Norte de Santander
Catatumbo, un mes después de que estallara la barbarie: así está la región tras 30 días de confrontaciones armadas
La zona permanece militarizada, aunque todavía hay presencia de terroristas del ELN. La comunidad dice que les quitaron sus fincas y casas. Radiografía de una herida abierta.
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El Catatumbo, una región históricamente marcada por la violencia y el narcotráfico, vive hoy uno de sus capítulos más críticos. Tras un mes de confrontaciones entre el ELN y las disidencias de las Farc, el mayor general Geovany Rodríguez, comandante de la Segunda División del Ejército, hace un balance de lo que ha sido esta guerra que ha desangrado a la población y ha puesto en jaque el orden público en esta zona del país.
La operación militar en el Catatumbo, que cuenta con la participación de unidades de la Segunda División, capacidades especiales de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) y el apoyo de la Fuerza Aeroespacial, ha focalizado sus esfuerzos en Tibú, el municipio con mayor presencia de cultivos de coca en la región. Junto a la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación se han realizado allanamientos en municipios como El Tarra, Ocaña y Acarí, con el objetivo de debilitar las capacidades de estas estructuras armadas y sus redes de apoyo al terrorismo.

Las confrontaciones entre el ELN y las disidencias de las Farc han disminuido significativamente, según el general Rodríguez. “Nosotros ya estamos, para el caso de Tibú, en algunos sectores que le bloqueamos esa pretensión delictiva de generar confrontaciones”, asegura. Sin embargo, el objetivo operacional ahora es obligar a estos grupos a enfrentarse directamente con las Fuerzas Militares, alejando a la población civil de esta incumbencia delictiva.
No obstante, líderes de la zona no son tan optimistas como el general. Para ellos, la guerra no ha cedido ni un centímetro en su escalada de barbarie. “Los retenes siguen, los asesinatos siguen. Acá hay gente que le han quitado sus fincas, casas, todo. Muchos no quieren regresar”, comentó un líder social.
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El centro de gravedad de estas estructuras sigue siendo el control de las finanzas derivadas del narcotráfico. Pero hay algo que preocupa aún más: el reclutamiento forzado de niñas, niños y adolescentes. “Se sigue incrementando el reclutamiento forzado, lo que nos ha dificultado en alguna manera la acción y el destino operacional”, afirma el general.
Además, los grupos armados se están ubicando en casas de civiles, usando ropa común para camuflarse y evitar la confrontación directa con las tropas. Esto obliga a las Fuerzas Militares a extremar las precauciones para no afectar a personas ajenas al conflicto.

Uno de los mayores peligros en esta guerra son los artefactos explosivos de fabricación improvisada que estos grupos siembran en cerros, cruces de caños y áreas boscosas. “La capacidad que tiene el ELN y el GAO-r 33 (disidencias) está en la instalación de estos artefactos”, explica el general. Estos explosivos no solo representan una amenaza para las tropas, sino también para la población civil, que queda atrapada en medio de esta violencia.
De acuerdo con el alto oficial, en cuanto a los resultados operacionales, el balance del primer mes es contundente. Se han recuperado 22 menores de edad reclutados; sometido a 105 integrantes de estructuras criminales; incautado 55 armas cortas y 104 armas largas. Además, se han destruido 602 minas antipersonales y granadas artesanales, y desmantelado depósitos ilegales con casi dos toneladas de explosivos.
En el caso del ELN, se han logrado 14 capturas, 4 desmovilizaciones y la incautación de 10 armas cortas y 46 kilogramos de explosivos. Pero el dato más revelador es el golpe a la cadena del narcotráfico: se han destruido 600 kilos de clorhidrato de cocaína, 1.599 galones de cocaína en proceso, 4,5 toneladas de base de coca y 6 laboratorios de procesamiento.
El general Rodríguez es enfático en señalar que el narcotráfico es el centro de gravedad de esta guerra. “El esfuerzo para nuestro comandante del Ejército y la campaña político-militar del Catatumbo está muy bien articulada con el Pacto Catatumbo”, afirma.
Sin embargo, reconoce que la solución no es solo militar. “Decir que solamente con la capacidad militar vamos a cambiar el Catatumbo es insuficiente. Tiene que haber un claro esfuerzo del Gobierno nacional para mejorar la educación, la salud, las vías y los proyectos productivos que alejen a las comunidades de las economías ilícitas”.

“El compromiso total de las Fuerzas Militares, la Policía y la Fiscalía es garantizar la vida, honra y bienes de los habitantes del Catatumbo. Pero necesitamos que la población confíe en nosotros y en el Estado. Solo así podremos transformar este territorio y alejarlo de las economías ilegales que tanto daño le han hecho”, puntualiza. La guerra en el Catatumbo apenas comienza, y el camino hacia la paz y la estabilidad será largo.