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¿Pablo Escobar entregó a Carlos Lehder en una noche de excesos, tiros y drogas? Esto dice la exesposa del patrón del mal
Días antes de su captura, el jefe del cartel de Medellín lo había sacado de Hacienda Napolés, después de que Lehder asesinó a uno de sus sicarios. Una prostituta habría desatado esa crisis. La esposa de Escobar, María Isabel Santos, narra ese episodio en su libro.

En el mundo de los narcos hay una historia que se ha contado muchas veces. Se trata de la fiesta llena de excesos en la que se habría sellado la traición de Pablo Escobar a Carlos Lehder. El excapo regresó al país el pasado viernes tras décadas de estar preso en Estados Unidos y unos años en Alemania en libertad. Pocos narcotraficantes habían odiado tan enérgicamente al Tío Sam y habían dicho con tanto furor que preferían una tumba en Colombia que una cárcel en ese país.
Por eso, el hecho de que él terminara siendo uno de los primeros extraditados, en un momento de la historia en el que el tema produjo bombas y magnicidios, hicieron de Lehder una especie de leyenda judicial.
SEMANA contó en su momento cómo Lehder terminó ganándose ese tiquete a una pequeña celda en una prisión americana, durante una noche de fiesta llena de música, alcohol y drogas. Se dijo que Lehder estaba encerrado en una alcoba con una prostituta, consumiendo cocaína. Un sicario del jefe del cartel de Medellín le golpeó en la puerta y Lehder al abrir le metió un tiro en la frente. El ruido y el cadáver crearon una conmoción que llamó la atención de Escobar, Popeye y los otros invitados.

Lehder le ofreció disculpas al patrón, sacaron al muerto y la fiesta continuó. Él confió en que la cosa quedaba ahí, pero para Escobar no fue así. El incidente puso en evidencia para el jefe del cartel de Medellín los signos de pérdida de equilibrio mental de su socio. Y para Escobar no había nada más peligroso que un socio medio loco. Tomó la decisión de traicionarlo y entregárselo a las autoridades norteamericanas. A la mañana siguiente, lo hizo trasladar a lo que le describió como un lugar seguro. Luego, se dijo que hizo que uno de sus hombres llamara a los norteamericanos para informarles de esa ubicación.
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Mientras estuvo en prisión, Lehder evitó hablar de Escobar. En una entrevista con SEMANA, desde su diminuta celda en Marion, en 1991, esquivo la pregunta de cómo había terminado su relación con el capo. “Nacimos en dos medios distintos, tenemos culturas distintas, pero teníamos una causa común que era la lucha contra la extradición. Hace más de cinco años que cortamos nuestra amistad y no tengo ninguna relación con Escobar. Yo no tengo enemigos, tengo detractores, opositores, calumniadores; pero la calumnia lo mantiene a uno sociopolíticamente activo”, aseguró.
Pero quien sí habló fue la esposa del capo, hoy María Isabel Santos Caballero y en ese entonces Victoria Eugenia Henao. Lo hizo en su libro de memorias Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar.

Allí, ella contó lo que había sido de su vida con el capo y muchos detalles de lo que presenció como una testigo excepcional de la historia de la mafia. María Isabel cuenta que el 4 de febrero de 1987, una amiga la llamó para que se conectara de manera urgente a la radio.
“Quedé muy preocupada al escuchar que la Policía había capturado a Lehder en una finca en el municipio del Retiro, a 36 kilómetros de Medellín, y que sería extraditado inmediatamente a los Estados Unidos”.
La mujer cuenta también cuál fue la reacción de su marido, aunque ella en ese momento no estaba con él. El capo estaba en la Hacienda Napolés y vio las imágenes en el noticiero del instante en que conducían a Lehder al avión rumbo a los Estados Unidos.
“Pablo se veía descompuesto y tuvo una reacción inesperada: ‘¡Tíratele a las hélices! ¡Eso haría yo! No me dejaría llevar ni por el putas; prefiero arrojarme a esas aspas para que me maten antes de subirme a ese avión’”, cuenta ella que dijo Escobar, estupefacto ante la noticia.

Tres días después de ese hecho, cuenta María Isabel Santos, la Policía llegó a su casa en el edificio Mónaco a un allanamiento. Eran menos de las seis de la mañana y sus hijos, Manuela y Juan Pablo, dormían. ‘¿Dónde está el monstruo?‘, le preguntaron los oficiales. Las autoridades estuvieron seis horas esculcando todo en su casa y al final se fueron.
Tras ese asunto, Escobar decidió sacar a su familia del edificio Mónaco y trasladarlos a otro apartamento en Medellín. Allí llegó a verlos y vivieron encerrados mucho tiempo, ocultándose de las autoridades.
En uno de esos momentos de confinamiento, María Isabel le preguntó a su esposo si era verdad lo que se decía: que él había entregado a Lehder. “No, Tata, jamás se me ocurriría eso porque con la extradición no se juega. Es verdad que él estaba mal, vivía drogado y se había gastado todo su dinero, pero siempre tuvimos buenas relaciones y hasta le di la mano cuando cometió la embarrada del Rollo”.

La entonces esposa del hombre más buscado de Colombia no preguntó nada más, pero quedó intrigada por lo que habría podido pasar con Rollo. Tiempo después, una de las empleadas del patrón le contó lo que ella misma había visto. La mujer trabajaba en la cocina de Napoles y aseguró que Lehder le disparó a Rollo porque le estaba “coqueteando a una joven que a él le gustaba”. Y agregó: “mi marido ordenó que lo sacaran de la Hacienda en un helicóptero y lo llevaran a otra finca”.
María Isabel asegura que cuatro meses después de lo de Lehder, Escobar llegó radiante al edificio Mónaco: “La Corte Suprema acababa de eliminar la figura de la extradición. Sin cuentas pendientes con la justicia, Pablo se quedó a vivir con nosotros, como no lo hacía en años”.