NACIÓN
Mujer en Caldas obligó a iglesia a no hacer sonar campanas cada hora: esta es la historia
La señora, que solo lleva dos meses en el municipio de Pensilvania, Caldas, alegó que el sonido del campanario y el reloj le producían estrés y dolor de cabeza.
Durante los primeros días de noviembre se conoció la polémica que se generó en el municipio de Pensilvania, Caldas, por cuenta de una particular acción de tutela que interpuso una habitante del pueblo contra la iglesia Nuestra Señora de los Dolores.
La demanda fue interpuesta por la mujer, alegando que el sonido repetitivo de las campanas del templo y el reloj no la dejaban dormir, y el sonido le causaba estrés y posteriormente fuertes dolores de cabeza. En ese momento, habitantes del municipio y el párroco de Nuestra Señora de los Dolores calificaron el hecho como una ofensa a las tradiciones católicas y su patrimonio, e incluso se promovieron plantones y recolección de firmas para defender al templo y sus campanas.
Sin embargo, de nada valieron las 3.632 firmas que la comunidad creyente de Pensilvania logró recoger, pues este viernes se confirmó que la mujer ganó la tutela y el juzgado del municipio ordenó al párroco del pueblo silenciar las campanas de 9 de la noche a 7 de la mañana.
Tras conocerse el fallo, el alcalde de Pensilvania, Jorge García, pide que la jueza aclare esta decisión y anunció que apoyará a la iglesia para que apelen en segunda instancia: “Nosotros creemos que las campanas deben continuar sonando, pues son parte de la cultura, de la tradición de nuestro municipio”, dijo el alcalde.
Por su parte, el párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, padre Libardo Flórez, manifestó que “no estamos conformes con eso, me parece una cosa fuera de tono, pues la señora no es del pueblo, llegó apenas hace dos meses y la gente quiere seguir oyendo las campanas”.
Según los habitantes de Pensilvania, las campanas fueron traídas por los mismos colonizadores y el reloj fue donado en la misma época, por lo que constituyen una tradición para el municipio.
La queja de la mujer no tiene precedentes en el municipio caldense en sus 154 años de historia, razón por la cual los pensilvenses consideran que la decisión puede abrir la puerta para que a través de recursos como la tutela, se viole y se acabe con este tipo de tradiciones.