Nación
Lo que pocos conocían sobre la vida de Manuel Elkin Patarroyo: sus micos, los vestidos azules y las frustraciones en el Amazonas
Rumbero, divertido, políticamente incorrecto. Así era el científico colombiano.
Era divertido, cercano, un científico fraterno, con gran sentido del humor que formó a gran parte de la generación de médicos en el país. Manuel Elkin Patarroyo, el reconocido médico e investigador colombiano, falleció a sus 78 años este jueves, 9 de enero, en Bogotá, producto de un paro cardiorrespiratorio.
Patarroyo, quien gozó de prestigio por sus investigaciones y la aproximación a la vacuna contra la malaria, enfrentó quebrantos de salud en las últimas semanas, le contó a SEMANA Manuel Patarroyo, su hijo, un prestigioso médico que, como su padre, se dedica a la formación de investigadores en el campo de la salud. “Es una noticia lamentable”, afirmó.
El médico, conocido también porque era rumbero, amante del vodka y políticamente incorrecto, fue controvertido. Su investigación contra la malaria lo llevó a experimentar con decenas de monos, un hecho que generó la furia de las asociaciones de animalistas que lo pusieron contra las cuerdas, lo llevaron a la justicia y detuvieron sus investigaciones. Ese hecho lo desanimó y le generó una profunda tristeza.
La frustración científica duró varios años e, incluso, lo acompañó hasta la muerte, y llevó a que su centro experimental en Leticia, Amazonas, uno de los lugares donde él se encerraba durante varias semanas, cerrara sus puertas y quedara sumido en el abandono.
Conocía muy bien Amazonas y, en ocasiones, se quedaba en una casa de tablones de madera que hizo en un poblado, lejos de Leticia.
Su vacuna contra la malaria, desarrollada en gran parte en 1987, logró reducir la enfermedad en diferentes lugares de América Latina y África. Y resultó clave para que se adelantara la definitiva. Él siempre soñó con obtener el Premio Nobel en Medicina, pero no lo consiguió.
Patarroyo, el científico que casi siempre vestía con camisas blancas y sacos azules, era una voz importante que resonaba en distintos sectores políticos.
Era cercano a la mayoría de los gobiernos, incluso, se le vio por última vez en la Casa de Nariño en el gobierno de Iván Duque en medio de la pandemia por la covid-19. Él trabajó durante los últimos meses en una vacuna para eliminar definitivamente la presencia del covid en el cuerpo humano. Sin embargo, era frentero y opinaba sin filtros sobre la política en el país.
Quienes lo conocieron de cerca hablan de su apasionamiento por su tierra, el municipio de Ataco, Tolima, donde nació y se crio durante sus primeros años. Cada vez que podía recordaba sus inicios en su vivienda, sin agua potable y caminando al lado de un burro cargando el líquido para abastecer a su familia.
Fue un médico brillante y consagrado, que dormía temprano diariamente y se despertaba a las 3 a. m. para repasar los avances de su equipo de trabajo. Y a las 9 a. m. estaba en su oficina ubicada sobre la avenida 26, en Bogotá.
Quienes lo conocieron lo describen como un magnífico profesor al que no le importaba explicar a ignorantes su trabajo. “Era un maestro tan claro, que uno lo entendía”, le contó a SEMANA uno de sus amigos, quien pidió reserva de su nombre.
Ingresó a la facultad de Medicina de la Universidad Nacional y se graduó con honores. De hecho, la institución lamentó su fallecimiento. “Resaltamos y agradecemos su aporte a la ciencia y a la salud de nuestro país”, expresó la institución.
Se graduó en 1971 y, desde ese momento, orientó clases en la facultad de Medicina de la Nacional. Posteriormente, se especializó en Inmunología en la Universidad de Yale y realizó estudios de posdoctorado en el Instituto Karolinska de Estocolmo.