El malestar del Cartel de Sinaloa con el Catatumbo: la crisis que antecedió la matanza del ELN

El mercado de la base de coca apenas se estaba recuperando en el Catatumbo cuando estalló la guerra entre el ELN y las disidencias de las Farc por el control territorial, donde el régimen venezolano tiene intereses por dominar la frontera a través de los elenos y frenar cualquier alzamiento militar que ponga en riesgo a la dictadura de Nicolás Maduro.

Esta confrontación llegó después de una crisis en la economía de la región que obligó a los campesinos a canjear gramos de coca por comida y ropa. Hay dos versiones del origen del problema, la expuesta por la fuerza pública y la contada por productores de la sustancia ilícita a un equipo periodístico de SEMANA.

Fuentes oficiales relataron, en su momento, que la pobreza se apoderó del Catatumbo durante el 2024 porque los grupos armados no tenían compradores de la mercancía ilegal, a raíz de la alta oferta del producto en el mundo. Mientras que los habitantes del territorio aseguraron que la dificultad se dio por la captura del principal negociante y a un malestar del Cartel de Sinaloa, quien era el socio más importante.

De acuerdo con los testimonios recogidos en Norte de Santander, los mexicanos se “aburrieron” en el Catatumbo porque no estaban recibiendo cocaína pura. Así lo detalló una persona cercana al ELN y a las disidencias: “El Cartel de Sinaloa (dejó) de comprar en el Catatumbo por la liga que le meten a la mercancía”. Es decir, sustancias con las que “amarraron” el ilícito y, automáticamente, le mermaron la calidad que esperaban los narcotraficantes.

“Hay personas que ligan (la base de coca) con agua hirviendo, con aceite, con aceite de motor de transformadores, con manteca, con leche”, agregó la misma fuente. Sin embargo, esta técnica fue frenada por los grupos armados de la región cuando los extranjeros pusieron el grito en el cielo y, aparentemente, dejaron de financiar la producción de la base de coca. Los criminales colombianos, que hoy están en guerra, anticiparon duras sanciones para el campesino que fuera sorprendido aplicando estas estrategias.

La orden fue emitida a través de los líderes sociales: “Nos hacían la capacitación (y) que les avisáramos a las comunidades, a los dueños de fincas, a patrones y todo eso, que tuvieran en cuenta que todo aquel que ligara, porque ya no estaba entrando la economía, lo mataban o lo corrían del territorio”, comentó una de las personas que estuvo presente en las reuniones con los criminales.

La crisis se sintió en todos los hogares. El kilo de pasta de coca cayó a $ 1.500.000, cuando en su mejor tiempo lo pagaban entre $ 2.700.000 y $ 3.000.000. Los “patrones” empezaron a cancelar las nóminas con gramos de coca que, a su vez, podían canjear por alimentos en supermercados habilitados por la guerrilla del ELN.

“El campesinado daba de cambio (base de coca) por combustibles, venenos, alimentación (y) ropa. Las guerrillas comenzaron a montar supermercados y recibían la base de coca a ciertos precios. Ellos decían: ‘A 2.750.000 vamos a recibir la mercancía para surtirles al campesino la alimentación’. Uno llegaba allá y cambiaba 700, 800 gramos, lo que usted fuera a cambiar por mercado”, dijo una campesina de Tibú. Bajo esta lógica, un gramo correspondía a $ 1.000.

Todo esto se modificó cuando aterrizó el cartel de los Soles al Catatumbo en el segundo semestre de 2024. Esta organización, que sería liderada por las cabezas visibles del chavismo, de acuerdo con Estados Unidos, inyectó cientos de millones de pesos para recuperar la economía ilegal. El buen tiempo para el bolsillo de la gente se volvió a apretar cuando el ELN y las disidencias entraron en guerra. Hoy no se sabe qué va a pasar.