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Volvió el infierno: SEMANA llegó a Buenos Aires, Cauca, el pueblo que se tomaron las disidencias de Mordisco. Los habitantes narran el terror que sufrieron

SEMANA viajó hasta Buenos Aires, Cauca, y reconstruyó el ataque más sangriento de las disidencias de Iván Mordisco contra la Policía en 2025. Fueron siete horas de bombazos, metralla y ráfagas de fusil, que dejaron en ruinas la mitad del pueblo. Por poco son asesinados 17 uniformados mientras esperaban el apoyo tardío del Ejército.

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20 de diciembre de 2025, 5:39 a. m.
SEMANA hizo una inmersión en Buenos Aires (Cauca), el pueblo que se tomaron las disidencias de Morisco.
SEMANA hizo una inmersión en Buenos Aires (Cauca), el pueblo que se tomaron las disidencias de Morisco. Foto: CAMILO GALVIS / SEMANA

Alba estaba colando el acostumbrado café para su esposo, Alonso. El reloj apenas marcaba las 5:30 de la mañana del martes. Cuando estaba por verter el agua hirviendo desde su vieja olleta en la taza de su compañero de vida, sintió una fuerte explosión que sacudió los cimientos de su casa. La vivienda se comenzó a tambalear de lado a lado, un movimiento que, dijo ella, nunca había sentido en sus más de 70 años.

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La aterradora escena se repitió una y otra vez durante las horas siguientes. Fue una explosión tras otra, sin detenerse. En ese momento, a Alba lo único que se le ocurrió fue gritarle a su esposo la frase que resume la tragedia que vivieron los pobladores del municipio de Buenos Aires, en el Cauca: “Se metió la guerrilla al pueblo y lo están destruyendo”.

Buena parte de Buenos Aires, Cauca, quedó destruido por las disidencias de Iván Mordisco.
Buena parte de Buenos Aires, Cauca, quedó destruido por las disidencias de Iván Mordisco. Foto: CAMILO GALVIS-semana

Alba no podía creer lo que veía por la ventana de su casa: apenas a unos metros, sujetos manipulando los explosivos, que eran lanzados por el aire. A tres cuadras se encontraban los policías Silva, Sánchez, Torregroza y otros 14 uniformados armándose hasta los dientes y llenándose de valor para resistir lo inevitable, el ataque más sangriento que ha visto el país en los últimos años. Se trataba del regreso del infierno de las tomas guerrilleras dos décadas después de creerlas superadas.

Las disidencias de las Farc de Iván Mordisco habían rodeado el pueblo desde la noche anterior y tenían cubiertos todos los frentes. Las calles principales, las secundarias, las destapadas y los potreros estaban llenos de sujetos armados dispuestos a acabar con lo que se atravesara en su camino. A las diez de la noche del lunes habían cortado la luz para obligar a la población a irse a dormir temprano y no levantar sospecha. En Buenos Aires los cortes de luz son habituales.

Las disidencias de las Farc de Mordisco pretendían ejecutar una de las mayores masacres de los últimos años y asesinar a 17 policías en el Cauca.
Las disidencias de las Farc de Mordisco pretendían ejecutar una de las mayores masacres de los últimos años y asesinar a 17 policías en el Cauca. Foto: CAMILO GALVIS-semana

El ataque se inició, según le contaron a SEMANA los policías que salieron ilesos, cuando apenas estaba amaneciendo. El silencio y la tranquilidad se rompieron al caer el primer bombazo contra la estación de Policía. De acuerdo con los uniformados, la primera estrategia que usaron los criminales fue atacar con drones cargados con explosivos.

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“Los momentos más duros fueron desde las 5:30 de la mañana hasta las 12:30 del mediodía. Todo fue duro. Eso fue cilindros, tatucos y drones cayendo uno detrás de otro”, dijo un subintendente, uno de los héroes de la resistencia policial.

Sentado en medio de las ruinas en las que quedó convertida la estación de Policía de Buenos Aires, sosteniendo una botella de agua en las manos y saboreando cada sorbo como si se tratara de la misma vida después de haber salido ileso de la confrontación, aseguró que en los más de diez años que lleva en la institución nunca se había enfrentado a una acción tan demencial como la ejecutada por las disidencias de Mordisco.

Múltiples pérdidas hubo tras el ataque que vivió Buenos Aires, Cauca.
Múltiples pérdidas hubo tras el ataque que vivió Buenos Aires, Cauca. Foto: CAMILO GALVIS-semana

El acto fue tan diabólico que, con el primer bombazo, algunas de las paredes de la estación de Policía se derrumbaron, cayendo encima del comandante de la estación, dejándolo inmóvil de inmediato y con graves heridas sobre las piernas, en especial la derecha.

“Les dije a los compañeros: vamos a resistir con Dios y la Virgen y plomo ventiado”, afirmó el subintendente mientras le contaba la hazaña a otro de los policías que había llegado como refuerzo.

Al subintendente le tocó ponerse al frente de la situación, pues sus superiores habían quedado inconscientes y otros heridos tras la caída de los muros. “Éramos 17 personas acá. Algunos de los heridos se defendieron hasta que no dieron más y quedaron inconscientes”.

Este tatuco cayó en la sala de la casa de Nancy Manrique. El objeto cilíndrico rompió el techo de la vivienda y quedó en el hogar de la adulta mayor, que se encontraba con su familia.
Este tatuco cayó en la sala de la casa de Nancy Manrique. El objeto cilíndrico rompió el techo de la vivienda y quedó en el hogar de la adulta mayor, que se encontraba con su familia. Foto: CAMILO GALVIS-semana

“Los cilindros cayeron acá dentro de la estación y las paredes se les fueron encima”, relató el extenuado uniformado, que con mirada confusa veía con asombro las ruinas de la estación de Policía.

Horas antes del ataque y en los días previos, la Policía y la comunidad cercana habían ayudado a decorar el búnker policial con adornos de Navidad. Incluso acordaron llevar a cabo actividades para celebrar el inicio de las novenas ese oscuro 16 de diciembre.

SEMANA recorrió la zona y el lugar quedó como si hubiera sido azotado por un huracán. La estación de Policía, el Banco Agrario, la Casa de Justicia, la Fiscalía y viviendas aledañas fueron destruidos.

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El comando de Policía, blanco del ataque, era el reflejo del desastre ocasionado por la arremetida criminal. La patrulla, una camioneta de platón, fue aplastada por los bloques de los muros de concreto sólido que se desprendieron luego de ser impactados con cilindros bomba. Debajo de las losas de concreto quedaron atrapadas las motos de los uniformados; los lockers donde guardaban su ropa salieron expulsados hacia la calle, y otros quedaron doblados y arrugados como un papel.

La estación es, o era, de dos plantas. En el primer piso estaban los uniformados que hacían centinela. En el segundo piso estaba el otro grupo descansando; allí se encontraban los dormitorios.

Cuando fueron sacudidos por el primer bombazo a las 5:30 de la mañana, Silva y sus compañeros corrieron a cargar sus armas y a tomar posiciones de combate, pero en cuestión de minutos ya algunos de ellos estaban heridos.

Estación de Policía de Buenos Aires quedó destruida tras el ataque de las disidencias de Iván Mordisco.
Estación de Policía de Buenos Aires quedó destruida tras el ataque de las disidencias de Iván Mordisco. Foto: CAMILO GALVIS-semana

Los criminales tenían un arsenal con el que podían acabar con el pueblo entero. De hecho, las disidencias, luego de varias horas de violentos hostigamientos, fueron casa por casa golpeando las puertas, diciéndole a la gente que abandonara el municipio porque no iba a quedar nada de él. El ataque había sido planificado milimétricamente.

“Ellos (las disidencias) sabían que el refuerzo se iba a demorar porque nos dijeron que tenían el tiempo suficiente para el ataque”, le dijo a SEMANA una habitante de Buenos Aires, quien pidió reserva de su nombre por seguridad.

Fuentes de la fuerza pública que llegaron a Buenos Aires como apoyo le reconocieron a SEMANA que la toma de las disidencias de las Farc fue muy bien planeada. Dijeron que los criminales cubrieron todos los frentes de combate con el propósito de evitar que los uniformados que estaban siendo atacados recibieran apoyo.

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“Ellos tenían fusiles Barrett calibre .50, conocidos como los ‘derribahelicópteros’. Tenían perimetralmente todas las veredas copadas; los cinco puntos de avance por donde podían entrar los refuerzos estaban protegidos por los criminales. El helicóptero Arpía fue impactado en varias ocasiones, y también el Black Hawk que desembarcó los primeros apoyos recibió tres impactos”, le reveló a SEMANA uno de los comandos de la fuerza pública en el sitio.

El uniformado contó que desde que tocaron tierra, a eso de las once de la mañana, “entramos en contacto fuerte con ellos (disidencias)”. Según comentó el curtido miembro de las tropas élite de la Policía, poco pudieron hacer para repeler el ataque.

“Esto es algo que no se lo deseo a nadie”, dijo, por su parte, un patrullero con acento samario mientras hablaba por celular con un curso que se encontraba en otra región del país.

Relatos sumamente tristes fueron recopilados por SEMANA.
Relatos sumamente tristes fueron recopilados por SEMANA. Foto: CAMILO GALVIS-semana

“Marica, yo estaba dormido cuando escuché el estruendo y les dije: ‘Maricas, nos están dando con todo’. Todos los compañeros del alojamiento nos paramos en la raya, pero no, qué situación tan jodida”, dijo el uniformado; en tanto, frotaba su cuello con la mano derecha, mojada con agua helada.

Explicó que la resistencia a la embestida fue efectiva por la perforación subterránea con la que cuenta la estación de Policía. Esta les permitió atrincherarse allí para responder las agresiones que lanzaban los hombres de Mordisco, quien había formado parte de la fracasada paz total del presidente Gustavo Petro. “Yo calculo que eran más de 500 disidentes los que nos atacaron”, narró el patrullero, describiendo la asimetría del asalto, resistido por apenas 17 policías.

Relatos de horror

“Nos escondimos debajo de la cama”. Quienes también conocieron de la crueldad de la embestida, sin tener nada que ver, fueron las familias que viven en la calle Calicanto, donde se encuentra ubicada la estación de Policía, blanco de la acción terrorista.

Yolanda estaba con su familia, como de costumbre, en su casa. En la humilde vivienda se encontraban en ese momento su esposo, su hija y dos niños menores de edad, uno de 5 años y el otro de 10.

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“Todos nos refugiamos en una pieza. A los niños los escondimos debajo de la cama, donde duraron casi cuatro horas, hasta que no pudimos más y pedimos que nos dejaran salir. Cogimos monte adentro hasta donde unos familiares”, explicó Nazarith mientras recogía los escombros de las partes de su casa derribadas en medio del ataque.

Otra de las damnificadas fue Nancy, una adulta mayor que vive con su esposo. Aunque su casa estaba más retirada de la estación de Policía, a eso de unas cuatro cuadras, la guerra también hizo estragos en su hogar.

Un tatuco explosivo rompió el techo de su vivienda y cayó en la sala. Ella aseguró que estaba viva de milagro. “Fue un milagro de Dios, porque, la verdad, la pipeta nos cayó donde estábamos nosotros refugiados. Acá estábamos mi esposo, mi hija y un niño de 2 años de edad”, narró.

De izquierda a derecha, Nancy Manrique, Yolanda Nazarith, Niyerland Balanta y Enrique Salazar, víctimas directas del ataque de las disidencias de las Farc contra la Policía en el Cauca. Le pidieron al Gobierno que los ayude a reconstruir sus bienes y lugares de trabajo, pues quedaron destrozados.
De izquierda a derecha, Nancy Manrique, Yolanda Nazarith, Niyerland Balanta y Enrique Salazar, víctimas directas del ataque de las disidencias de las Farc contra la Policía en el Cauca. Le pidieron al Gobierno que los ayude a reconstruir sus bienes y lugares de trabajo, pues quedaron destrozados. Foto: CAMILO GALVIS-semana

De regreso al barrio Calicanto, epicentro del escenario de guerra, Enrique se encontraba sacando de su casa lo poco que quedó en buen estado. Es un hombre mayor, de 90 años de edad, quien se quedó sin techo donde dormir, pues el suyo está a punto de colapsar a causa de los bombazos.

“La casa de 200 años de construida no se me fue al suelo porque la madera es de buena calidad”, dijo Salazar, quien permitió que SEMANA recorriera las ruinas en las que quedó la propiedad.

Destrucción total en múltiples casas de Buenos Aires, Cauca.
Destrucción total en múltiples casas de Buenos Aires, Cauca. Foto: CAMILO GALVIS-semana

Sobre las camas había ladrillos partidos; el cuadro de la Virgen María abrazando al Niño Jesús se rajó por la mitad. El comedor quedó revolcado, la puerta de la nevera se soltó de su lugar original. En los muebles de la sala y en el piso había cientos de pedazos del techo esparcidos por el lugar y las paredes se habían desprendido como si se tratara de cáscaras de huevo.

“La casa quedó inservible y ahora no sé qué hacer”, comentó Salazar. También narró cómo se salvó de milagro del ataque terrorista. “Fueron momentos de terror y angustia. Ya cuando vi que no podía resistir los bombazos, salí descalzo a esconderme monte abajo”.

¿Error militar?

Por su parte, el comandante del Ejército, general Emilio Cardozo, explicó por qué los refuerzos militares no llegaron a tiempo. Dijo que el mal tiempo impidió que los helicópteros y aviones pudieran apoyar a los policías e indicó que por tierra las rutas de acceso habían sido bloqueadas por las disidencias de las Farc con vehículos y explosivos.

“Fue un ataque planeado por la estructura Jaime Martínez (...). Los bandidos bloquearon las vías de comunicación e instalaron artefactos explosivos sobre ellas”, afirmó el general Cardozo. Explicó que la situación fue apoyada por cerca de 100 hombres horas después.

Destrucción casi total de Buenos Aires, Cauca, tras los ataques.
Destrucción casi total de Buenos Aires, Cauca, tras los ataques. Foto: CAMILO GALVIS-semana

Este pequeño municipio, Buenos Aires, Cauca, revivió lo que Colombia creía haber superado: las tomas a sangre, fuego y muerte de la extinta guerrilla de las Farc, cuando estaban fortalecidas y hacían flaquear las estrategias militares y de policía.

En medio de las ruinas, el miedo y el acoso de criminales empoderados, queda una duda cada vez más evidente: un ataque de esta magnitud no se ejecuta de la noche a la mañana, requiere planeación. ¿Qué pasa con la inteligencia militar, que en otros tiempos se ostentaba al mundo?


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