. Yo le dije que bueno que yo iba con él entonces.
Nosotros nos bajamos y Élder le dijo al del carro que ahorita lo llamaba para que nos recogiera. Nos fuimos caminando por la misma calle y fuimos hablando. Yo le pregunté que de dónde había sacado al chico. Me dijo que se lo habían presentado hacía mucho tiempo y que trabajaba de sicario, que una gente de Cali se lo había presentado y que él robaba y sicariaba, pero no me dijo dónde. Que ya lo habían entrenado y que él era de los buenos, que él sabía como trabajaba. Yo le pregunté cuántos años tenía el chico y me dijo que era menor de edad, pero no me dijo cuántos años tenía como tal. Me dijo que él ya trabajaba para ellos y que le tenía confianza, además que ya había sicariado para ellos, pero no me dijo a quién ni cuándo.
Me contó que había una moto en una esquina donde nos había dejado el carro gris el Spark, pero que era de fachada, ya que la moto no lo iba a recoger, que esta era una vuelta suicida porque había una de dos: el chico disparaba y lo mataban ahí mismo, o el chico alcanzaba a huir por la misma cuadra donde había entrado.
Además, me dijo que a él le iban a pagar después de que hicieran las cosas y después de que confirmaran que la persona se había muerto, que este pago era tres o cuatro días después de que la persona muere. Que también era mentira que los policías estaban con ellos, que simplemente le dijo eso para darle confianza. No me dijo nada más.
Ahí seguimos caminando y llegamos a unas entradas como de un conjunto, unas rejas blancas; ahí era la entrada al parque. Nos fuimos caminando, atravesamos el parque y llegamos donde estaba la manifestación. Vemos a un señor con gafas hablando con un micrófono; en ese momento, no sabía quién era. Yo le dije a Élder que se parecía a Galán y a él le dio risa.
Se conoce un nuevo video del momento en el que el sicario que atentó contra la vida de Miguel Uribe Turbay se acerca sigilosamente para disparar. https://t.co/if1kX8qDUN pic.twitter.com/rtD5lViXQq
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 9, 2025
Nos hicimos detrás de un circulo de personas que lo estaba escuchando. Escuché dos frases que él dijo, cuando empezaron los disparos. Y ahí vi cuando el chico que estaba en el carro cuando nos recogieron estaba disparando, y vi cuando el que estaba hablando se cayó al piso y todas las personas se tiraron al piso. La policía se tiró al piso, había tres policías uniformados. Yo me quedé en shock.
En ese momento, Élder me jaló de la chaqueta hacia él y me dijo que nos fuéramos rápido, que no me separara de él. Vi cómo el chico salió a correr hacia la entrada del parque. Vi cuando un civil sacó una pistola y salió corriendo detrás de él disparando. Cuando Élder y yo vimos que estaban intercambiando disparos, nos agachamos también. Nos fuimos agachados hacia el sur, atravesamos el parque hacia las rejas por donde entramos. Yo vi al chico que iba corriendo por el parque, él no se metió por las rejas por donde entró, sino que siguió derecho disparando una cuadra más. Vi cómo el escolta le disparaba, tenía una chaqueta negra y pantalón gris.
Vea la entrevista del director de SEMANA, Yesid Lancheros, con el director de la Policía, Carlos Triana.

Yo me quedé en las rejas mirando hacia donde iba corriendo el muchacho. Ahí había como ocho personas más mirando. Cuando volteé a mirar, Élder ya no estaba ahí. Se me había perdido de vista. Yo atravesé las rejas y veo a Élder que me estaba buscando y me jaló de la mano; nos fuimos caminando por la misma cuadra por donde entramos.
Estos son los videos de seguridad del momento en que el presunto sicario intenta escapar y es capturado por el esquema de seguridad del precandidato Miguel Uribe, en Bogotá. https://t.co/if1kX8qDUN pic.twitter.com/afJ3S5Mcuq
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 8, 2025
Ahí salieron una señora, un señor y una muchacha, y nos preguntaron qué había pasado. Élder les dijo que habían matado a una persona y que estaban intercambiando disparos. Nosotros seguimos derecho, llegamos a la esquina y el carro Spark gris no estaba. Élder empezó a soltar groserías diciendo: ‘Este hijueputa tenía que estar acá’. Volteó a mirar y vio que el Spark estaba en la otra esquina, donde había quedado de recoger al chico. Ahí vimos que la gente empezó a llegar a esa esquina y vimos que tenían a una persona en el piso.
El Spark arrancó, Élder lo llamó por teléfono y le dijo que se fuera de ahí y que nosotros mirábamos cómo nos íbamos, que él le hacía una llamada y que llegara donde estábamos nosotros. Nos fuimos caminando hacia la parte derecha, hacia el occidente, frente a un centro comercial. Nos subimos a un puente peatonal y él me dijo que no podíamos entrar al centro comercial porque había cámaras. Me pidió que me aguantara, que ahorita mirábamos dónde había un baño. Seguimos caminando por la avenida Cali y nos hicimos frente al Jumbo, frente a la bomba de Terpel.
Este es Carlos Eduardo Mora González, el segundo capturado por el atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/MIde2HtNJx
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 13, 2025
Ahí, Élder llamó al Hermano y le dijo que nos recogiera. Le envió ubicación por WhatsApp. El Hermano le dijo que estaba cerca y que lo esperáramos ahí que ya nos recogía. Mientras esperábamos, Élder recibió una llamada del conductor del Spark que le dijo que había logrado huir del lugar, pero sin el menor de edad. Ahí llegó un carro azul rey y nos recogió, iba conducido por el hermano de Élder, yo sé que este es el hermano, porque ya me lo había presentado. Él se sube por el lado del copiloto, yo me subí por la parte izquierda de la puerta de atrás, el hermano le preguntó que a dónde íbamos y Élder le dijo que teníamos que salir de ahí de Fontibón, porque de pronto estaban interfiriendo las llamadas y nos podían ubicar.
Ellos dijeron que nos íbamos para el Santa Fe, no recuerdo por donde cogimos. En el trayecto Élder le dijo al hermano que no había podido sacar al menor de edad y que la gente lo había retenido allá, pero que vio como el que tenían que matar había caído al piso y que ya habían coronado la vuelta. Entonces el hermano le empezó a contar sobre el día que tuvo.
Élder le estaba contando cómo el chico había disparado y poniéndole al día de lo que había pasado, ahí llegamos a un bar, nos bajamos y el hermano se quedó en el carro y se fue a parquearlo. Élder y yo entramos y pedimos tres cervezas, como a los cinco minutos llegó el hermano y empezaron a hablar sobre el celular de Élder. El hermano le dijo que lo mejor era que lo deberían botar, porque los podían rastrear por lo que habían estado en la zona, entonces Élder le preguntó al hermano que si sabía dónde lo podían vender y por cuánto; el hermano le dijo que sí, pero que a esa hora no sabía, le dijo que le pasara el celular y que él iba y lo vendía. Élder le sacó la sim card, formateó el celular y se lo pasó, le dijo que lo vendiera por lo menos por 250 ó 300 mil, ya que era un buen celular. No vi la marca ni el color del celular, ahí el hermano cogió el celular y se fue.
Yo me quedé con Élder hablando y él me preguntó que si me sentía bien, que si me sentía cómoda, y yo le dije que me sentía asustada, que me sentía nerviosa, que de pronto nos iba a llegar la Policía. Él me dijo que me calmara y que de pronto era mi miedo, porque había gente que nos había visto, me dijo que me relajara, que no me preocupara, que no pensara nada malo y que no trajera malas energías, yo me fui al baño, me arreglé y retoqué el maquillaje.
Cuando salí, él estaba en otra mesa a la salida de la cantina, yo me hice ahí y seguimos tomando, no cruzamos más palabras, me empezó a mencionar que yo le parecía muy atractiva, pero que lastimosamente éramos compañeros de trabajo y que no podíamos mezclar las cosas, yo le mencioné que yo tenía una relación y que no me interesaba encontrar a nadie en esos momentos, él me dice que igualmente éramos amigos y que no iba a pasar nada que yo no quisiera.
Ahí volví y le mencioné que era el último día que yo trabajaba y él me dijo que era una lástima que ya no me volviera a ver. Me dijo que me fuera bien, que me cuidara mucho. Ahí llegó el hermano nuevamente, le dijo que había encontrado a alguien y que solo le habían dado 200 mil pesos. El hermano sacó la plata y se la dió. Dijo que después tendría más plata y que con esta vuelta solo era una llamada y le daban la plata.
Yo pedí un cigarrillo y salí a fumar a la puerta. Ahí le dijo al hermano que llamara al veneco. Yo estaba fumando y el hermano salió a fumar también. Ahí llega el spark y se parquea como unos cuatro carros a ia izquierda de donde estábamos. Elder se fue hacia el carro y yo me fui detrás de él, ahí empezó a hablar con el del carro y le vi la cara al muchacho del carro, él tenía los ojos como de color verde o miel, era trigueño, tenía acento venezolano, ahí empezó a hablar con Elder.
Yo me puse a mirar por dentro del carro a analizar. Vi el celular de forro blanco, el que tenía el muchacho menor de edad que disparó. Este estaba en el asiento del copiloto. Ahí también estaba la gorra roja de este mismo muchacho y la chaqueta negra que él llevaba atrás. Esto fue como a las 6 y media o 7 de la noche. El que iba manejando llevaba una gorra, una camisa azul, ahí empecé a escuchar la conversación que estaban teniendo. Elder le dijo al chico del carro que le cambiara el color al carro, que le cambiara placas, que le quitara el GPS y que fuera y vendiera el carro donde fuera.
El venezolano le dijo que que hacía con el celular del chico, Elder le pregunta dónde está el celular y el venezolano le señaló el asiento del copiloto y le dice: ‘ese es el celular’. Elder le dijo que le sacara la sim, que lo reseteara, que lo vendiera o que lo botara.
El venezolano le preguntó que donde vendía el carro y Elder le dijo que él se encargara del carro y del celular. Le dijo que después se comunicaba con él por medio del celular del hermano de él, que estuviera pendiente, este venezolano le preguntó por qué el celular del hermano y Elder le dijo que porque él había vendido el celular de él.
Yo no sé de dónde conocía al venezolano ni como lo había contactado. Pero presumo que ya había hecho vueltas antes por el comentario que me había hecho en el carro. Ahí yo me entré. Ellos se quedaron hablando y yo me devolví al local. Me senté y me puse a mirar mi celular. Me metí a noticias. Mi idea era mirar qué había pasado con el muchacho que había disparado.

Vi una noticia que decía que acababan de atentar contra un senador, empecé a mirar al hermano de Elder que estaba ahí y le pregunté que como así que era un senador. El hermano me dijo que si Elder no me había comentado que si yo no sabía nada, yo le dije que yo pensaba que era un fiscal porque Elder me dijo que era un fiscal el que estaba haciendo la reunión.
Ahí llegó Elder. Se sentó y yo le pregunte y le mostré la noticia y me dijo que no me había comentado porque pensó que yo me iba a patrasear o a no aceptar el trabajo, y que yo no les había hecho el favor de llevar el arma si me hubiera contado. Ahí seguí mirando ia noticia y que el senador había recibido disparos en la cabeza y en una pierna o algo así. Les dije que lo mejor es que nos fuéramos de ahí porque en un caso de esa magnitud seguro nos iban a investigar rápidamente y nos iban a encontrar, que ese lugar era un lugar muy público y que yo no quería tener problemas.
Elder dijo que nos tomáramos las cervezas que había pedido pero estas estaban llenas. Elder y el hermano empezaron a secretearse en el oído. Ya después nos tomamos las cervezas y el hermano dijo que lo esperáramos ahí, que él iba por el carro. Se fue por el carro, Elder y yo no tocamos el tema. Ahí llega el carro, nos subimos al carro, yo en la parte de atrás. Arrancamos pero no se para dónde. Ellos empezaron a hablar entre ellos y dijeron que iban a mandar al venezolano a vender el carro y que luego lo mataban. Dijeron que necesitaban acabar con la cola, que primero iba a ser el venezolano del Spark gris y luego el menor de edad.
Yo le pregunté que por qué iban a matar al del Spark gris y me dijo que él ya tenía antecedentes con él, que era muy chismoso, que soltaba la lengua, que la gente se podía enterar por boca de él que nosotros estábamos implicados en el caso del senador.

La ruta fue como por 15 minutos, pero según ellos iban para un bar que era de ellos, que era un bar cerrado. Llegamos como unas cuadras antes, nos bajamos Elder y el hermano se fue a guardar el carro. Nosotros nos fuimos caminando como unos cinco minutos y nos fuimos hablando.
Él me contó que el había vivido en ese barrio y que se había criado. No me dijo el nombre del barrio, pero dijo que a él lo respetaban mucho ahí porque había matado mucha gente ahí. Me contó que él tenía un hermano que lo habían matado, pero no me conto quién lo había matado, ni nada de eso.
La discoteca era en un tercer piso y era a puerta cerrada. Parecía como un burdel, había un chico de seguridad afuera. Él abrió la puerta cuando me vió y me iba a requisar y Elder le dijo que no, que yo venía con él y que no me fuera a tocar.
Antes de entrar, venía el hermano caminando y lo esperamos para entrar los tres. La discoteca quedaba en un segundo piso. A él lo conocían todos porque según él me dijo el bar era de él y ahí se hacía todo lo que él dijera. Fuimos a la barra, se saludó con el que esteba atendiendo, la mujer del que estaba atendiendo, a los djs, me preguntó qué quería tomar, me compro una smirnof en lata, él se compró una cerveza y dos gatorades.
El bar afuera no tenía nombre. No había visto nunca el barrio ni sabía cómo se llamaba. Yo me quedé en la mesa con el hermano de Elder escuchando música. A Elder lo conocía todo el mundo ahí. El que estaba atendiendo sacó una bolsa con droga sintética. Vi como Elder consumía.
Todos los de la barra consumían. Yo me fui para el baño. Salí y Elder llegó a la mesa y se sentó al lado de nosotros. Ahí llegaba gente a hablar con él y le decían que hace tiempo no lo veían. Ahí vi como salían chicas de una habitación y me di cuenta que eso era un burdel. Eran como las 10 de la noche y mi pareja me empezó a llamar que dónde estaba.
Yo le dije a Elder que me tenía que ir, sí o sí. Elder me dijo que me quedara un ratico más. Yo me quedé como una hora más y mi pareja me empezó a llamar insistentemente. Ahí le dije que me iba, ahora sí. Él me dijo que si me pedía una moto o un carro. Como yo no tenía carga en el celular, ya que estaba descargado, le dijo al hermano que me pidiera una moto.
El hermano de Elder se metió a Didi, me preguntó la dirección y me pidió una moto. A los dos minutos llegó la moto. Me despedí de ellos, bajé las escalera y Elder bajó conmigo. La moto estaba parqueada de frente y a lo que fui a saludar al de la moto, Elder me dijo que no tenía plata y que le pidiera a alguien prestado para pagar.
Ahí me despedí de él y él me dice que después me contactaría para pagarme lo que había acordado por llevar la pistola. Habíamos acordado 10 millones de pesos y que me los pagaba en efectivo, cuando el senador ya hubiera muerto y si no se moria me pagaba 600 0 700 mil, que era lo que el pagaba por llevar el arma.
Me subí a la moto y me fui para cerca de mi casa a un establecimiento donde mi pareja me estaba esperando. Ahí me vi con él. Lo recogí y nos fuimos los dos para la casa. Me empezó a preguntar que dónde estaba, con quién y yo le dije que estaba con unas amigas.

Mi pareja llevaba unas bebidas y nos quedamos toda la noche en el apartamento. No salimos para nada. Ahí no volví a saber de Elder. Él no me volvió a contactar hasta el viernes 13 en la mañana a eso de las 8 o 9 a. m. Me llamó al número de celular que él me había dado. Me dijo que si había visto los videos, las noticias de cómo estaba la situación. Yo le dije que sí, que tenían videos de nosotros, pero que no tenían mi cara.
Me dijo que no esperara a que buscaran mi cara, sino que me fuera, que me fuera para Florencia, porque allá no me iba a encontrar nadie, que allá me iban a dar todo y no me iba a faltar nada. Yo le dije que me quería ir para Ecuador y él me preguntó por qué. Yo le dije que porque mi pareja ya había estado allá y que allá no se necesita visa, ni pasaporte. Él me dijo que no, que allá era más fácil que me encontraran y me insistió que me fuera para Florencia, que allá podía estudiar lo que yo quisiera.
Yo le pregunté qué podía estudiar allá. Él me dijo que un curso de drones o un curso de francotirador, que estos cursos iban a ser allá con la guerrilla. No me mencionó qué grupo de guerrilla, si eran de las Farc o cuál era. Me dijo que él tenía contacto con la guerrilla allá, que él conocía allá personas, que no me iba a faltar nada.
Me dijo que esto era en un campo en el monte, que así como había guerrilleros, había mujeres, que no me asustara que alla él ya me había recomendado. Yo le dije que yo no me quería ir para allá y que no quería hacer esos cursos. Él me dijo que cada curso duraba seis meses. Yo le dije que no me quería comprometer porque yo quería durar máximo dos meses y que le iba a tomar la palabra. Me iba a ir para allá, pero simplemente dos meses no más.

Me dijo que entonces empacara una maleta con mis cosas, que no fuera a llevar mucho, que si me faltaba algo que alla compraba. Me dijo que nos viéramos, que nos teníamos que encontrar en ese momento para que él me pasara un celular nuevo.
Él me dice que coja un bus para Florencia, que no me meta al terminal sino que lo coja afuera y que cuando llegue a Florencia Caquetá, ahí me hospedara en un hotel cualquiera, que en unas 8 o 10 horas me contactaba.
Me pidió que estuviera pendiente del teléfono. Yo le colgué la llamada. Empaqué dos maletas. Mi pareja me preguntó que para dónde iba y yo le dije que me iba para Florencia a recoger unas cosas que me habían pedido mis papás. Me preguntó qué iba a recoger. Yo le dije que le iba a contar la verdad, que yo me iba a ir de viaje con unas amigas y no quería que mi mamá se enterara. Él me dijo que me portara bien, que si necesitaba algo que le dijera.
Yo le pedí que me comprara una simcard y me preguntó para qué. Le dije que yo la compraba. Me bañé, me arreglé y salí. Me llama Elder y me dice que dónde estaba. Yo le digo que afuera de mi casa. Me dijo que nos viéramos en La Picota. Yo fui en alimentador y me baje en el portal de Usme. Me fui caminando hacia La Picota.
Ahí llegué. Elder me llama y que había mandado a alguien para que me entregara un celular. Una moto se estacionó al frente mío. No se que modelo era, pero era negra, me pasó un celular Samsung. Me pasó una simcard y me pidió el celular que me había dado Elder. Esta persona traía un pasamontañas de esos de moto, traía la cara cubierta, no se quitó el casco, se veía joven por los ojos.
Fiscalía señaló que el atentado contra Miguel Uribe Turbay tuvo “motivaciones políticas”. Así se reveló en la audiencia contra alias Gabriela. https://t.co/if1kX8qDUN pic.twitter.com/izMpCW3jV9
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 20, 2025
Yo le pasé el celular, lo reseteé, eliminé todo y le pasé el aparato, con la simcard. Yo ahí guardé el teléfono nuevo con la simcard. Me dió 200 mil pesos en efectivo, en billetes de 50 mil. Ahí me fui sin despedirme para la casa. Puse la simcard en el teléfono, instalé el WhatsApp, eran las 3 o 4 de la tarde. Le pedí el favor a mi pareja que pidiera un carro, él pido un carro por InDrive. Llegó una minivan a recogernos. Yo bajé las maletas y las subí al carro, con mi pareja. Ya de ahí salimos para el terminal del Salitre.
Este carro paró en la entrada de donde salían los buses para Florencia, estuvimos esperando, se tornaron como las 7 de la noche para que pasara un bus a Florencia. Pasó el bus, le hicimos la parada, subí las maletas, les puso como un sticker y me pasó unas fichas para recordar el número de las maletas. Me despedí de mi pareja, me subí a la flota, pagué 80 mil pesos el tiquete, arrancó el bus.
Luego, paró en el terminal del sur. Se subieron dos policías. Yo me asusté. Me pidieron mi cédula, número de identificación. Yo le dicté mi cédula y mi nombre. No pasó nada más. Ahí arranco la flota, durante todo el camino no tuve comunicación con Elder, solo con mi pareja.
Él me decía que estaba en la casa de un amigo y me mandó videos mostrando que estaba en una casa tomando. Ahí apagué el celular, ya que mis papás me estaban llamando a mi celular. Les dije que estaba viajando para Ecuador, pues antes de irme en la flota, yo llamé a mi mamá y le dije que me iba para allá. Ella me preguntó que por qué así de repente.
Le dije a mi mamá que me iba a otra vida, a trabajar, a hacer otras cosas. Cuando íbamos por la carretera, el bus se varó y llegó otro bus para hacer el cambio. A las 10 u 11 del día hubo como un derrumbe y ahí duramos como una hora. Se empezaron a mover los carros y continuamos el viaje. En el camino me encontré con una amiga que había conocido hace mucho tiempo en Neiva. Ella se subió en el terminal de Neiva, iba con su pareja, con un chico. Se hizo en la parte de atrás conmigo. Íbamos hablando. Yo no le mencioné nada de lo ocurrido. Solo le dije que iba por cuestión de trabajo.

Ahí llegamos a Florencia a las 12 y media del día. Yo le dije que si nos hospedábamos en el mismo hotel porque yo no conocía Florencia. Ella me dijo que sí, que ella no conocía Florencia tampoco. Me dijo que la pareja de ella sí conocía Florencia. Ahí nos bajamos y tomamos un taxi. El novio de ella se quedó a hacer unas diligencias y ella y yo cogimos el taxi para el centro de Florencia.
Cuando llegamos al centro, nos bajamos, pagamos y empezamos a buscar un hotel. Preguntamos en dos hoteles y tomamos uno que queda en frente del Hotel La Realeza. Entramos, pagamos. Ella pidió la habitación para dos y yo pedí una habitación para mí. Ahí, Elder me llamó como a la una y media de la tarde. Me dijo que lo agregara, que ese era el número de él. Yo le escribí y le conté que me había hospedado en un hotel, le pregunté cuál era el paso a seguir.

Él me manda el nombre de un hotel ahí en Florencia y me dice el nombre de otro lugar. Me dice que me vaya para ese hotel, que me dirija al otro punto y que de ahí me iba a recoger una persona en una moto. Los nombres de esos lugares los tengo en los chats de whatsapp del teléfono que él me dio.
Yo le puse nombre de contacto como “TULIO”. Le dije que me iba a hospedar en otro hotel, que me iba a bañar, a descansar, a comer algo y que si quería que el día siguiente me iba para el hotel que él me dijo.
Así fue la captura, en Caquetá, de Katerine Andrea Martínez Martínez. La mujer fue señalada de haberle entregado el arma al presunto sicario que atentó contra Miguel Uribe Turbay. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/52mD2VRtPb
— Revista Semana (@RevistaSemana) June 16, 2025
Elder me dijo que no había problema, pero que la persona me estaba esperando y que estaba aburrida. Yo le respondí que siguiera aburrida, pero que yo iba a descansar, no me dijo el nombre de esta persona. Ahí me bañé, me arreglé y salí con mi amiga a tomar algo. Esto fue como a las 3 de la tarde. Ahí pase por enfrente de una comisaría de policía como dos veces y me hice en un bar como a una cuadra de la estación. Tomé como hasta las 4 y media con mi amiga. Yo estaba mirando mi teléfono y veo que empezaron a llegar policías. Por todo lado, se me acerca una policía y me dijo que me iba a hacer un registro, me encontró una navaja, me dijo que eso iba para comparendo, y yo le dije que esto era como protección personal.

Ahí se me acerca un oficial y me dice que yo tenía una orden de captura. Me leyó por qué tenía la orden de captura. Me dijo que estaba detenida por tentativa de homicidio, porte de armas y municiones y por uso de menores. Me leyó mis derechos. Me desmayé. Me levantaron los policías y me esposaron. Me quitaron una plata que llevaba, como 450 mil pesos. Ahí me subieron a una patrulla, me tuvieron como media hora allí. Me decomisaron los celulares, un millón cien que tenía.
Esa plata: los 450 mil y el millón cien, era mía de mi trabajo como webcam. Ahí me transportaron en avión, me tomaron fotos, cuando me subieron y bajaron del avión. Ya aquí me llevaron para una estación metropolitana de Bogotá. Me llevaron para Puente Aranda a Medicina Legal, me examinó para que no tuviera lesiones y me preguntó que si me habían tratado mal. Les dije que no y me trasladaron para acá.