BOGOTÁ
Los líos de Peñalosa por cuenta de las protestas
El alcalde enfrenta críticas por cuenta del accionar de un policía durante una manifestación de personas con discapacidad. Antes se presentaron roces con trabajadoras sexuales y hasta en el campamento por la paz. La Personería llama a la sensatez.
En una nueva polémica está envuelta la administración de Enrique Peñalosa por cuenta de las acciones de la Policía frente a las manifestaciones. Este miércoles, un uniformado lanzó un gas lacrimógeno en la Plaza de Bolívar cuando allí estaba concentrada una marcha de personas con discapacidad. El hecho no es aislado para esta alcaldía, que el año pasado ya estuvo bajo la lupa pública por las acciones de ese mismo escuadrón frente a la trabajadoras sexuales, vendedores ambulantes y hasta en el campamento por la paz. ¿Es necesaria la presencia del ESMAD en cada manifestación?
Ayer, alrededor de un centenar de personas con discapacidad: ciegos, sordos, sin movilidad en sus piernas, con síndrome de Down, entre otros, marcharon en compañía de sus cuidadores por la carrera Décima hasta el Palacio Liévano. Le pedían al Distrito medidas de inclusión para esa población. La jornada transcurría en calma. Dos hileras de policías acompañaban la manifestación. Cuando esta entró a la Plaza de Bolívar, aparecieron los antimotines.
Hacia el mediodía, un miembro de la Fuerza Disponible de la Policía que ya está siendo investigado internamente, activó un gas en medio de la Plaza. Tanto el alcalde Peñalosa como el general Hoover Penilla, comandante de la Policía de Bogotá, reconocieron que, al contrario de lo que se dijo al principio, no se trató de un hecho accidental. Al parecer, según las versiones de la Policía, el uniformado actuó así en un intento por abrirle espacio a la marcha, pues otros manifestantes, del gremio de los transportedores, ya estaban en el lugar. Esas explicaciones, sin embargo, no evitaron la polémica. Y no es la primera vez que la admonistración Peñalosa está en la palestra por cuenta del trabajo de la Policía, y en especial del ESMAD, frente a las protestas.
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Durante la administración de Gustavo Petro, los distintos grupos sociales que suelen manifestarse se acostumbraron al diálogo directo con la administración. Esa alcaldía, en vez de enviar a los antimotines, hizo amplio uso de los gestores de convivencia de la Secretaría de Integración, que median con los manifestantes durante las protestas. Cuando el alcalde Peñalosa llegó al Palacio Liévano, en enero de de 2016, el choque fue significativo.
A los 20 días de sus posesión se registró el primer hecho. Un camión repleto de policías llegó hasta la Plaza de la Mariposa, rodearon a un grupo de trabajadoras sexuales y las condujeron a la UPJ de Puente Aranda. Varias mujeres denunciaron haber sido maltratadas por los uniformados. La Alcaldía, sin embargo, justificó las acciones bajo una de sus banderas: la recuperación del espacio público.
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Hechos similares se vivieron a lo largo del primer año de mandato de Peñalosa, pero frente a los vendedores ambulantes, que fueron desalojados de distintos puntos, en especial del centro de la ciudad. Sin embargo, el pico de la polémica se alcanzó cuando los miembros del ESMAD entraron a la Plaza de Bolívar, durante la madrugada del 19 de noviembre y desalojaron a las personas que habían montado allí el campamento por la paz, luego de la victoria del No en el plebiscito, y de la multitudinaria marcha del Sí.
En febrero pasado, fue el regreso de la temporada taurina a Bogotá el que activó la presencia del ESMAD en las calles. Y aunque hubo fuertes enfrentamientos con civiles, especialmente el los antitaurinos, esta vez, las críticas no cayeron sobre la Policía ni el Distrito, sino sobre las actitudes violentas de los manifestantes. Este capítulo tuvo una tragedia en su intermedio, cuando el 19 de febrero activaron un petardo en inmediaciones de la Plaza de Santamaría y asesinaron al agente Albeiro Garibello, de apenas 23 años.
Todos estos hechos han puesto sobre la mesa la discusión acerca la pertinencia del uso del ESMAD y el accionar de la Policía ante las manifestaciones en Bogotá. Es claro que para algunas, como las sucedidas en el marco de la temporada taurina, es necesario el trabajo del Escuadrón, incluso para salvaguardar la vida de los civiles, en ese caso, los asistentes a las corridas, que tuvieron que ser protegidos por la Policía frente a las agresiones de los manifestantes.
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Pero en protestas como la de este miércoles, donde solo marchaba un centenar de personas y en calma total, no se ve clara la necesidad de la Fuerza Disponible. La Policía regular ya había acompañado el recorrido de los manifestantes sin que se presentara un solo roce con ellos. Peñalosa le salió al paso a las críticas y, vía Twitter, lamentó los hechos. Para el alcalde, con una imagen desfavorable que ronda el 80% y con un proceso de revocatoria en curso, es muy cara la factura que paga por este tipo de acciones del ESMAD que recaen sobre él, pues es el Distrito el que en últimas determina el accionar de ese grupo.
Mientras la polémica tomaba fuerza, se conoció que la Corte Constitucional tumbó la regulación a las protestas que había impuesto el Código de Policía y que, entre otras cosas, le exigía que los manifestantes pidieran autorización, 48 horas antes de salir a marchar. Así, el tribunal le quitó dientes al Distrito y a todas las autoridades locales para ejercer control sobre la protesta.
Por su parte, la Personería distrital, además de solicitarle a la Procuraduría que investigue las responsabilidades del uso del gas durante la manifestación de este miércoles, hizo un "llamado a la sensatez y al uso racional de la fuerza pública, atendiendo los protocolos y estándares internacionales, especialmente de los elementos y armas no letales que pueden generar graves lesiones y afectación a la comunidad". Esa podría ser la clave a la hora de hacer uso de los antimotines: la sensatez.