Nación
La historia de alias el Costeño, barbero del barrio El Muelle, en Engativá, que se volvió cerebro del atentado contra Miguel Uribe Turbay
Trabajó durante dos años en esta zona de Bogotá como barbero, al parecer una fachada, pues desde el local manejaría negocios de microtráfico. A unas cuadras del lugar, conoció al sicario menor de edad que atentó contra el precandidato.

A pocas cuadras del aeropuerto El Dorado, se planeó y ejecutó el plan criminal para atentar contra la vida del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay. Se trata de una zona popular llena de comercio ubicada en el sector de El Muelle, donde trabajaba como barbero Elder José Arteaga Hernández, conocido con los alias del Costeño o Chipi. En esa misma zona vivía el sicario menor de edad que fue contratado para cometer el crimen.
Las indagaciones de las autoridades apuntan al barrio El Muelle, en la localidad de Engativá, una zona de unas 15 cuadras a la redonda. Está llena de locales comerciales, bodegas, talleres de mecánica, comercio y casas reformadas de varios pisos donde se arriendan apartamentos.
Hay varios negocios de barberías y en algunos de ellos trabajó alias el Costeño, quien detrás de esa fachada manejaba negocios de microtráfico. En esa misma zona (ver foto), vivía el menor de solo 15 años que atentó contra Miguel Uribe Turbay.

Un rompecabezas que empieza a casar perfectamente si se tiene en cuenta que, al momento de capturar al menor sicario, lo primero que dijo fue que tenía los mensajes del Viejo, quien habría dado la orden y puesto el dinero para el crimen.
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Tal como ha revelado SEMANA, el Viejo sería el jefe de la olla de Engativá, ubicada justamente en El Muelle. Ahí el Costeño, aun prófugo de la justicia, habría coordinado todo, pero siguiendo las órdenes directas del Gancho del Centro, o alias Mosco, uno de los dueños y señores del microtráfico en Bogotá, a quien el Viejo le rendía cuentas.

Los seguimientos de las autoridades son claros: en las imágenes se ve claro cuando el sicario sale de su casa horas antes de ejecutar el crimen. Vivía en una casa de dos pisos, de fachada gris y puertas negras, cuyos andenes estaban siendo intervenidos. Ahí se le ve con una gorra naranja, chaqueta negra de capucha y unos jeans con parches, tal y como estaba vestido cuando llegó a Modelia.
En la zona, alias el Costeño es conocido y los colegas de las barberías saben muy bien de quién se trata; aunque no había regresado, ahora vivía en Soacha y se había dedicado completamente al crimen.
Fue el Costeño quien consiguió a Carlos Eduardo Mora, el conductor del Chevrolet Spark gris, quien fue el encargado de transportarlos días antes en la planeación del atentado. Fueron hasta Modelia, se parquearon en el mismo punto donde el fatídico sábado se ubicó con El Costeño y Katherine Andrea Martínez, quienes le entregaron la pistola Glock, lista para disparar en ráfaga contra Miguel Uribe Turbay. En ese carro, el menor dejó la cachucha roja y la chaqueta para no ser identificado.

Según el testimonio de alias Andrea, quien fue capturada en Florencia, Caquetá, “el muchacho estaba muy eufórico, acelerado, como contento. Decía: ‘Lo vamos a hacer real, le voy a pegar, le voy a pegar todos los tiros en la cabeza’”.
“Elder le dice al muchacho que no fuera a oprimir nada, porque ya se le había programado (el arma) para que disparara seguido, no tiro a tiro, sino seguido, como en ráfaga. Ahí le pasa el arma al muchacho, le dijo que se la guardara en el pantalón y que no oprimiera nada. Elder le dijo que solo la tocara cuando la fuera a utilizar en el parque”, se lee en la declaración de alias Andrea, revelada en exclusiva por SEMANA.
En el atentado contra Miguel Uribe Turbay, cometido en el tradicional barrio Modelia, en el occidente de Bogotá, han venido cayendo cada uno de los autores materiales.
El menor de edad contratado para disparar; alias Andrea, quien llevó el arma; alias el Hermano, quien apareció al final para sacar del lugar al Costeño, y el conductor del Chevrolet Spark que sirvió de ‘patrulla’ en la planeación previa. Todos ellos tienen un vínculo que los lleva muy lejos de Bogotá, hasta Florencia, capital de Caquetá.
Ahí viene la bomba que la Fiscalía tiene entre manos y que ha guardado con recelo: la orden de asesinar a Miguel Uribe Turbay, presuntamente, vendría de las disidencias de las Farc de la Segunda Marquetalia, comandadas por el sanguinario Iván Márquez. Así ha quedado ratificado en los diferentes testimonios que se han recaudado.