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¿Qué opina María Isabel? Un país donde los funcionarios se caen para arriba
Aquí los funcionarios del Gobierno no se caen, se reciclan, generalmente para arriba. El último caso es el del director de la Dian, Luis Carlos Reyes, quien, a pesar de desempeñar el ingrato cargo de director de la Dian, se había ganado el cariño y la simpatía de los colombianos.
¿Qué estará opinando María Isabel hoy viernes 31 de mayo en SEMANA? Pues la opinión señala a la forma en que en este gobierno la gente se cae para arriba. Los ejemplos clásicos son Laura Sarabia, que luego del cableado de su niñera, fue retirada de su cargo como jefe de gabinete, pero semanas después, reintegrada como directora del Dapre.
Y duplicando su poder, hoy, quien se dirija a este gobierno, en el que el presidente no habla normalmente con sus ministros, ahora se ha vuelto de rigor dirigirse a Laura Sarabia en toda oportunidad.
El otro que se cayó para arriba fue el embajador en Caracas Armando Benedetti, que del asfalto, pasó a ser flamante embajador en Italia ante la FAO, cargo que estaba suspendido hace años al ser considerado casi redundante con el cargo de embajador en Italia, porque el embajador en ese país podía perfectamente cubrir este campo.
Ahora el caso es el del director de la Dian, que es bien extraño, porque en un cargo ingrato, pero muy poderoso, había logrado ganarse la simpatía de los colombianos por su manera de ser bonachona y bastante comunicativa y espontánea. Pues el Gobierno terminó culpando a Luis Carlos Reyes por la fuerte caída del recaudo de impuestos, que en un acumulado los primeros cuatro meses del año registró un 10,3 %, pero solo en abril del 40,9 %, o sea, 18 billones de pesos menos de lo que se había calculado recaudar.
Conclusión del Gobierno, un pobre desempeño en materia tributaria y una pésima relación con el ministro de Hacienda. La peor caída, según los expertos, desde el año 2001, que culpan además a los tributos relacionados con el comercio exterior estos expertos; pero qué curioso, el doctor Reyes va precisamente a ser ministro de Comercio Exterior, donde va a quedar reubicado y reencauchado.
Lea la primera opinión de María Isabel Rueda de hoy viernes 31 de mayo:
¿Qué opina María Isabel? 34 condenas penales y una reelección probable
Pues ese es el curioso caso de Donald Trump. Que así resulte encarcelado, podrá ser nuevamente elegido presidente de Estados Unidos Y como dato curioso, no es el suyo el primer caso de un compatriota que haría campaña desde la cárcel. Hace un siglo hubo un antecedente.
¿Qué estará opinando María Isabel hoy viernes 31 de mayo en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la pregunta que todos están haciendo: declarado culpable el expresidente Donald Trump por 34 cargos relacionados con una falsificación de documentos en torno a la tapadera de su relación con una actriz porno, ¿puede un candidato condenado criminalmente seguir haciendo campaña y, eventualmente, como señala su favoritismo en las encuestas, ser elegido nuevamente presidente de los Estados Unidos?
Respuesta contundente: sí. Que ya conocíamos, pero que nos cuesta mucho trabajo creer. Y como dato curioso, no es el primer caso de un candidato de los Estados Unidos en esa situación, pues Eugene V. Debs hizo campaña hace un siglo pero, a diferencia de Trump, sin posibilidad de ganar las elecciones. La mayor cantidad de votos a nombre del Partido Socialista lo obtuvo la tercera vez que se lanzó, en 1920, cuando lo respaldaron 915.000 votos.
Pero formalmente la Constitución de los Estados Unidos impone muy pocas exigencias de elegibilidad, tan solo tener por lo menos 35 años de edad, ser un ciudadano nacido en los Estados Unidos y haber vivido en ese país al menos 24 años. O sea, su condena ni otras futuras condenas, porque tiene otros procesos abiertos, no descalifican a Donald Trump para ser el próximo presidente de Estados Unidos.
Ni siquiera si es encontrado culpable de conspiración para alterar la elección del 2020, en la que resultó ganador el actual presidente Joe Biden y que Trump siempre puso en cuestionamiento, y a quien se señala de que incluso trató de alterar los resultados.
Pero quizá lo más irónico es que Trump puede ser elegido presidente, pero al estar registrado para votar en la Florida, allí se prohíbe que las personas condenadas por felonías puedan votar. O sea, pueden votar por él, pero él no puede votar.
Pero votar por un candidato eventualmente encarcelado produce la clara opinión de los expertos de que esto, de todas maneras, crea una gran crisis legal en los Estados Unidos, a la que incluso le quedan dos salidas también inverosímiles: el autoperdón o la conmutación de su sentencia de cárcel luego de empezar a ocupar su cargo.
Eso no libera Trump de su condena, pero sí de su encarcelamiento. Será la Corte Suprema de los Estados Unidos la que resuelva si eso del autoperdón es constitucional. ¿Pero no es este, en uno de los países más importantes del planeta como son los Estados Unidos, el mundo del absurdo?