Carga
Pese a las prohibiciones, las “zorras” siguen rodando por las calles de Colombia, en especial, en estos departamentos
Por primera vez, el Dane realiza un registro de los vehículos de tracción animal que hay en el país. Sus dueños son principalmente hombres con baja escolaridad e ingresos precarios. Los usan mayoritariamente para mover escombros.
Desde 1989, Colombia ha promulgado leyes orientadas a la salvaguardia de los animales empleados en la tracción de vehículos de carga, comúnmente referidos como “zorras”. Concretamente, los maltratos sufridos por equinos, en particular caballos y burros, han impulsado un progresivo proceso de prohibición de esta actividad en el país. Sin embargo, subsiste la autorización de su uso en contextos agrícolas y turísticos.
Para concretar esta prohibición, se les pidió a los zorreros sustituir las carretas por vehículos a motor, en programas que fueron desarrollados por las autoridades municipales y departamentales. No obstante, aún en 136 municipios del país caballos, burros y mulas siguen siendo usados para transportar carga. En otros 773 municipios esta mala práctica ya fue abolida y no se tiene información de otras 194 poblaciones.
Estos datos son del Dane, que acaba de publicar el primer Registro de Vehículos de Tracción Animal, aclarando que no mide a los que se usan para actividades agrícolas o para turismo, pues estos sí están permitidos, aunque cumpliendo normas de sanidad y protección de los animales.
Los 136 municipios en donde las zorras siguen rodando están principalmente en los departamentos del Valle y Atlántico, y hay casi 4.000 colombianos propietarios de vehículos de tracción animal. Para estas labores se usan a 4.080 animales.
Los propietarios de zorras son mayoritariamente hombres (87 %) y aunque su rango de edad va entre los 18 y los 65 años, llama la atención que quienes siguen explotando a los animales son principalmente personas de entre 50 y 60 años.
Otra característica que identificó el Dane entre los propietarios de zorras es que más de la mitad de ellos (54 %) solo tienen formación hasta quinto de primaria y el 67 % devenga menos de un salario mínimo al mes, lo que evidencia la precariedad de su situación y, tal vez, la dificultad que han tenido para sustituir al vehículo de tracción animal por uno a motor.
El principal uso que les dan a las carretas jaladas por caballos, burros y mulas es el transporte de escombros, seguido de la realización de domicilios y en una menor proporción el movimiento de material reciclable.
Crece la protección animal
La publicación del Registro de Vehículos de Tracción Animal se da en momentos en que crecen los movimientos en defensa de los animales, así como las tendencias hacia el vegetarianismo. De hecho, este sábado 26 de agosto se celebró el Día Mundial por el Fin del Especismo. El especismo es una práctica que consiste en discriminar con base en la pertenencia de un ser a una especie; en el caso de los animales, se refiere a tener unos como mascotas, que son acariciados y amados, y otros que son sacrificados para la alimentación humana como vacas, pollos y peces.
Y explica: “Los (animales) que son explotados por la industria alimenticia, de la moda, farmacéutica o para entretenimiento —como vacas, cerdos, pollos, peces, conejos, ratas, osos, ovejas, zorros, entre tantos otros—, sufren por prácticas que, en animales como perros y gatos, serían consideradas crueles y escandalosas, como pasar sus vidas encerrados en espacios reducidos o ser mutilados sin calmantes de dolor. Si bien estos animales sí pasan por este sufrimiento en algunos contextos del mundo, no se ve tan normalizado como en otras industrias como la de la moda o la alimenticia”.
A estas tendencias se suman los movimientos antitaurinos, que buscan la prohibición de la tauromaquia en todo el país y la creciente presencia de mascotas en espacios que antes les eran vedados como centros comerciales, restaurantes y vuelos. La mayor conciencia hacia la protección animal hace que el uso de caballos y yeguas para mover vehículos sea cada vez menor.