CONGRESO
¿Marihuana legal en Colombia? El camino hacia la legalización avanza, pero estará lleno de controversias
La industria del cannabis se abre paso en el mundo por sus amplios potenciales médicos y económicos. Pero el tránsito hacia la legalización en Colombia es un camino tan espinoso como controvertido.
Para muchos ciudadanos en el mundo, el cannabis se ha convertido en un tópico para el dolor, una ayuda para dormir, un estimulante del apetito o un alivio para la epilepsia. Sin embargo, en Colombia este último paso aún no se ha dado. Pero esta realidad podría empezar a cambiar con el histórico avance de esta semana en la plenaria de la Cámara al darle el sí a la legalización de la marihuana para consumo recreativo. A pesar de que aún falta camino por recorrer, esta es la primera vez que la Cámara aprueba esta propuesta. Y lo hizo con una aplanadora: 105 votos a favor y apenas 33 en contra.
El debate mostró un cambio en la forma en la que, históricamente, se ha abordado la discusión sobre la marihuana en Colombia. Por ejemplo, como pocas veces había ocurrido en el Capitolio, un congresista, el representante Daniel Carvalho, se atrevió a confesar que es consumidor de marihuana. “Consumo desde los 18 años. Mi historia de vida es una buena muestra de que no todo consumo es problemático. Eso no me ha impedido desarrollar mi proyecto de vida”, le dijo Carvalho a SEMANA.
Y soltó otra perla: “La probé por primera vez cuando prestaba servicio militar en el Ejército”. La sesión dejó ver que el Gobierno, a pesar de que el proyecto no es de su autoría, sino del representante liberal Juan Carlos Losada, se la jugó a fondo por el avance de la propuesta. Desde la Casa de Nariño llegaron dos ministros –el de Justicia y el Interior– para defender la legalización y alinear a su coalición a fin de que la iniciativa no tuviera ningún contratiempo. En la retina del país quedó el reciente discurso del presidente Gustavo Petro en la ONU, en el que habló del cambio en la política antidrogas del mundo.
“Ha fracasado la guerra contra las drogas y la lucha contra la crisis climática”, afirmó el mandatario, quien en otros escenarios ha hablado de “permitir la producción y comercialización de marihuana por parte de los campesinos sin licencias”. Además de quitarle el lucrativo negocio del narcotráfico a los criminales con la legalización, se pretende “migrar hacia un sistema basado en la salud pública, en el que se trate al adicto como un enfermo y no como un criminal”, según el representante Losada. La idea es promover un consumo responsable.
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“Buscamos que exista un producto seguro. Resulta que mucha de la marihuana que la gente se fuma está revuelta con distintas sustancias, metales pesados, glifosato, miaos de perro, caca de gato. Donde un usuario se fume esto le puede generar un daño terrible”, explicó el representante Alejandro Ocampo, famoso por usar en el Congreso trajes hechos con cannabis. Actualmente, en Colombia la industria del cannabis está permitida con fines medicinales, lo que ha atraído una inversión extranjera que alcanza un valor cercano a los 292 millones de dólares. Canadá es el principal país inversionista.
Pero el potencial económico de la planta, en caso de que se transite hacia la legalización, podría ser mayor. A partir del cannabis, además del famoso cachito, se elaboran esencias medicinales, prendas de vestir, artículos para el hogar y hasta materiales de construcción. Según un estudio de Fedesarrollo, la marihuana podría generar más empleos y crecimiento para el agro colombiano que el banano y las flores. Se espera que para 2025 esta industria produzca más de 50.000 millones de dólares en el mundo. También puede ser una fuente de recaudo fiscal.
Dejusticia estima un recaudo potencial de 1,4 billones de pesos al año.Si se logra aprobar la iniciativa en su totalidad, Colombia se convertiría en el tercer país de América Latina, detrás de México y Uruguay, en legalizar el consumo en adultos.
Potencias mundiales como Estados Unidos también están dando señales de ese nuevo enfoque. Hace dos semanas, el presidente de ese país, Joe Biden, anunció el perdón de condenas federales por posesión de marihuana, una medida que medios internacionales y analistas consideran que allana el camino hacia la despenalización total del uso del cannabis en ese país.
Actualmente, 23 estados legalizaron la venta de la planta y sus derivados de forma total o parcial, y casi siempre con fines médicos. Hay casos como el de Denver, Colorado, donde ya hay más comercios de marihuana que Starbucks.
Otros países también están repensando la relación con la marihuana. Portugal la despenalizó. Israel, Canadá y Holanda tienen programas médicos de marihuana. El mundo, inevitablemente, se ha empezado a mover en esta dirección y Colombia parece no querer quedarse atrás.
Dificultades
Sin embargo, a pesar del amplio potencial médico y económico del cannabis, su legalización no es un camino de rosas. Esta industria se enfrenta a complejos problemas. Los vendedores de marihuana legal en Estados Unidos, especialmente en Colorado, deben hacer la mayoría de sus transacciones en efectivo debido a que los bancos, de momento, no han querido financiar totalmente la industria. Abrir cuentas de empresa para esta clase de negocios es casi imposible y aún más difícil solicitar un préstamo.
Con el sistema financiero y sus estrictos controles contra el lavado de activos de espaldas a la industria del cannabis, resulta cada vez más difícil rastrear todos los dineros que se mueven. Y la opacidad en la información, en ocasiones, suele abrir la puerta a la ilegalidad. A esto debe sumarse el hecho de que, como le explicó a SEMANA el congresista Christian Garcés, del Centro Democrático, la marihuana, por ahora, no se puede exportar.
El mercado internacional, especialmente hacia Estados Unidos, es muy restringido, pues, más allá de los pasos a favor de la legalización, sigue siendo un producto penalizado en buena parte del mundo. “La marihuana no se puede exportar, va a haber sobreproducción y el consumo será mayormente interno. Por eso en los países donde se ha legalizado aumenta el consumo y aumenta también en menores de edad”, puntualizó Garcés. Agregó que “los problemas y gasto de salud pública se incrementarán”.
Según un informe publicado por el químico orgánico y uno de los gurús de los estudios sobre cannabis, el israelí Raphael Mechoulam, en el Multidisciplinary Center for Cannabinoid Research, “la marihuana no es una sustancia inocua”. Como ocurre con otros productos que actúan sobre el sistema nervioso, puede generar adicción o dependencia.
A pesar de que es uno de los mayores defensores en el mundo del uso del cannabis con fines medicinales, Mechoulam insiste en que esta sustancia tiene efectos especialmente en los más jóvenes. El académico cita estudios que demuestran que el uso prolongado de las cepas de marihuana con alto contenido de tetrahidrocannabinol puede cambiar la forma en que crece el cerebro en desarrollo. Afirma que en algunas personas el cannabis puede provocar ataques serios de debilitamiento y ansiedad.
Adicionalmente, si bien lo logrado esta semana en el Congreso colombiano es histórico, aún hay un largo camino por recorrer. Por tratarse de una reforma constitucional, esta iniciativa debe superar ocho debates en el Congreso, de los cuales ha sorteado apenas dos.
Según los cálculos del Capitolio, la reforma debe estar aprobada para el 20 de junio del próximo año. Pero no entrará en vigencia de forma inmediata, sino “12 meses después de su promulgación”, pues en ese lapso se deberá tramitar una norma reglamentaria para definir los detalles de la legalización. Es decir, antes de 2024 no estará completamente legalizada la marihuana en Colombia.
“Después de aprobada la reforma, tendremos que hacer una ley que regule. Allí deberá quedar consignado el modelo de mercado de esta sustancia, su regulación sanitaria, sus exigencias en materia de publicidad e incluso la naturaleza de los tributos que podrán ser cobrados en las distintas fases de producción”, explicó el representante Losada.
En el mundo retumban cada vez con mayor fuerza los vientos de legalización del cannabis, una planta con amplios potenciales médicos y económicos, pero con efectos sobre los consumidores. El Estado tendrá que analizar hasta dónde el respeto de la libertad personal se puede convertir en la condena social. ¿Llegó la hora de legalizar?