Nación
Guerra interna en el Clan del Golfo por la paz total de Petro: la mayoría de cabecillas no le caminan a esos diálogos
Las conversaciones de paz con el Clan del Golfo habrían nacido muertas, según denuncias conocidas por SEMANA. Ese grupo criminal no estaría unificado y no todos los mandos quieren esa salida.
Siga las noticias de SEMANA en Google Discover y manténgase informado

Mientras el Gobierno de Gustavo Petro adelanta negociaciones de paz con lo que llama “estructuras del Clan del Golfo”, en los territorios el panorama es otro. Las fuentes de inteligencia coinciden: el grueso del Clan no está en esas mesas. Lo que el Ejecutivo intenta desactivar con discursos de reconciliación es en realidad un cascarón vacío. Detrás, el verdadero poder armado –el de los Gaitanistas, como se hacen llamar– continúa creciendo, expandiéndose y gobernando en silencio.

SEMANA tuvo acceso a documentos de la inteligencia militar y policial que revelan cómo, mientras el Gobierno conversa en salones diplomáticos, la organización criminal más temida del país amplía su dominio.
Pasó de controlar 250 municipios en 2022 a más de 400 en 2025, en una expansión calculada y metódica. En las comunidades nadie los llama Clan del Golfo; para ellos, son simplemente La Empresa.

“Son una multinacional del crimen. En todos los seguimientos que hemos hecho se evidencia su estructura jerárquica, su nómina, un sistema de pagos, control territorial y hasta programas de bienestar para sus hombres. Su expansión ha sido un proceso muy poderoso, disfrazado de política de paz”, explicó un oficial de inteligencia militar.
En 2022 se estimaba que el grupo contaba con 9.000 integrantes entre combatientes y redes de apoyo. Actualmente, los cálculos de inteligencia del Ejército y la Policía los ubican en más de 14.000 hombres, entre armados, colaboradores y empresarios encargados de lavar dinero proveniente de sus negocios ilícitos.
“Su presencia es tan fuerte que en regiones como Chocó, sur de Bolívar y el Bajo Cauca antioqueño han logrado desplazar al ELN. A donde llegan imponen su modelo de control sobre las comunidades”, explicó un oficial de la Policía Nacional.
Uno de los hallazgos más reveladores en los reportes es la forma en que subcontratan la violencia: reclutan jóvenes de bandas locales y delincuencia común para convertirlos en brazos operativos. “Si una banda no se alinea, desatan una guerra hasta que terminan administrándola. Así consiguen más rentas sin desgastarse en confrontaciones directas”, añadió un investigador del Ejército.

El corazón del Clan del Golfo se mantiene en el Bloque Central de Urabá, liderado en honor a Juan de Dios Úsuga. Le siguen el bloque Jairo Jesús Durango, con presencia en Chocó y el suroeste antioqueño, y el bloque Aristides Meza, que libra una ofensiva por el control del sur de Bolívar frente al ELN y las disidencias de las Farc.
Las investigaciones, sustentadas en infiltraciones, interceptaciones y confesiones de capturados, demuestran que el Clan ya no entrena en campamentos. Ahora pagan a jóvenes de las comunidades –a quienes llaman puntos– con un millón de pesos mensuales, una motocicleta, un arma y un celular. Su tarea: informar cualquier movimiento del Ejército o de la Policía.“Lo impresionante es que saben cada paso que damos. Tienen a la población comprada en medio de la crisis económica. La gente acepta porque no hay alternativas”, relató un agente policial.

Dentro de la organización existe una tabla salarial, primas y recompensas. Un comandante de bloque gana 70 millones de pesos al mes; un comandante de zona, 20 millones; un mando político, 7 millones, y los combatientes rasos, 1,5 millones. Quienes dominan el manejo de explosivos reciben bonos adicionales por su “eficiencia” en los ataques.
En un audio interceptado por la inteligencia militar –obtenido en exclusiva por SEMANA–, un cabecilla detalla cómo se reparten los “aguinaldos” de diciembre: “Al comandante de zona se le van a dar 10 millones; al segundo, 5; a los de tropa, 2. A los políticos y al caletero también les toca. Para usted, me dijo que le diera 50 millones de pesos. Eso es un distintivo que nos está dando la organización”, se le escucha decir a un jefe conocido como el Viejito.
La grabación también revela que estos pagos alcanzan a funcionarios públicos que colaboran para frenar operaciones militares o facilitar el narcotráfico. “Para guerrear hay que tener plata. Esto no es para pobres”, sentencia uno de los cabecillas. Un oficial recordó que durante la operación Agamenón, contra alias Otoniel, incautaron 28.000 millones de pesos en efectivo en una de sus propiedades. “En los análisis conjuntos con la Policía, estimamos que la nómina mensual del Clan del Golfo supera los 40.000 millones de pesos solo en Antioquia, Córdoba, Chocó y Bolívar”, aseguró un militar.

Todo ese dinero proviene de una combinación de narcotráfico, minería ilegal, extorsión y contrabando. Sus rutas unen Urabá, el golfo de Morrosquillo, el Magdalena Medio y la costa caribe, conectando el negocio desde selvas y ríos hasta embarques internacionales.
“El Clan del Golfo está metido en todo: las narcolanchas, los ‘narcos invisibles’, las pequeñas embarcaciones que zarpan hacia el Caribe desde Colombia y que muchas veces son destruidas por los militares estadounidenses”, explicó un miembro de inteligencia.
A pesar de que el Gobierno mantiene negociaciones de paz en Catar, las fuentes de inteligencia confirman que el grupo no ha detenido sus actividades. “Ellos están usando los diálogos para ganar tiempo, ampliar su control y fortalecerse sin que nadie los toque”, señaló un analista.
“Uno que está en las operaciones ve que no han parado de traquetear. En vez de reducir la producción de droga, están montando más cocinas para procesar cocaína con destino internacional”, aseguró un oficial militar.
En sus filas, además, se han detectado ex-Farc, exmilitares y exparamilitares, que reciben mejores pagos por su experiencia en combate. “Lavan dinero en joyerías, agroindustrias, empresas de transporte y construcción en Córdoba, Bolívar y posiblemente en Atlántico”, agregó otro investigador.

En otro de los audios analizados por inteligencia, un cabecilla da instrucciones sobre los pagos: “Le mandé una lista al comando Javier con lo de los aguinaldos. A los de tropa, a los políticos, a los caleteros. Créame, mi viejito, que cualquier 500 o un millón que uno les da a los muchachos les sube la moral para trabajar con más ánimo. A Orlando lo están estafando con ese man de la ley, porque mantiene mandándole plata”.
Mientras el Clan del Golfo sigue facturando con la droga, el Gobierno invierte millones en unas conversaciones de paz que, según los expertos, podrían no tener destino. “Dentro del grupo hay mandos medios que entregan a los de arriba para cobrar recompensas y luego siguen delinquiendo”, resumió un analista de la Policía.



