Valle del Cauca
‘La escuela del crimen’: disidencias de las Farc tienen un megacampo de entrenamiento en manejo de drones en Jamundí y el Naya
La mayoría de jóvenes que están en este lugar son menores de edad, según denuncian residentes de la zona.
El frente disidente Jaime Martínez, que opera en el Cauca y Valle del Cauca, sigue mostrando su poderío criminal. Recientemente, ese grupo terrorista atacó en tres oportunidades, en menos de 48 horas, al corregimiento de Robles, zona rural de Jamundí, con explosivos instalados en drones. Lo mismo hicieron otras estructuras del Estado Mayor Central en diferentes municipios.
Pero esto no se trata de ataques aislados o un atentados sin sentido, SEMANA conoció que detrás de esta ofensiva criminal con drones explosivos, está la materialización de un plan que las disidencias de Iván Mordisco pusieron a rodar hace más de un año en las montañas de Jamundí y la subregión del Naya.
Primero, el frente Jaime Martínez construyó una carretera irregular que conecta a la Cordillera Occidental con la subregión del Naya, por zona rural de Jamundí, esto les permite sacar con mayor facilidad grandes cargamentos de droga hacia las aguas del Pacífico; segundo, en un tramo de esa nueva vía diseñaron un completo complejo de entrenamiento militar para jóvenes y adolescentes recién reclutados, así como un apartado para la instalación, creación y manipulación de drones explosivos.
Según lo conocido por SEMANA, este megacomplejo de entrenamiento queda donde finaliza la carretera irregular en el sector de la Playa, subregión del Naya, y muy cerca al río Naya. Allí montaron una ‘escuela para actos terroristas’, que tiene la capacidad de albergar a decenas de miembros de la Jaime Martínez, tiene un amplio espacio al aire libre para manipular drones y fusiles barret, armamento que en el mercado negro tiene un precio superior a los $40 millones.
Tendencias
En ese espacio también hay elementos para acondicionamiento físico, según le relató una fuente del sector a este medio. “El campo de entrenamiento queda en la Playa, ahí justo antes del río. Nosotros constantemente escuchamos las detonaciones (...) Al principio nos alterábamos, pero ya tuvimos una reunión con ellos (Jaime Martínez) y nos explicaron que ahí se estaban preparando los nuevos integrantes en manejo de toda clase de explosivos”, dijo un residente de la zona del Naya.
Prueba de ello, es que en los últimos meses se han intensificado los ataques con explosivos contra la Fuerza Pública y civiles. En Jamundí, por ejemplo, en lo corrido del 2024 se han presentado 17 atentados, en los más recientes en la subestación de Policía de Robles hubo utilización de drones explosivos.
“En ese sector finaliza la carretera que ellos construyeron en el Naya. Allí tienen un campo de entrenamiento grande, donde se escuchan constantemente detonaciones, y es porque allí entrenan a los muchachos en el manejo de drones explosivos. Nosotros le decimos la ‘universidad del crimen’, porque de allí salen graduados para hacer el mal”, manifestó otro de los líderes sociales de la zona. El experimento de los drones explosivos se lleva a cabo en el suroccidente del país, principalmente en Valle y Cauca. Seis soldados fueron heridos en el último mes con estos artefactos.
Fotografías en poder de las Fuerzas Militares muestran cómo las disidencias de las Farc adecúan objetos cilíndricos de color verde y negro con explosivos que mezclan con metralla: puntillas, tornillos, balines, tuercas, alambres y metal oxidado para causar mayor daño. Los cilindros son amarrados a un gancho metálico que es ajustado al dron. “Lo que hacen es que ellos mismos (las disidencias) modifican los drones, les instalan una especie de pinza y ahí meten las granadas.
Los elevan a una distancia imperceptible para el ojo humano y luego sueltan el artefacto. Es una forma de lucha para la cual aún no estamos preparados”, dijo a SEMANA uno de los militares que operan en Argelia. Todo esto forma parte del accionar de unas millonarias disidencias que pueden facturar hasta 29 millones de dólares al año, según denunció la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro.
“Es importante decir que la financiación de las disidencias no es solo la coca, sino también la minería ilegal. Tenemos 14 sitios de minería ilegal que nos dan 33.000 gramos mensuales de oro, 12 hectáreas que están deforestadas, 465 gramos de mercurio que afectan nuestros ríos y, lo más importante, se ganan 29 millones de dólares al año con la minería ilegal”, señaló.
¿Por qué no hacen nada?
A pesar de que el campo de entrenamiento de las disidencias de las Farc es vox populi, e incluso los organismos de inteligencia tienen pruebas, aún no se ha realizado ni un solo operativo para desmantelar este lugar. SEMANA indagó con varios militares quienes, de manera extraoficial, señalaron que es una zona de difícil acceso por tierra, porque los criminales de Iván Mordisco tienen explosivos estratégicamente puestos sobre los bordes. La única posibilidad de ingreso es por vía aérea, pero por temas logístico y de combustible, no hay aprobación de más horas de vuelo.
“¿Qué ha pasado? Nosotros podemos trabajar día y noche, estamos trabajando de frente contra la criminalidad, pero no hay contundencia. El Gobierno nacional en algunas cosas nos ha apoyado, pero no hay contundencia en ese apoyo, solos no podemos. Tienen que aumentar el pie de fuerza, la logística, deben aumentar las horas de vuelo”, agregó la gobernadora del Valle.