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Liberaron a un empresario y a un ingeniero que permanecían secuestrados por hombres armados en Jamundí, Valle del Cauca
Afortunadamente, las víctimas se encuentran físicamente bien de salud.
Este lunes, 4 de noviembre, el empresario Víctor Armando Tovar Muñoz, junto al ingeniero Jhon Frank Vargas Olmos, fueron liberados después de haber sido secuestrados en circunstancias similares, en Jamundí, Valle del Cauca.
Ambos fueron liberados en el mismo corregimiento de Timba, pero en momentos distintos del día: mientras que a don Víctor lo dejaron en libertad en horas de la mañana, el ingeniero Vargas Olmos fue liberado en la tarde. Los dos fueron abandonados en puntos específicos donde pudieron pedir ayuda y comunicarse con sus familiares para darles la noticia de su liberación.
Este acontecimiento fue una liberación pacífica, en la que no hubo intervención directa de las autoridades policiales o militares en el proceso de rescate, ni tampoco participación de organismos internacionales.
Afortunadamente, tanto Tovar Muñoz como Vargas Olmos se encuentran físicamente bien de salud, aunque el trauma psicológico por el secuestro probablemente los acompañará durante un largo tiempo.
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Por su parte, Tovar Muñoz, de 48 años, un empresario conocido en la región, fue secuestrado el pasado 8 de julio, por un grupo de hombres armados con fusiles, quienes lo sacaron a la fuerza de su propiedad, ubicada en la vereda La Berta, en el corregimiento de Timba, en el municipio de Jamundí, Valle.
En este lugar, Tovar Muñoz había construido una exitosa vida, donde generaba empleo mediante una arenera equipada con una trituradora de material de construcción, un negocio que había sido el pilar de su sustento y el de muchas familias de la zona.
La familia de Víctor Armando Tovar Muñoz vivió momentos de profunda angustia y desesperación durante el secuestro de don Víctor, un calvario que pasó de ser un secuestro común a convertirse en un secuestro extorsivo. Los captores, al principio, no dejaron claro su objetivo, pero pronto quedó en evidencia que la motivación detrás del secuestro era económica: exigían una suma exorbitante de aproximadamente $1.000 millones para la liberación de Tovar Muñoz.
Durante el tiempo en que estuvo secuestrado, surgieron informes preocupantes relacionados con la arenera de Timba, el negocio que había sido el sustento de su vida y de muchos empleados en la región. Se denunció que la maquinaria de la arenera había sido incinerada, aparentemente como una represalia por no haber cumplido con el pago del millonario rescate que los captores exigían.
Las autoridades comenzaron a investigar y, según sus informes preliminares, todo indicaba que las disidencias de las FARC podrían ser las responsables de este secuestro y de los daños materiales a la arenera. La hipótesis se sustentaba en los métodos utilizados en la extorsión y en el tipo de violencia que se había empleado, que coincidía con patrones previamente observados en acciones atribuidas a estos grupos armados ilegales.
Mientras que Vargas Olmos, de 47 años, había sido secuestrado el 9 de agosto. Según relatos de su familia, ese día salió de su hogar en Jamundí alrededor de las 7:30 a. m., montado en su motocicleta, con destino a su lugar de trabajo en la zona conocida como López Adentro. Sin embargo, su rutina fue interrumpida de manera abrupta cuando, antes de llegar al puente de Valencia, fue interceptado por un grupo de hombres desconocidos.
Los testigos del incidente relatan que Vargas Olmos fue forzado a abordar un vehículo Mazda de color blanco, que carecía de placas, y que luego se alejó rápidamente en una dirección desconocida. Este violento acto generó preocupación y angustia en su familia y en la comunidad, que se unió en la búsqueda de información sobre su paradero.
El secuestro de Vargas Olmos no solo afectó a sus seres queridos, sino que también reflejó un aumento preocupante de la inseguridad en la región, lo que generó un clima de miedo entre los habitantes. La familia, desesperada por noticias, mantuvo contacto constante con las autoridades y organismos de seguridad, mientras que la comunidad se solidarizó con ellos, esperando el regreso del ingeniero.
La comunidad local y las autoridades han manifestado su alivio por la liberación de ambos, pero también han expresado su preocupación por la creciente inseguridad en la región, especialmente en áreas rurales como el corregimiento de Timba, que siguen siendo vulnerables a este tipo de actos violentos.