Violencia
Los ataques del ELN con drones bomba se planean desde Venezuela: así entrenan a los ‘pilotos’ en ese país
Así como las disidencias, el ELN ha emprendido un camino para nutrir su flotilla criminal con pilotos de drones que se entrenan en Venezuela y luego son llevados a Tibú para atacar a la fuerza pública.
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En el Catatumbo, Norte de Santander, ya no solo se oyen las ráfagas de fusil ni el estruendo de las explosiones entre grupos armados ilegales. Ahora, un nuevo sonido se mezcla con el viento: el zumbido constante de drones cargados con explosivos, manejados –según informes de inteligencia– por una estructura del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
SEMANA tuvo acceso a documentos claves en las investigaciones judiciales que reposan en la inteligencia del Ejército Nacional. En ellos se asegura que existe una red dedicada a entrenar a guerrilleros en el uso de aeronaves no tripuladas adaptadas para la guerra, tanto en territorio colombiano como venezolano.
El frente que lidera estas operaciones es el Juan Fernando Porras Martínez, del ELN, cuyo jefe, con más de 30 años delinquiendo en el nororiente del país, ha extendido su poder hasta las zonas rurales de Norte de Santander y el estado Zulia, en Venezuela.
“Son prácticamente academias de la insurgencia. Tienen instructores con experiencia en explosivos y comunicaciones que enseñan a modificar drones comerciales para cargar explosivos y atacar a los disidentes o a nuestras tropas en el territorio”, explicó un agente de inteligencia militar.

El documento al que tuvo acceso SEMANA revela que el jefe de esta estructura es un sanguinario guerrillero conocido con el alias de Julián, también identificado como Manuel Guevara o Parmenio, un experimentado mando del ELN con más de tres décadas en la organización.
Su trayectoria es extensa: ha comandado varios frentes de guerra, entre ellos el Carlos Armando Cacua Guerrero y el Héctor. Los informes precisan que alias Julián está instalado en los límites de Jesús María Semprún y Machiques, en el estado Zulia (Venezuela), desde donde imparte órdenes para ataques con explosivos, coordina la logística de los entrenamientos con drones y supervisa el reclutamiento de nuevos integrantes, en su mayoría menores de edad.
“Alias Julián es el cabecilla principal del frente Juan Fernando Porras Martínez y el encargado de los entrenamientos con drones. Él dirige la preparación de los pilotos en territorio venezolano y luego los despliega hacia el Catatumbo”, detalló un oficial de inteligencia.
Según esos informes, alias Julián tiene el control político y financiero del frente, lo que le ha permitido operar con libertad en ambos lados de la frontera. El Ejército Nacional señala que ha ordenado ataques con explosivos y francotiradores contra bases militares y unidades policiales en Tibú, Sardinata y El Carmen.

El segundo al mando es Diego Fernando Coronel, alias Caballo de Guerra, quien antes perteneció a los frentes Camilo Torres Restrepo y Capitán Francisco Bossio. Hoy es el segundo cabecilla del Juan Fernando Porras Martínez, desde donde envía las comisiones encargadas de operar drones contra la fuerza pública en veredas como Corazones, Versalles y Guachimán, en Tibú.
“Alias Caballo de Guerra es quien lidera directamente la guerra con drones contra la fuerza pública. Comanda las comisiones que se enfrentan a las disidencias de las Farc, especialmente con el frente 33 en Tibú y alrededores”, explicó un militar.
Este segundo cabecilla también es señalado de ordenar la instalación de campos minados y emboscadas al Ejército, como lo demuestra un proceso que adelanta la Fiscalía 129 de Cúcuta, donde se le responsabiliza por el uso de artefactos explosivos y otros actos terroristas.

Una tercera figura clave en la estructura es alias Chucky, jefe de una compañía del ELN con injerencia en Ocaña, Ábrego, Sardinata y La Playa de Belén. “De este sujeto no se conoce su nombre civil. Lo que sí sabemos es que ha ejecutado emboscadas, ataques con francotiradores y ha ordenado la instalación de minas antipersonales. También manda a colocar banderas del ELN y coordina ofensivas contra la fuerza pública en el occidente de Norte de Santander”, señaló la fuente militar.
Alias Chucky, además, libra una guerra a sangre y fuego contra las disidencias de las Farc –en especial con el frente 33– y el Clan del Golfo, lo que ha deteriorado gravemente el orden público en esa región.
“Estos tres cabecillas son los más peligrosos y respetados dentro del ELN. Muchos jóvenes reclutados buscan aprender el manejo de drones, atraídos por la tecnología. Pero todo esto se complica porque, aunque desde Colombia ejercemos control, no ocurre lo mismo desde Venezuela”, agregó la fuente consultada por SEMANA.
En territorio venezolano
La inteligencia militar tiene claro que el entrenamiento con drones forma parte de una directriz del Comando Central del ELN para modernizar su accionar criminal. “Los cursos se dictan en zonas selváticas del estado Zulia y en el municipio Jesús María Semprún. Cuentan con módulos de pilotaje, adaptación de cargas explosivas, sistemas de guía y camuflaje electrónico. Es como si se tratara de una universidad del mal”, explicó el investigador.

Tanto en Colombia como en Venezuela adquieren drones comerciales que luego modifican con facilidad, aunque también se tiene información de que ingresan equipos desde Brasil por contrabando.
“Ellos descubrieron que un dron puede costar menos de un millón de pesos y causar daños equivalentes a un mortero o a una granada lanzada desde el aire. Ya no necesitan acercarse; el enemigo puede estar en el cielo. Además, el riesgo de ser neutralizados es mucho menor”, aseguró la fuente. Los frentes Juan Fernando Porras Martínez, Caribe y Camilo Torres son, según el Ejército, los más poderosos y letales con el uso de esta tecnología, lo que ha transformado el modo en que ejecutan sus ataques.
“Hemos detectado que utilizan los drones no solo para transportar explosivos, sino también para vigilar a nuestras tropas y anticipar los movimientos que realizamos durante las operaciones”, señaló otro oficial.
De acuerdo con información de las Fuerzas Militares de Colombia, entre 2024 y 2025 se han registrado al menos 270 víctimas, entre civiles, militares y policías. De ellas, 40 pertenecen a comunidades rurales, una persona –menor de edad– falleció, 15 soldados murieron y 179 resultaron heridos. La Armada Nacional reporta un uniformado lesionado y el Comando Conjunto de Operaciones Especiales, otro.

Las regiones más golpeadas por estos ataques son Cauca, Nariño, Norte de Santander, Arauca, Bolívar, Sucre, Córdoba y Antioquia, donde las autoridades intentan contener el avance de los grupos armados ilegales. Según cálculos de la inteligencia militar, cada 1 día, 12 horas y 37 minutos ocurre un ataque con drones en Colombia.
En total, las autoridades registran 812 granadas o artefactos explosivos lanzados desde drones por parte de estructuras ilegales, sembrando el miedo entre la población.




