JUSTICIA
El Lamborghini, el Porsche y los otros lujos de Jenny Ambuila que destaparon los oscuros negocios de su padre. Ya aceptó cargos en Estados Unidos
SEMANA revela detalles del complejo proceso que tiene contra las cuerdas en Estados Unidos a Omar Ambuila, el recordado exfuncionario de la Dian que cayó por los lujos y excesos de su propia hija.
Las fotografías publicadas en redes sociales, en mayo de 2017, por su hija adolescente en las que posaba en medio de lujos, que iban desde costosos artículos de marca hasta vehículos de alta gama, fueron el principio del fin para Omar Ambuila, el entonces jefe de carga de la Dian en el puerto de Buenaventura. Él era el encargado de controlar todo lo que entraba y salía de la zona portuaria.
La inverosímil historia, que le dio la vuelta al mundo, tuvo un nuevo capítulo en los últimos días. SEMANA revela detalles inéditos de la acusación presentada en una Corte de Tampa, Estados Unidos, en contra de Omar Ambuila por graves cargos de lavado de activos y vínculos con organizaciones dedicadas al contrabando y al tráfico de drogas. El indictment tiene un ingrediente extra.
El exfuncionario de la Dian no solamente se habría aliado con narcos y contrabandistas para omitir variados controles en el puerto y dejarlos pasar su mercancía, sino que habría comprado a una decena de agentes e informantes de la DEA –la agencia antidrogas de Estados Unidos– para que desviaran su mirada a otros casos. Igualmente, estos agentes e informantes –quienes ya se encuentran en la cárcel– se prestaron para mover en sus cuentas el dinero que les transfería el funcionario de la Dian.
“Ambuila utilizó sustitutos para transferir aproximadamente un millón de dólares de ganancias ilícitas a los coconspiradores en Estados Unidos (...). El millón de dólares incluía fondos depositados por los representantes de Ambuila a las cuentas de tarjeta de débito/cheque del coconspirador y dinero en efectivo”, alega el indictment.
Lo más leído
En las imágenes, que hoy tienen a Omar Ambuila a las puertas de una condena en Estados Unidos, se ve a su hija, Jenny Lizeth, en restaurantes de lujo en Miami, donde vivía desde hace varios años, con carteras y zapatos de diseñador. Sin embargo, lo que más alardeaba la joven era su Lamborghini Huracán Spider, color rojo, y su camioneta Porsche Cayenne blanca, que generaba comentarios de admiración de sus seguidores en redes.
Lo malo es que los lujosos vehículos también llamaron la atención de las autoridades fiscales en Colombia y Estados Unidos, que no entendían cómo una joven de 26 años podría haber adquirido, de contado y sin ningún tipo de problema, vehículos avaluados en casi medio millón de dólares (72.000 dólares el Porsche y 330.000 dólares el Lamborghini).
A Ambuila se lo señala de haber lavado activos de carteles del narcotráfico y organizaciones dedicadas al contrabando por cerca de un millón de dólares, utilizando empresas fachada en Tampa y del empresario Diego Marín Arango, conocido como Papá Pitufo. Su detención en diciembre de 2024 ha motivado una activación especial de los acuerdos de colaboración entre Colombia y Portugal para lograr su extradición y que responda por graves cargos de contrabando.
¿El lugar común de estas consignaciones?
Se trata de una cuenta bancaria de una compraventa de carros de lujo en el sur de Florida. En los registros, a los que tuvo acceso SEMANA en exclusiva, las autoridades de Estados Unidos identificaron ocho movimientos entre el 21 de enero de 2014 y el 3 de septiembre de 2016 relacionados con los lujos de la familia Ambuila, fruto de los negocios ilegales que hacía el exfuncionario.
Durante años, según se advierte, Ambuila “conspiró” con el fin de lavar dinero y evitar llamar la atención de las autoridades colombianas. Sin embargo, el plan no le salió como esperaba. La compra de esos dos lujosos vehículos le causó todo tipo de dolores de cabeza.
“Ambuila tomó medidas para ocultar y disfrazar su participación en la mencionada compra del Lamborghini por parte de sustitutos con el fin de transferir al concesionario de automóviles”, precisa la acusación de nueve páginas, en la cual las palabras Lamborghini y Porsche se repiten a lo largo del documento.
De hecho, la compra de estos vehículos reveló la forma como se ingresó y movió el dinero por Estados Unidos para dificultar su rastreo. “Los fondos transferidos al concesionario de autos afectaban el comercio interestatal y exterior, y consistían en ganancias de actividades legales específicas, incluidas tres transferencias bancarias originarias de una institución financiera en Colombia”, sostiene la acusación.
El día de la verdad
El pasado 28 de enero, Omar Ambuila, extraditado en 2023, se presentó con su abogado de oficio ante la Corte de Tampa. Fuentes cercanas aseguraron que llegó con un “traje unicolor a la audiencia y sin esposas”. Sin ninguna expresión en su rostro, vio a la jueza y su secretaria, así como la inmensa pila de papeles que llevaba la Fiscalía General y que puso a un costado. De manera atípica, y con un inglés pausado, pidió la palabra para anunciar una decisión que había tomado.
El desconcierto fue aún mayor cuando Ambuila, de 63 años, emitió un breve sonido con el que daba a entender que aceptaba los cargos por los que fue acusado.
La situación no fue del agrado para la jueza Virginia Hernández-Covington, que cuestionó que se hubiera gastado tanto tiempo y dinero en la preparación del juicio para que en un día se le tuviera que poner punto final por la aceptación de cargos.
Lo más extraño del asunto es que, a mediados de 2024, el fiscal Joseph Palazzo ya le había puesto sobre la mesa un acuerdo a Ambuila para que aceptara su responsabilidad. A cambio, se fijaba una pena de seis años de prisión, es decir, el tiempo equivalente al que el exfuncionario ha estado detenido tanto en Colombia como en Estados Unidos.
En abril próximo se conocerá el monto de la condena. Fuentes cercanas al caso indican que se expone a una sentencia de 20 años de prisión. Al parecer, Ambuila guardó silencio para no delatar el entramado criminal y a los protagonistas de estos ilícitos.
Fuentes cercanas indicaron que no se puede descartar que antes del juicio Ambuila hubiera recibido todo tipo de presiones para que no se adelantara el proceso, en el cual se podrían haber ventilado los nombres de otros integrantes de esta organización criminal.
La Fiscalía, según estableció SEMANA, tenía una lista de 30 testigos dispuestos a contar cómo se logró el movimiento de mercancía de contrabando y las drogas, así como la participación de otros agentes de la DEA en este entramado de ocultamiento y corrupción.
Mientras tanto, Jenny Ambuila cerró sus cuentas en redes sociales y prefirió optar por una vida alejada de los lujos y excesos, los mismos que destruyeron a su familia.