ANÁLISIS

Quién es quién en la violencia del posconflicto

A diferencia de décadas anteriores, hoy es difícil identificar a los grupos violentos responsables de acciones como el asesinato de líderes sociales. Claves para entender ese panorama tan complejo.

28 de julio de 2019

No cabe la menor duda. Desde que el Gobierno y la guerrilla de las Farc firmaron el acuerdo de paz, en 2016, la violencia contra algunos sectores de la sociedad, lejos de disminuir, ha empezado a aumentar.

El aumento o la persistencia de la violencia en varias regiones de país han llevado al Gobierno nacional, instituciones, ONG y expertos a preguntarse por sus protagonistas. Pero responder este cuestionamiento no ha sido fácil. Las nuevas dinámicas que ha tomado la violencia después de la negociación con el ahora partido de la Farc son difusas, debido a que las grandes estructuras de grupos violentos han desaparecido. De las dos grandes estructuras violentas (paramilitares y guerrillas) solo pervive el ELN. Varios expertos consultados por SEMANA coinciden en señalar que durante al apogeo del conflicto entre paramilitares y las guerrillas era mucho más fácil establecer los autores de la violencia porque en ese momento esos actores buscaban mostrar entre otras cosas su poder y su control territorial.

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Pero ahora no hay una lógica clara, salvo la de sus relaciones con los negocios ilegales alrededor de esa multiplicidad de grupos protagonistas de un nuevo ciclo de violencia. No hay una claridad sobre quiénes son y si actúan bajo un plan coordinado como lo hicieron las Farc o las AUC. Para obtener un poco de claridad sobre el tema, SEMANA consultó a analistas políticos, violentólogos y a fuentes del Gobierno para establecer el mapa o un diccionario de quién ejerce la violencia en la actualidad.

Las Águilas Negras

Conocida en la actualidad por los panfletos que circulan a lo largo y ancho del país en las que amenazan a líderes sociales y políticos de izquierda y llaman a la limpieza social, esta supuesta agrupación es un enigma. De acuerdo con los expertos y las autoridades consultadas por SEMANA, no hay pruebas de su existencia. Para ellos detrás de estos panfletos hay pequeñas bandas criminales locales que utilizan ese nombre y que son contratadas para amedrentar.

Autodefensas Gaitanistas de Colombia

Conocidos comúnmente como Clan del Golfo o los Urabeños, este grupo apareció luego de la desmovilización de las AUC en 2006. Entonces don Mario y los hermanos Juan de Dios y Dairo Antonio Úsuga David, se declararon disidentes de las negociaciones con las AUC. En un principio estaban en el Urabá, pero en estos más de diez años se han expandido al menos por 25 departamentos de Colombia. Tienen su principal negocio en el narcotráfico y la extorsión, pero alias Otoniel (Dairo Antonio) le ha querido dar un carácter político a la organización. Para muchos analistas este es el mejor ejemplo de que el paramilitarismo sigue más vivo que nunca. Sin embargo otros creen que, si bien, las AGC son los principales herederos de los grupos paramilitares desmovilizados, su estructura y las relaciones con los mandos superiores es muy distinta. Víctor Barrera, investigador del Cinep explica: “Sin lugar a dudas es la estructura delincuencial más importante que surgió tras la reinserción de las AUC, que cuenta con organigrama y línea de mando en apariencia unificada, pero en el terreno no actúan con tanta coordinación como se esperaría”.

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La Constru

Una de las bandas criminales más importantes del sur del país. La crearon hacia 2006 algunos exmiembros del Frente Sur del Putumayo de las AUC y del cartel del Norte del Valle.

Los Caparrapos

Esta banda criminal tiene presencia en Antioquia y Córdoba. Se originó hace una década como un grupo al servicio de las AUC. Con la desmovilización de esta estructura los Caparrapos comenzaron una guerra por el control territorial hasta que en 2009 se unieron a los Urabeños (Clan del Golfo). Pero esta alianza duró hasta 2007 cuando empezaron las disputas entre ambos por el control del territorio que habían dejado las Farc .

Sobre el concepto de grupos neoparamilitares no existe un consenso entre investigadores, analistas y políticos.

Disidencias de las FARC

De estos grupos hacen parte miembros que no se desmovilizaron luego de los acuerdos de paz, o que se rearmaron. Según el experto Ariel Ávila, el Gobierno tiene en el radar por lo menos a 22 agrupaciones que operan en 60 municipios de 14 departamentos. De estos “nueve están agrupados y operan bajo una misma línea de mando, aunque con grados de autonomía importantes”, encabezada por alias Gentil Duarte, y alias Iván Mordisco, Tienen sus principales centros de operaciones en los departamentos de Guaviare, parte de Meta, Vaupés y Vichada.

ELN

Es la última de las guerrillas históricas nacidas en la década de los sesenta. Hoy se encuentra en por lo menos 22 departamentos del país y en Venezuela. Luego de que se desmovilizaron las Farc comenzó a expandirse para copar los espacios dejados por esta guerrilla. Tiene una estructura federativa congregada en el Comando Central. Cuenta con un mando unificado encabezado por sus jefes históricos. Pero según fuentes del Gobierno, miembros como Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias Pablito, comandante del Frente de Guerra Oriental; Jaime Galvis Rivera, alias Lorenzo Alcantuz; alias Uriel, cabeza del Frente de Guerra Occidental, actúan de manera independiente.

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EPL o Pelusos

Surgió en 1991 como una disidencia del Ejército de Liberación Popular, que en ese año entregó las armas. Durante 15 años estos disidentes mantuvieron un bajo perfil y casi quedaron aniquilados en medio de la guerra con las Farc, el ELN y las AUC. Sin embargo, a mediados de la década pasada, un grupo del EPL que operaba en el Catatumbo, bajo el mando de Víctor Ramón Navarro, alias Megateo, comenzó a tomar fuerza hasta dominar la zona. Los Pelusos se han dedicado al narcotráfico y a impartir un rígido control social en la región. Pese a los fuertes golpes propinados por la fuerza pública, como la muerte de Megateo, hay información de que han buscado expandirse a otras zonas del país como Cesar y norte del Cauca.

La Oficina de Envigado

Una federación de grupos criminales que delinquen en Medellín como los Chatas, Picacho, Caicedo, la Terraza, la Unión, Robledo, Trianon y San Pablo. Surgió durante la época del Cartel de Medellín como grupo de cobro de deudas y de sicarios.

Los Pachelly

Creada por desmovilizados del Bloque Centauros de las AUC, esta agrupación delinque en Bello y algunos municipios del norte de Antioquia donde se dedican al narcotráfico y a la extorsión. Las autoridades comenzaron a perseguirlos desde 2011, y desde ese momento le han dado importantes golpes.

Los Pachenca

Creado hacia 2012 por el antiguo miembro del Clan del Golfo Jesús María Aguirre, alias Chucho Mercancía, este grupo siembra el terror en la Sierra Nevada de Santa Marta. Centra sus negocios en el narcotráfico, la extorsión a comerciantes samarios, contrabando de combustible, entre otros. Desde su formación ha tenido un fuerte enfrentamiento con el Clan del Golfo por el control territorial.

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Paramilitares o neoparamilitares

Es quizás el concepto que mayor discusión ha tenido en los últimos tiempos. Para algunos políticos de izquierda y analistas no cabe duda de que el fenómeno paramilitar sigue vivo en el país y que tiene una estrecha relación con el de la década de los noventa. Ellos consideran que entre las desaparecidas AUC y las nuevas bandas criminales solo hubo un cambio de razón social, pero en realidad siguen actuando bajo los mismos principios que sus antecesoras. Por otra parte, investigadores consideran que a los grupos criminales que surgieron de las AUC no se les puede considerar la continuación del modelo paramilitar de décadas anteriores. Barrera afirma que es importante mirar la continuidad entre el paramilitarismo de los años noventa y los grupos actuales. Tienen características diferentes: primero, ni siquiera el Clan del Golfo ha logrado crear una articulación nacional como en el pasado. Segundo, si bien estas bandas delincuenciales mantienen relaciones con políticos y autoridades regionales, su relación con representantes del Estado colombiano es menos clara. Por ejemplo, antes los paramilitares tenían un cierto grado de seudolegitimidad en ciertos círculos, por ser la contraparte de la guerrilla. Pero ahora todos consideran a las nuevas bandas como enemigas. Y tercero, para las nuevas agrupaciones la lucha contrainsurgente dejó de ser una prioridad.