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¿Qué opina María Isabel? El plan pistola
Atroz. Así fue el asesinato cobarde, con tres tiros por la espalda, de la joven patrullera Paula Ortega, madre de una hijita de ocho años. Sus dos asesinos pertenecen a las Farc de Iván Mordisco, quien ordenó un plan pistola contra la Policía, en momentos en que se trabaja para conformar una mesa de negociación con el Gobierno. ¿No les habrá dicho el comisionado de Paz que la manera de facilitarla es no matando?
A las 6:10 a. m., ¿qué estará opinando María Isabel hoy jueves 3 de agosto en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la condena-muerte que ayer por unanimidad un jurado en Pittsburgh, Pensilvania pronunció en contra del autor de una masacre que cobró la vida de 11 personas en una sinagoga en el 2018.
Esta es la primera pena de muerte federal bajo el gobierno Biden que ha impuesto una moratoria a las ejecuciones. Si no hubiera habido unanimidad, el asesino habría sido condenado a cadena perpetua. Las deliberaciones del jurado duraron 10 horas, no fueron fáciles porque había que examinar, pero no aceptaron finalmente los argumentos de la defensa de la salud mental del asesino, sus delirios, sus esquizofrenias y su epilepsia.
La figura, en todo caso, tratándose de la pena de muerte, no deja de causar cierta repugnancia como contraria de la civilización, al perdón y a las posibilidades de rehabilitación; pero seamos sinceros, se le viene a uno francamente a la mente cuando ocurren crímenes tan repudiables como el de la patrullera Paula Ortega asesinado con varios impactos de bala por parte de las disidencias de Iván Mordisco.
Como un nuevo capítulo de un plan pistola contra la Policía Nacional, según reportó el nivel central de la institución al parecer están ofreciendo 4 millones de pesos por cada policía asesinado y por robarle, como prueba, su arma de dotación. Este al igual que el de la sinagoga es un crimen de odio, el único pecado de la joven patrullera de 28 años, madre de una hija de 8 años, fue ser policía.
Iba tranquilamente en su moto por una calle de Neiva, rumbo a su trabajo cuando le dispararon por la espalda, cobardemente, y quedó tendida en una vía, en plena calle. Sus dos supuestos asesinos fueron por fortuna capturados, y lo peor de este asunto es que precisamente esas Farc de Iván Mordisco avanzan en la conformación de una mesa de diálogo con el Gobierno.
Al respecto, el presidente Petro lo único que hizo fue enviar un mensaje de condolencia: “La paz nos apremia, no podemos seguir perdiendo más vidas en esta guerra absurda”, y tiene razón, pero es que esto no es ‘soplar y hacer botellas’. El director de la Policía, general Salamanca, les advirtió a sus hombres que se tienen que anticipar, prevenir y mitigar los hechos violentos que pueden generarse en zonas priorizadas de orden público en el país.
De la reacción del ministro de Velázquez ni hablemos. Él es un simple notario de los hechos, pero ¿no merece un segundo pensar la mesa de negociación con quienes adelantan un plan pistola como preámbulo para fortalecerse? Una mesa de negociación requiere, así sea para discutir la paz con el enemigo, algún cambio de comportamiento de su parte en lugar de un agravamiento del mismo, algún signo de disposición a ser finalmente algún día esa paz.
De un crimen tan atroz, sus autores no pueden alegar ni esquizofrenia como el asesino de la sinagoga, ni hambre, que es la disculpa que usan acá los delincuentes. Merecen todo el peso de la ley y ojalá no aparezca por ahí un juez que encuentre su captura injusta, porque a veces esos absurdos suceden.
Lea la primera opinión de María Isabel de hoy jueves 3 de agosto:
¿Qué opina María Isabel? ¿Desesperación o venganza?
Como el presidente no puede destituir al fiscal, porque a pesar de lo que dice, no es su jefe, resolvió minar su autoridad, adelantando casi siete meses la terna para sucederlo. Y la elaboró con el evidente ánimo populista-feminista de que las tres candidatas fueran mujeres, para recibir alabanzas por su espíritu de género.
A las seis de la mañana, ¿qué estará opinando María Isabel hoy jueves 3 de agosto en SEMANA? Que lo que hizo el presidente, adelantándose prácticamente siete meses en la conformación de la terna para fiscal, tiene apariencia de hacer, por un lado, un acto de desesperación, y por el otro, un acto de venganza con el fiscal Francisco Barbosa.
Lo normal habría sido que la terna se conformará en noviembre. Sin embargo, hay que reconocer que un precedente parecido sucedió bajo el gobierno Duque, cuando era Carrillo, procurador general de la Nación, y el presidente se adelantó ternando a sus posibles sucesores, que incluían a Margarita Cabello, quien fue la elegida casi cuatro meses antes de que a Carrillo se le venciera su periodo, pero eso cumplió con el cometido consciente o inconsciente de minar la autonomía del procurador actuante.
Un fenómeno similar puede suceder con el fiscal Barbosa y con el chicharrón que tiene entre manos, el juicio contra Nicolás Petro y su exesposa Day en el que el fiscal debe lograr que Petro Junior confiese todo lo que sabe sobre el entramado financiero que aparentemente tenía como objetivo permear la campaña presidencial.
Pero el presidente Petro incluso en medio la polémica por el caso de su hijo, en el que hubo opiniones de que él debía apartarse la elaboración de la eterna de fiscal por motivos de pudor, se adelantó e hizo todo lo contrario, porque se adelantó a elaborar la terna. Y en un acto de populismo feminista, a lo Barbie —que incluso formó parte de una campaña de imagen elaborada por sus asesores presuntamente a su favor—, resolvió integrar su terna con solo tres mujeres que tienen estas características.
Las tres han trabajado en la Fiscalía y son mamertas en degradé. Una lo es mucho, otra un poco menos y la tercera aún menos. Se trata de las penalistas Amelia Pérez, Amparo Cerón y Ángela María Buitrago. Todas tienen méritos jurídicos para ganar esta contienda y experiencia, desde luego, pero si hubiera que apostar mi voto va por Ángela María Buitrago.
De esta manera, Petro se saca a su clavo, porque deja al fiscal en ejercicio con lista de sucesoras elaborada y mina un tanto su autoridad y su fortaleza para adelantar el juicio más grave de los últimos tiempos contra el hijo de un presidente en ejercicio.