Nación
La historia desconocida de la guerra del ELN y las disidencias de las Farc en el Catatumbo
SEMANA accedió a nuevos detalles de la confrontación que libran las disidencias de las Farc y la guerrilla del ELN en las montañas de Norte de Santander. Cientos de vidas están en riesgo.
Hace siete días no paran las balaceras en el Catatumbo. La guerrilla del ELN rompió el pacto de sangre que hizo con las disidencias de las Farc a finales de 2018 y activó un conflicto que ya deja más de 80 fallecidos, según cifras de las autoridades locales. SEMANA accedió a información reservada de la Fuerza Pública sobre lo que está aconteciendo en esta zona del departamento de Norte de Santander.
Si bien los hombres de Antonio García eran los líderes del narcotráfico en la región, permitieron que alias Iván Mordisco y Calarcá instalaran un brazo de su grupo armado con varias condiciones: se dividieron las montañas para producir droga, se repartieron las comunidades para hacer política y se establecieron las zonas que no podían cruzar para evitar confrontaciones. La palabra se cumplió hasta 2024.
Las disidencias, con menos de 500 hombres en las filas del Frente 33, arrasaron con los acuerdos ante un ELN fortalecido en la subregión; informes de inteligencia detallan que el Frente de Guerra Nororiental, que está bajo el liderazgo de alias Alfredo, cuenta con 1.946 personas, tanto en armas como en milicianos. Es decir, el ELN es tres veces más grande y reconoció esa fortaleza en el campo de batalla.
La versión de la Fuerza Pública es que, posiblemente, un alto mando de los elenos notó el incumplimiento del bando contrario y ordenó borrarlos del territorio: “Es sometimiento o muerte”, manifestó a SEMANA uno de los funcionarios que le están siguiendo la pista a la guerra que libran los dos grupos armados. Así las cosas, la venganza se habría planeado en diciembre y ejecutado desde el 16 de enero.
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Los primeros movimientos del ELN se dieron a finales de 2024 hacia el norte de los municipios de Tibú y El Tarra. En un principio, se sospechó que esa alineación de la guerrilla podría obedecer a un plan para atacar a las tropas de las fuerzas militares que estaban custodiando la restauración de un gaseoducto en el departamento, pero finalmente hicieron la avanzada para interceptar a su nuevo enemigo.
El Frente de Guerra Nororiental sacó todo su arsenal. Desde que comenzó el conflicto, expuso sus armas más letales: francotiradores, explosivos artesanales y trampas mortales. Entre tantas cosas, se ha identificado la detonación de material a través de vehículos aéreos no tripulados, un fenómeno delincuencial que arrancó en el Cauca y que ya se replica en otros puntos del país por la facilidad de afectar al enemigo.
Las autoridades consultadas para este artículo, quienes pidieron omitir sus identidades, tienen la certeza de que las disidencias de las Farc están acorraladas por el ELN y sospechan que la violencia no terminará hasta que los hombres de Arley, la cabeza visible del Frente 33, salgan del Catatumbo, aunque ellos no darán su brazo a torcer e intentarán dar la lucha bajo las mismas técnicas sanguinarias.
Ahora bien, los campesinos del Catatumbo saben realmente lo que hay detrás de toda esta violencia: “Son cosas de comandantes, pero es por plata, mucha plata”, dijeron a SEMANA varias víctimas del desplazamiento masivo que provocan los combates en los municipios de Tibú y El Tarra. Esas diferencias, que podrían ser económicas e ideológicas, suman centenares de muertos.
El Ejército Nacional está preparando su incursión en el territorio para evitar las confrontaciones que podrían afectar a la población civil, lo mismo está haciendo la Policía Nacional. Mientras que la Defensoría del Pueblo y la Iglesia católica instan a los criminales a frenar sus acciones que se traducen en violaciones a los derechos humanos de cientos de habitantes de la región del Catatumbo.