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La indignación de las víctimas de las Farc contra la JEP por la polémica amnistía a Rodrigo Granda: hablan Ingrid Betancourt y el general (r) Mendieta
Las recientes decisiones de la JEP han generado molestia entre las víctimas, no se explican decisiones como la amnistía a Rodrigo Granda mientras ellas siguen esperando la prometida verdad y reparación.
Un verdadero trago amargo tuvieron que beber esta semana las víctimas de las Farc; familias que vivieron en carne propia el horror de la guerra, secuestros, tomas guerrilleras, grilletes en los pies y asesinatos a sangre fría. ¿La razón? La decisión de la JEP de concederle la amnistía, por delito de rebelión, al sanguinario Rodrigo Granda, el canciller de las Farc. De reparación y verdad, no hay nada.
Por si fuera poco, pareciera que mientras la JEP avanza y estudia los casos de exguerrilleros primando beneficios para ellos, los reflectores apuntan con más claridad hacia los militares; en un hecho histórico, la primera “sanción propia por responsabilidad individual” que acaba de proferir la justicia transicional es contra 11 militares de Norte de Santander por su responsabilidad en ejecuciones extrajudiciales. La sanción está bien, pero contra las Farc, nuevamente, no hay nada.
La promesa de que las víctimas serían el centro de este acuerdo, al parecer, no fue más que un cañazo. Las Farc, lejos de reparar y contar la verdad, han dedicado sus esfuerzos a buscar la amnistía, pero no solo la entregada a Granda. Hace poco, SEMANA reveló en exclusiva el fracasado intento de los exguerrilleros que, acudiendo a una tutela, buscaban que de un plumazo se les entregara la amnistía a más de 14.000 hombres.
La paciencia, la comprensión y la espera tienen límite. SEMANA consultó a víctimas del conflicto como la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, el general (r) Luis Herlindo Mendieta, organizaciones como la Corporación MilVíctimas, y hasta soldados que vivieron el terror de resistir en medio de la guerra las violentas tomas armadas que, casi siempre, terminaban en un inhumano secuestro, que tenía hora de entrada, pero nunca de salida.
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La indignación es total. No entienden cómo a un hombre como Granda, que se burlaba en la cara de sus víctimas, hoy se le conceda un beneficio tan grande como la amnistía por sedición, es decir, por levantarse contra el Estado, un paraguas tan grande que puede resultar cubriendo todo tipo de hechos criminales.
Para las víctimas consultadas por SEMANA, todo esto deja un interrogante en el aire: ¿cuándo serán sancionadas las Farc?
En diálogo con SEMANA, la excandidata Ingrid Betancourt reconoce que en el diseño del acuerdo de paz, a los integrantes del secretariado de las Farc se les da una amnistía por los delitos políticos, cosa que, como dice ella, “es entendible y hasta lógica”.
Sin embargo, puso el dedo en la llaga al señalar que cuando se revisan los argumentos de la decisión, el tema pasa de castaño oscuro: “Preocupa que en la letra menuda de la decisión con la que la JEP le concede la amnistía a Granda, se habla de unos delitos en los cuales está incurso, como homicidios, y no son indultables o amnistiables; son crímenes de guerra. Lo que la JEP intenta explicar, es que en estos delitos no ha tenido pruebas que demuestren que Granda estaba vinculado”.
“¿Cómo es posible que la JEP pida a los órganos de justicia que le borren el historial delictivo a Granda? Eso es inaceptable”, dice, ante la impotencia que le genera la decisión.
Pero eso no es todo. En el auto de 57 páginas, de agache, la JEP se refiere a un episodio bochornoso que tuvo lugar en la sede del Partido Comunes, en Bogotá, en el que, en medio de música y fiesta, se le brindó un homenaje al sanguinario Jorge Briceño, conocido como el Mono Jojoy.
Para los magistrados, aquella tarde en la que se escucharon palabras como “viva el Mono” o “salud por el Mono, camaradas”, no ocurrió ningún hecho que tenga relevancia penal, sino que, simplemente, fue un acto político para recordar al líder guerrillero abatido en 2010, durante el segundo Gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Para el general Luis Mendieta, quien estuvo más de 12 años en poder de la guerrilla, secuestrado, encadenado, con constantes marchas de cientos de kilómetros en medio del fuego cruzado, esta amnistía es como echarle sal a una herida que poco o nada ha cicatrizado, aunque se esfuercen por perdonar y pasar la página.“Se están vulnerando todos los derechos de las víctimas.
Ellos eran los máximos cabecillas, los determinadores, los que maquinaron cientos de crímenes de lesa humanidad. Incluso, en el caso de Granda, con el secuestro, tortura y asesinato de la hija de Raúl Cubas, expresidente de Paraguay, a quien literalmente enterraron viva. Y en Colombia, nosotros estuvimos en jaulas de concentración, con torturas durante años. Nos retuvieron media vida y hasta el momento Granda no ha dicho la prometida verdad, pero la JEP lo premia con una amnistía. Eso es muy doloroso”, asegura Mendieta.
El general en retiro hace una pausa en medio de su desahogo para recordar crudos episodios de la guerra que le tocó vivir con cadenas en el cuello, como animales. “Mire, ellos se burlan de las víctimas con el ‘quizás, quizás, quizás’. Se burlan cuando hablan de reparar con escobas y traperos. No han hecho nada por resarcir el daño que han causado”.
Granda ha sido señalado como autor intelectual del secuestro de Cecilia Cubas, asesorando al Ejército Paraguayo del Pueblo, el grupo delincuencial que cometió el crimen. El juez Pedro Martínez emitió una orden de captura internacional en su contra y, por ello, se había llegado a hablar de una pena pendiente de 35 años de cárcel.
A finales de 2012, la justicia paraguaya reiteró el pedido de captura de Granda. La petición se envió a Lyon (Francia), donde está la sede de la oficina central de Interpol, luego vinieron los diálogos de paz con el Gobierno de Juan Manuel Santos, en La Habana (Cuba). Granda terminó sentado en la mesa negociando y el hecho pasó al olvido. Hasta en Paraguay hay impunidad.
A las Farc, hoy Comunes, no parece importarles. Las víctimas señalan que es una clara muestra de cinismo la propuesta de que la sanción por tanto dolor causado sea escribir libros y cartas rememorando los horrores del conflicto.
Por ejemplo, uno de los hombres que vio de cerca el horror y la crueldad de Granda es Wilson Hernán Benavides, un soldado que fue secuestrado en la toma de Miraflores. Para Benavides, el problema no es la amnistía de la JEP, sino que no se tengan en cuenta a las víctimas en temas clave como reparación integral.
“Yo creo que la JEP ha tenido un acto generoso con los exguerrilleros de las Farc y en especial con el señor Rodrigo Granda, amnistiándolo, indultándolo. Pero pensamos que también deben tener actos generosos con las víctimas indemnizándonos y reparándonos”, afirmó.
SEMANA igualmente consultó a Rosa Yineth Valoyes, directora de la Corporación MilVíctimas, quien deja claro que están muy sorprendidos por la decisión y asegura que han sido mayúsculos los pasos en beneficio de las Farc, “por lo que consideramos que hay un desbalance en términos de derechos que deberían ser otorgados a las víctimas, para quienes se supone fue creado un sistema en el que se prometió que serían el eje central”.
Es justamente eso lo que piden: verdad y justicia. Quieren que la memoria de sus seres queridos no pase al olvido, pero también que la JEP recuerde que no se debe premiar a los victimarios en la delgada línea que separa la amnistía de la amnesia.