Valle del Cauca
Areneros del río Cauca dicen que ven pasar hasta 100 cadáveres por año, ¿de dónde vienen esos muertos?
Señalan que algunos vienen sin cabeza o sin alguna de sus extremidades. Aseguran que en 2021, durante el estallido social, ese número aumentó.

El río Cauca, uno de los más importantes de Colombia, esconde un macabro secreto a la vista de todos: se ha convertido en un cementerio flotante donde diariamente desfilan cadáveres. Carlos Alberto Castro, un arenero de 30 años de experiencia en la vereda Platanares de Yumbo, asegura que en sus tres décadas de trabajo ha visto más de 3.000 cuerpos pasar por el afluente. Según sus cálculos, al menos 100 cadáveres bajan por el río cada año, aunque advierte que la cifra podría ser mayor, ya que muchos no son visibles o descienden de noche.
“Yo tengo la certeza de que si este río Cauca llegara a quedar seco totalmente, sin agua, sería un playón inmenso lleno de esqueletos humanos, de cráneos sueltos. La cantidad de huesos humanos que hay en este río es inmensa. Este río Cauca es el cementerio oculto más grande de Colombia a la vista de todos”, afirma Castro con una mezcla de resignación y dolor.

El arenero relata que, en promedio, ve entre tres y cinco cuerpos flotar diariamente. Algunos llegan con signos de tortura, mutilados o encostalados, mientras que otros descienden por el fondo del río, invisibles para quienes observan desde la superficie. “A la mayoría los matan en Cali y ya vienen a flotar cuando pasan por Yumbo”, explica.
Castro no solo es testigo de esta tragedia, sino que también se ha convertido en un rescatista improvisado. Cuando encuentra un cuerpo cerca de la orilla, lo amarra a un palo y espera un día para ver si alguien lo reclama. Si no aparece nadie, lo suelta para que continúe su tránsito por el río. “No son pocos los que he ayudado, porque me da dolor y tristeza ver a una persona llorando, suplicándole a uno que les colabore para sacar a sus familiares del río”, relata.
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
La violencia que se refleja en el río alcanzó su punto más crítico en 2021, durante el estallido social en Cali. En esos meses, Castro y otros areneros llegaron a contar hasta nueve cadáveres al día. “Fue una época dura, pasaron cosas extrañas”, recuerda otro arenero que prefirió mantener su nombre en reserva. Este testigo asegura que, en ocasiones, la Policía les advierte sobre cuerpos que supuestamente serán reclamados río abajo, pero al contactar a sus colegas, descubren que es mentira.
Para los habitantes de la zona, el río Cauca se ha convertido en un recordatorio constante de la crudeza del conflicto y la violencia en el país. “Aquí es impactante ver a los familiares y encontrar a su familiar torturado, en ocasiones sin manos, sin pies, y les toca reconocerlos por algunos tatuajes o por el corte de pelo que utilizaban”, dice Castro con voz entrecortada.
Mientras el río sigue su curso, arrastrando consigo historias de dolor y muerte, los areneros como Carlos Alberto Castro continúan su labor, no solo extrayendo arena, sino también rescatando los restos de quienes, en vida, fueron víctimas de una violencia que parece no tener fin.