Bogotá
Desgarrador: una niña de 11 años habría sido abusada en 9 ocasiones por su propio papá, en Bogotá. El agresor está libre
En diálogo con SEMANA, la madre de la menor entregó detalles del aberrante hecho. Sufrió toda una odisea para poner la denuncia y el agresor aún no ha sido capturado.
“Estoy cansada de que mi papá abuse de mí. No lo soporto más”, esas fueron las desgarradoras palabras que tuvo que escuchar una madre de la boca de su propia hija, el pasado viernes 19 de julio, cuando en horas de la tarde llegó a su casa después de una larga jornada laboral, lejos de imaginarse la pesadilla que estaba a punto de vivir.
El relato de la pequeña niña de 11 años fue aterrador, y no es para menos. Las palabras con las que la pequeña contó detalle a detalle, los escabrosos momentos que sufrió a manos de su propio progenitor, le partirían el alma a cualquiera.
“Yo ese día llegué muy brava porque me dio mucho mal genio que ella y su hermanita tuvieran mucho reguero en la casa, pero al momento en el que las estaba regañando, me di cuenta de inmediato que mi hija no estaba actuando como lo hacía normalmente. Yo me quedé callada y dije ‘Dios mío, algo está pasando aquí’, porque mi hija no es así y le pedí a Dios que me diera la sabiduría de poder entender lo que estaba sucediendo”, dijo la madre de la menor.
Fue en ese momento que la pequeña niña se llenó de valor, y con lágrimas en los ojos, le contó a su mamá los vejámenes de los que estaba haciendo víctima.
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“Abracé a mi hija fuertemente y le pedí que me contara lo que estaba pasando, y ella llorando me dijo: ‘mamá, es que estoy cansada de que mi papá abusé de mí’”, dijo la mujer.
La mamá, sin soltarle la mano a su hija, escuchó cada detalle del relato de su pequeña: “Mami, ¿te acuerdas de que el 28 de junio nosotros nos íbamos a viajar, pero finalmente no se pudo porque mi hermana se enfermó? Ese día mi papá llegó tomado y me dijo que me iba a enseñar cómo era que los hijos llegaban al mundo. Me pidió que me desnudara, yo no lo hice, pero él me quitó la ropa, y me penetró tanto en la vagina, como en la cola”, fueron las palabras que la niña le contó a su madre.
Desde ese momento, el corazón y el alma se le partieron en mil pedazos a esta señora madre, quien trabaja en servicios generales. “Jamás creí que el propio papá le fuera a hacer eso a su hija”, dijo.
Cuando la pequeña le contó a su mamá los aterradores momentos de los que fue víctima, el estuprador se encontraba fuera de la casa, pues trabaja manejando un taxi en horas de la noche.
La mujer le pidió a su hija y a su hermanita que por esa noche hicieran de cuenta que no había pasado nada, para que ella al día siguiente pudiera ir a poner la respectiva denuncia.
“El papá le dijo en muchas ocasiones que si me contaba a mí todo lo que él le hacía, me iba a matar tanto a mí como a su hermanita”, agregó la mujer.
La odisea para poner una denuncia
Según lo explicó la mujer a SEMANA, al día siguiente, sábado 20 de julio, como si no fuera suficiente estar sufriendo con lo que le había pasado a su hija, ella tuvo que vivir en carne propia la revictimización de la justicia.
“El sábado me fui a la Fiscalía, en la casona que queda en Sierra Morena (en Ciudad Bolívar), pero no me atendieron porque era festivo y únicamente atienden de lunes a viernes. Me fui al CAI de la Policía en Santo Domingo, y una señora agente me dijo que esas denuncias se ponían era de lunes a viernes en horarios de oficina”, afirmó la mujer.
Aburrida y decepcionada del sistema judicial en el país, la mujer regresó a la casa. “Yo no quería regresar a la casa porque él trabaja de noche y yo sabía que de día él iba a estar, y no quería verlo, pero él me llamó a las 3:00 de la tarde, y me dijo que ya se iba a ir a trabajar”.
Cuando la mujer finalmente regresó a la casa, su hija se le acercó sutilmente y le contó al oído que su papá estaba escondido debajo de la cama.
“Yo me hice la loca, mi otra hija se me acercó y me ofreció chocolate caliente, pero yo les dije que fuéramos a comprar unos panes, pero lo hice con la intención de sacar a mis hijas de esa casa, y estando a fuera les pedí el favor que buscaran unos policías y le contaran todo lo que estaba sucediendo”, dijo la mujer.
Y aunque en su momento los uniformados que escucharon a las pequeñas estuvieron dispuestos a colaborar, la atención que finalmente recibieron la señora madre y sus hijas no fue la que esperaban.
“Yo desde la puerta le grite: ‘yo ya sé que usted está debajo de la cama, así que salga’. Las niñas se fueron a llamar a los policías y yo me quedé ahí. Él no tenía muy claro qué era lo que estaba pasando, pero yo lo llevé a dos cuadras de la casa, donde estaba la Policía”, contó.
Cuando llegaron al lugar donde estaban los uniformados, la mujer les contó lo que estaba sucediendo: “Él está abusando de mi hija y es el propio papá. Los policías se quedaron mirándome, y les dije que yo no me iba a regresar a mi casa hasta que no le hicieran los exámenes a mi hija. En ese momento mi pequeña nos contó que ese mismo día él había vuelto a abusar de ella”.
La mujer aseguró que los uniformados llamaron al cuadrante, “pero él empezó a decir que nosotros lo estábamos calumniando. Nos llevaron hasta el Hospital de Meissen, pero los policías se fueron, no me dejaron ningún número, ningún soporte de alguna denuncia, nada. Y mientras tanto él estaba ahí como si nada”, explicó.
Pero la odisea no paró ahí. “Al otro día la trabajadora social me dijo que me tocaba ir a poner la denuncia y que debía llevar ese documento porque Bienestar Familiar me lo iba a pedir. Ya el lunes me tocó llamar a una línea que me dieron para poder colocar la denuncia, pero lo único que me dieron fue como un número de registro que finalmente no me sirvió para nada”, aseveró.
“Mi jefe me ayudó a buscar dónde poner la denuncia, y me dio una dirección en Paloquemao. Me fui hasta allá, pero me dijeron que esa Fiscalía no recibía ese tipo de denuncias y que debía irme hasta Molinos. Cuando llegué a Molinos, y según me dijeron allá, sí estaba ya el denuncio, pero nunca remitieron el denuncio al hospital”, agregó la señora madre.
A pesar de que ya ha pasado una semana de lo sucedido, y de que la denuncia finalmente fue interpuesta, según asegura la mujer, la fiscal del caso le habría dicho que no se podía emitir una orden de captura hasta que el Instituto de Medicina Legal diera un dictamen.
Han pasado ya varios días y el dictamen de Medicina Legal no ha salido, ni tampoco se ha emitido la orden de captura. Mientras tanto, el agresor, que aunque se fue de la casa, le sigue escribiendo y sigue buscando a la mujer y a sus hijas.
“Cómo es posible que él haya abusado de mi hija y esté libre. Es increíble que no haya justicia”, cuestionó la mujer entre lágrimas.