Medioambiente
Temperaturas extremas, sequía y sobrepoblación, experto en cambio climática habló con SEMANA sobre el rol de las ciudades para mitigar los efectos del calentamiento global
En el marco de la Semana de la Biodiversidad de Cali, SEMANA conversó con Mauricio Rodas, exalcalde de Quito y experto en cambio climático, sobre el rol activo de las ciudades frente a la mitigación de los efectos del calentamiento global.
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Durante la Semana de la Biodiversidad de Cali 2025, Mauricio Rodas, exalcalde de Quito y experto reconocido internacionalmente en cambio climático y biodiversidad urbana, ofreció una conferencia que resonó con la urgencia de la crisis ambiental que enfrenta el planeta.
Rodas, catedrático de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, y senior fellow del Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller –institución dedicada a fortalecer la resiliencia individual y comunitaria frente a los impactos del cambio climático–, conversó con SEMANA y expuso las razones sobre el importante papel de las ciudades en la batalla contra el cambio climático.
Las ciudades, aseguró Rodas, “se han ido convirtiendo cada vez más en el escenario para enfrentar los principales retos de la humanidad” debido a un crecimiento poblacional urbano sin precedentes. Actualmente, más de la mitad de la población mundial habita en zonas urbanas y se estima que para 2050 esta cifra llegará al 70 por ciento.
A este fenómeno se suman hechos contundentes: “El 80 por ciento del producto interno bruto mundial se genera en las ciudades, pero también el 70 por ciento de las emisiones de CO2”. Esta realidad no admite indiferencias ni excusas: “Es en las ciudades donde tenemos que enfocar nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático”.

Pero Rodas no solo habló de cifras o debilidades. Una pieza fundamental en su planteamiento es la conservación de la biodiversidad urbana. Esta no es solo un tema ecológico, sino “una herramienta para el combate al cambio climático y la construcción de resiliencia”.
Según el experto, reduce la mortalidad prematura hasta en un 12 por ciento y disminuye en 16 por ciento los riesgos de enfermedades cardiovasculares, al tiempo que los espacios verdes pueden llegar a bajar entre 2 y 8 grados centígrados la temperatura en las ciudades, algo vital ante el aumento constante de olas de calor. “La biodiversidad urbana es clave. No podemos entender la crisis climática sin abordar el calor extremo”, afirmó.
Además, recordó que las temperaturas extremas a las que se están sometiendo diversas ciudades del orbe son “el fenómeno climático que mayor número de personas mata en el mundo”. Esta amenaza se acentúa en las zonas urbanas debido a la infraestructura que absorbe y retiene calor, la contaminación vehicular y la escasa vegetación.
Frente a este escenario, Rodas apuesta por las soluciones basadas en la naturaleza, es decir, “intervenciones multifuncionales que abordan varios problemas a la vez y con múltiples beneficios”. Entre ellas mencionó la construcción de corredores verdes, humedales urbanos, bosques urbanos, techos y muros verdes.

“Estas soluciones son 50 por ciento más rentables que las alternativas de infraestructura gris tradicional, generan un 28 por ciento más de valor agregado para la comunidad y el medioambiente, pero apenas representan el 0,3 por ciento del gasto en infraestructura urbana”. Esta alarmante disparidad indica un camino inexplorado para transformar las urbes y enfrentarlas con resiliencia ambiental, afirmó.
Sin embargo, aunque no faltan las ideas ni la voluntad, un gran obstáculo es el financiamiento. Rodas fue enfático al señalar que “los sistemas financieros actuales fueron diseñados para países, no para ciudades”. Esto limita el acceso de las urbes a recursos necesarios para sus proyectos climáticos, pues “solo el 44 por ciento de los países permiten que sus Gobiernos locales se endeuden, y en muchos casos solicitan garantías soberanas que no siempre se conceden por rivalidades políticas”.

Esta realidad la vivió en carne propia en Quito cuando tuvo dificultades para financiar el metro por la negativa del Gobierno nacional para otorgar garantías. Ante esta limitación, Rodas impulsa una iniciativa global innovadora: “La creación de un fondo de garantías verdes para ciudades” que les permita a Gobiernos locales acceder a financiamiento sin estar sujetos a obstáculos políticos nacionales, logrando condiciones más favorables en tasas y periodos de repago.
Este es un paso fundamental para que “las ciudades puedan tener financiamiento barato y así desarrollar acciones climáticas efectivas y restaurar su biodiversidad”. Sobre uno de los temas más críticos en América Latina, el agua, Rodas señaló que “la protección de la biodiversidad y los ecosistemas es fundamental para proteger las fuentes de agua” y, además, la lucha contra el calor extremo incide directamente en prevenir sequías.

En ciudades como Santiago de Chile, la escasez de agua reciente fue resultado de episodios prolongados de calor. De ahí que la restauración de la biodiversidad deba “integrarse como criterio transversal en la planificación urbana” y sea necesario explorar herramientas como los presupuestos climáticos para evaluar el impacto ambiental y climático de las inversiones públicas.
Respecto a la situación en Colombia, Rodas emitió un mensaje claro y solidario: “Colombia y Ecuador enfrentan realidades similares. América Latina es la región más urbanizada del mundo, y las ciudades juegan un papel vital en el combate al cambio climático”.

Destacó la singular biodiversidad colombiana como una “última reserva natural del mundo” que debe ser preservada no solo en las regiones remotas, sino también en las ciudades, “que albergan una importante diversidad biológica y son epicentros de emisiones”.
No obstante, la lucha ambiental no es solo tarea de Gobiernos. Para Rodas, “la acción ciudadana es la más importante de todas”. Explicó que se debe iniciar exigiendo líderes comprometidos y luego reconoció que “la suma acumulativa de las acciones individuales diarias, como reciclar, cuidar el entorno y hacer un uso responsable del agua y la energía, es lo que marca la diferencia”.
Sin esperanza y sin compromiso colectivo no hay futuro. Para motivar a la acción, Rodas compartió una cifra impactante: “En las próximas décadas se construirá nueva infraestructura urbana a nivel mundial, equivalente a construir la ciudad de Nueva York una vez al mes hasta 2050”.

Esta realidad debe abordarse con planeación climáticamente resiliente para convertir esta necesidad en oportunidad. Para ejemplificar prácticas exitosas, destacó la experiencia de Singapur, una ciudad-Estado que ha hecho de la biodiversidad parte de su planificación urbana para convertir “una ciudad en un jardín”.
Este modelo ha traído beneficios económicos, en salud y resiliencia. “Singapur demuestra que es perfectamente posible coexistir con el cuidado de la naturaleza y al mismo tiempo impulsar el desarrollo urbano y la modernización tecnológica para construir sociedades más saludables y sustentables”.
La voz de Mauricio Rodas resuena con madurez, experiencia y un compromiso palpable por la resiliencia climática y la lucha contra el calentamiento global. En un momento en que la crisis climática parece abrumadora, su mensaje apunta a que la respuesta está aquí, en las ciudades, en las manos de sus habitantes, en las decisiones cotidianas.
Con urgencia, inteligencia y esperanza, las urbes pueden ser no solo el epicentro del problema, sino también la clave para su solución.