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Exclusivo: la historia secreta detrás del secuestro de Lyan. Deuda entre poderosos narcos y temor de una guerra sin cuartel

SEMANA revela la verdad de lo ocurrido. El secuestro del niño habría sido ordenado por el poderoso capo Diego Rastrojo por una millonaria deuda. La historia es escalofriante.

22 de mayo de 2025, 2:49 p. m.
Secuestro Lyan Hortúa
Secuestro de Lyan Hortúa. | Foto: SEMANA

Para las autoridades, el secuestro del niño Lyan José Hortúa Bonilla, el pasado 3 de mayo en Jamundí, Valle del Cauca, no fue un caso más de rapto de personas en esa zona del país, sino una prueba de fuego que incluso amenazó con poner en jaque a toda una región.

En la última semana, esta revista consultó a varias fuentes, entre las que se encuentran altos oficiales de la Policía Nacional y organismos de derechos humanos locales e internacionales que estuvieron al tanto de este hecho, y todos llegan a la misma conclusión: “No pudimos hacer mucho porque era un tema de una vieja deuda entre narcos”.

Este jueves 22 de mayo, la Policía Nacional le confirmó a SEMANA que tiene en su poder esta información y que la está consolidando con las distintas agencias.

De acuerdo con estos testimonios, al niño no se lo llevó la disidencia Jaime Martínez con fines extorsivos, sino que ese grupo criminal —presuntamente— estaba cumpliendo una orden del poderoso capo Diego Rastrojo, quien habría pagado para secuestrar a Jorsuar Suárez, padrastro de Lyan, o a Angie Bonilla, su madre.

Sin embargo, los criminales que fueron enviados para cometer el hecho, al no encontrar a ninguno de los dos, se llevaron al menor de apenas 11 años. “Todo fue un error”, dijo esa estructura terrorista.

Imágenes de los secuestradores de un niño de 11 años en Jamundí, Valle.
Imágenes de los secuestradores de un niño de 11 años en Jamundí, Valle. | Foto: Tomado de video.

Pero lo que inicialmente fue una equivocación, terminó convirtiéndose en un escenario perfecto para Diego Rastrojo y sus secuaces: Colombia clamaba la liberación del niño y la madre, Angie Bonilla, quien conoce muy bien a Los Rastrojos por dentro, terminó accediendo a las pretensiones económicas para la liberación del menor.

La cifra a pagar superaba los 37 mil millones de pesos y es producto de una supuesta deuda que esa familia tiene con Diego Rastrojo.

Para resumir la historia: Angie Bonilla, presuntamente, habría sido testaferra del extraditado capo, así como de su expareja sentimental y padre de Lyan, José Leonardo Hortúa, alias Mascota, quien era el heredero de Diego Rastrojo y que fue asesinado en Cali en el año 2013, poco antes del nacimiento del niño.

Según la versión en poder de las autoridades, y confirmada a SEMANA, alias Mascota y Diego Rastrojo habrían dejado dinero y propiedades lujosas a cargo de Angie Bonilla. Pero con la muerte del primero y la captura —y extradición— del segundo, ese botín presuntamente pasó a otras manos.

Todo transcurrió en calma hasta que Diego Rastrojo habría mandado a pedir cuentas con el retorno al Valle del Cauca de varios de sus poderosos alfiles. “La plata y los bienes no estaban”, le dijo a SEMANA una fuente oficial cercana a la investigación.

Ante ese supuesto desfalco, Los Rastrojos habrían contratado a la disidencia Jaime Martínez, de las Farc, para secuestrar al padrastro o la madre de Lyan con el fin de presionar el pago de esa deuda. Pero los inexpertos secuestradores terminaron llevándose al niño de su lujosa casa campestre en Jamundí.

La familia del niño está angustiada por lo que le pueda pasar.
La familia del niño está angustiada por lo que le pueda pasar. | Foto: Captura de video: Noticias RCN

La convención de narcos

El secuestro de Lyan no solo mantuvo en vilo al país, sino que generó una sacudida —de las que hace mucho tiempo no se presentaban— en las más altas esferas del mundo criminal en el Valle y otras regiones de Colombia.

Fuentes buscaron intermediación de personajes como Pipe Tuluá, alias Alacrán, Guacamayo, todos presos y pesos pesados del narcotráfico en esta zona del país, pero no fue posible.

De acuerdo con las autoridades, los grandes capos del Valle decidieron mantenerse neutrales en esta disputa, pero sí habrían llamado a Los Rastrojos para que se le respetara la vida al menor; asimismo, se comunicaron con la familia de Lyan.

“Ellos le dijeron que no se podían meter, que lo único que podían hacer es velar por la vida del niño, pero la plata se debía pagar completa”, señala uno de los investigadores.

Liberan a Lyan José, menor de once años que había sido secuestrado en Jamundí, Valle
Liberan a Lyan José, menor de once años que había sido secuestrado en Jamundí, Valle | Foto: Aymer andres alvarez

Incluso, por intermediaciones desde diferentes cárceles del país, a la familia de Lyan se le permitió enviar un medicamento esencial para la salud del niño, y también que hubiera un puente de comunicación a través de videollamadas.

Este último dato fue confirmado por el mismo padrastro, Jorsuar Suárez, a las afueras de la clínica Fundación Valle del Lili en la noche de este miércoles: “Sí, hablamos en un par de ocasiones. A él lo tuvieron amarrado los primeros cuatro días”, aseveró.

Y luego lanzó una respuesta polémica a una pregunta que nadie le estaba haciendo: “Contrario a lo que se ha dicho, yo soy un hombre legal. Tengo mi empresa de joyería hace 12 años y todo es legal”.

“Si tocan a ese niño, la ciudad se nos cae”

SEMANA conoció la historia detrás del secuestro del niño Lyan José Hortúa hace aproximadamente una semana. Este medio indagó con varias fuentes y todas confirmaron la veracidad. Este medio se abstuvo de publicarla porque el menor aún estaba en cautiverio. Las autoridades le pidieron a SEMANA divulgarla una vez el menor estuviera en libertad.

La información era de conocimiento en la Policía Nacional, por eso no hubo operativos de rescate en la zona, y esa también fue una de las razones para que algunos organismos de derechos humanos se retiraran de la intermediación para la liberación del menor. “Aquí estamos hablando de pesos muy pesados”, dijo otra de las fuentes consultadas por SEMANA.

Incluso, desde las autoridades se temió lo peor: “Si al niño le pasa algo, se nos cae la ciudad (Cali)”, puntualizó uno de los participantes en la mesa de rescate.

Alias Mascota, el padre biológico de Lyan, no era un desconocido en el mundo del crimen. Al contrario, su respeto y fama trascendieron fronteras.

También apodado como el Mochacabezas, por su presunta participación en desmembramientos de cuerpos en el Valle del Cauca, especialmente en Tuluá, era el hombre más cercano y de mayor confianza de Diego Rastrojo. Él estaba llamado a liderar esa estructura criminal con la captura de su máximo cabecilla.

Alias Mascota fue capturado en 2010 en una finca cercana a Pereira, entre Valle y Risaralda, pero un juez le otorgó el beneficio de casa por cárcel y tres años después fue asesinado cuando estaba en una cita odontológica en el sur de Cali.

Su principal fortín era Tuluá y uno de sus pupilos era Andrés Marín, alias Pipe Tuluá, quien años más tarde fundó la banda La Inmaculada y puso en jaque a esa ciudad por varios meses con el plan pistola contra miembros de la Fuerza Pública y una redada de extorsión a todo nivel.

Pipe Tuluá hizo parte del primer anillo de Los Rastrojos junto a alias Mascota. Tenían una amistad y respeto mutuo.

El padre biológico de Lyan era cercano también a alias Alacrán y a alias Guacamayo, quien en 2020 fue recapturado.

“Todos ellos querían a Mascota y si hubiera existido un riesgo para la vida del niño, seguro habrían reaccionado, lo que habría generado un toma y dame entre poderosos capos que todavía tienen el control en varias esferas criminales”, señaló una fuente cercana al proceso de liberación.

El pago y la liberación

Muy temprano este jueves, la familia de Lyan salió a atacar a algunas personas que participaron en las mesas técnicas para la liberación del niño, incluso apuntaron hacia miembros del Estado. Sebastián Bonilla, tío del menor, denunció: “Muchas personas del Estado nos decían que había que negociar con ellos y eso fue lo que hicimos, porque no nos ofrecieron más soluciones que esa. Sentimos un total abandono del gobierno de Gustavo Petro”.

El hombre aseguró que tuvieron que pagar porque las autoridades no les ayudaron. “Nosotros, al ver la poca eficiencia de la autoridad y con toda la zozobra de que le pudiera pasar algo, pagamos el rescate. El valor me lo reservo por seguridad del niño y de nosotros, pero nos vimos en la obligación de pagar un rescate [...]. En este momento nos dejaron endeudados”.

Sin embargo, lo que no contó Sebastián Bonilla, de acuerdo con la investigación de las autoridades, fue que ese dinero correspondía a una vieja deuda y no hacía parte de una extorsión común. La cifra pagada, cercana a los cuatro mil millones de pesos, sería el primer abono de la renta total que esa familia tendría con Diego Rastrojo.

Lyan Hortúa fue dejado en libertad; estuvo 19 días secuestrado

SEMANA también conoció que ese dinero fue pagado en efectivo en la zona urbana de Jamundí en la mañana del miércoles 21 de mayo.

Quien recogió la plata habría sido un emisario de la Jaime Martínez, quien luego se trasladó hasta el corregimiento Ampudia. Allí contaron uno a uno cada billete, dieron aviso al delegado de Los Rastrojos y luego llamaron a la Cruz Roja Internacional y a la Defensoría del Pueblo para entregarles al niño.

Días antes, ese proceso de entrega del dinero fracasó. La Jaime Martínez les pedía al padrastro o a la mamá del niño subir hasta la zona rural alta de Jamundí, cualquiera de los dos, en un vehículo con dos ocupantes y hacer una especie de intercambio de secuestrados.

Pero la familia se habría negado y, como una medida desesperada, les pidieron a diferentes organismos que fueran ellos quienes llevaran los maletines cargados de dinero.

Dichas entidades se negaron, hubo cierta molestia y, finalmente, hace una semana se retiraron del proceso de intermediación por ese pedido que consideraron como una falta de respeto.

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Lyan fue liberado el 21 de mayo. | Foto: Redes sociales

“Nunca llegaron”

Hay varias cosas, denunciadas por la familia de Lyan, que no cuadran y, de ser ciertas, serían motivo de investigación interna en las autoridades.

El padrastro del niño manifestó ante varios medios de comunicación que, pese a que la unidad residencial cuenta con tres anillos de seguridad, los hombres armados entraron con cierta facilidad, intimidaron a las empleadas del servicio y se llevaron al menor, como se logra ver en los videos de seguridad filtrados.

Los encapuchados en todo momento le apuntaron al niño.
Los encapuchados en todo momento le apuntaron al niño. | Foto: Captura de video: Noticias RCN

“Esa noche nunca llegó nadie, nunca llegó nadie a apoyarnos. Nunca llegó nadie a decirnos que todo va a estar bien, que tranquilos; nos tocó defendernos a nosotros mismos, yo siendo la cabeza de familia con mi esposa y los que vivimos ahí”, dijo Jorsuar Suárez.

En pocas palabras, ni la Policía ni el Ejército llegaron al lugar. Otro hecho cuestionable es que no hubo despliegue militar en la zona. “Desde el principio todos sabían que era una deuda del narcotráfico y no se quisieron meter con eso”, manifestó la fuente consultada por SEMANA.

Lo cierto es que las verdaderas razones del secuestro del pequeño Lyan, que es una víctima de la violencia, tienen aún mucha tela por cortar. Y varias entidades tendrán que dar explicaciones.