JUSTICIA
La fundación del horror: Así torturaban, secuestraban y abusaban sexualmente de menores en rehabilitación. Estas son las pruebas
SEMANA conoció las declaraciones de víctimas de fundaciones que, en medio de supuestos tratamientos, secuestraban, torturaban, abusaban sexualmente y permitían homicidios de pacientes con enfermedades mentales y problemas de consumo de estupefacientes.
“De aquí se sale muerto o matando a alguien”, dijo un testigo, paciente de una fundación con sede en Bucaramanga, quien asegura, presenció un homicidio. El adolescente observó cómo otros dos menores asesinaron a un compañero mientras permanecían encerrados en el llamado “cuarto de reflexión” de la Fundación Hogar Casa del Alfarero.
Tal era el terror que los asesinos —de acuerdo con el testigo— estaban convencidos de que matar a una persona los sacaría de esa fundación, así fuera para la cárcel. Cualquier camino o método, por impensable que pareciera, se convertía en una alternativa para salir de esa fundación.
“Empezaron a decir que la única forma de salir de la fundación, así fuera para la cárcel, porque estaban mamados de estar ahí: era matando a alguien. En ese momento se le lanzó al cuello, le hizo una llave con el brazo y lo empezó a asfixiar”, dijo el testigo, que contó los aterradores detalles de este homicidio.
Los dos asesinos y los dos testigos compartían un castigo en la Fundación Casa del Alfarero, una de las 17 instituciones cristianas que supuestamente ofrecían servicio de sanación espiritual y rehabilitación para personas con enfermedades mentales y problemas de drogadicción o alcoholismo, pero que se convirtieron en verdaderos centros de secuestro, tortura, abuso sexual, prostitución y homicidio.
Las 17 fundaciones tienen un lazo común. Un mismo grupo familiar logró convertir la necesidad en negocio, con la complicidad de funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga, la Policía y hasta la Fiscalía. Recibían pacientes o los “capturaban” en sus casas o en la calle, y terminaban en las prisiones o celdas, esposados, amarrados y con baldes para defecar.
SEMANA conoció detalles de un expediente en poder de la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía y la Alcaldía de Bucaramanga. Allí reposan las evidencias, testimonios, fotos, videos y reportes que muestran cómo las fundaciones se convirtieron en casas del terror, donde decenas de adolescentes, mujeres, adultos y abuelos eran sometidos, amarrados y torturados. Las fundaciones, que supuestamente eran el camino para abandonar los vicios, de puertas para adentro eran centros de torturas.
Por más de un año, la Fiscalía recaudó la evidencia, las pruebas de estos espacios de tortura disfrazados de centros de tratamientos de rehabilitación. En allanamientos simultáneos a las casas que servían como sede de las fundaciones, los investigadores encontraron a las personas amarradas a las camas, entre sus propios excrementos, dopados y en estado de desnutrición.
La captura
Los testigos contaron cómo llegaron a las fundaciones. Algunos eran “capturados” en un procedimiento que adelantaba un grupo de personas contratadas por las directivas de estas entidades. Eran conocidos como el “bloque de búsqueda” y llegaban a la casa de los futuros pacientes o a sitios públicos con prendas de la Policía y la Fiscalía para simular un allanamiento o un operativo de captura.
“Yo estaba tomándome unas cervezas en el barrio Café Madrid. Ese día me llegaron como tres personas, llegaron en carro y con esposas. Me amarraron entre todos y uno me agarró del pescuezo y me dijo que me iba a llevar a la fundación”, dijo una víctima de las llamadas “capturas”.
En la “captura” los integrantes del “bloque de búsqueda” les suministraban a las víctimas por la fuerza un medicamento que los dejaba en estado de inconsciencia, el tiempo suficiente para llevarlos hasta la fundación.
“Ese día me dieron una pepa y me la echaron a la boca, después me quedé dormido por el efecto hasta el otro día. Yo no soy medicado, no uso medicamentos. Después, en la celda, me quitaron la ropa, los zapatos, la camisa, el pantalón. Me pusieron a dormir en bóxer en el piso y me pegaron patadas”, dijo una víctima que logró escapar de la fundación.
El llamado “bloque de búsqueda” incluso secuestraba en falsos operativos de la Fiscalía a personas que ni siquiera tenían problemas con el consumo de estupefacientes o alcohol. Eran “encargos” criminales que terminaban en la fundación y con el supuesto tratamiento. Una víctima contó que estuvo por más de un mes dopado, esposado y torturado mientras su familia denunció su desaparición.
El cuarto de reflexión
Las fundaciones tenían un espacio exclusivo de torturas. Era el llamado “cuarto de reflexión”, donde los menores eran sometidos en ropa interior a días de castigo. Las víctimas señalaron que este cuarto, de tres metros cuadrados, fue bautizado por los directivos de la fundación como Nisi, en una alegoría religiosa al altar que levantó Moisés en agradecimiento a Jehová.
“Es una pieza, un lugar donde solo hay una colchoneta con hongos. El estado es terrible, nos ingresan en bóxer, sin más ropa. Para las necesidades fisiológicas nos toca en un balde. En este lugar uno puede durar días o hasta meses, depende del castigo”, explicó una víctima.
Todos en la fundación tenían terror de terminar en Nisi. Los que cayeron contaron a la Fiscalía las torturas, los detalles de cómo otros internos, con más tiempo en la fundación, se convertían en supuestos líderes que se encargaban de infligir los castigos, de llevar a las víctimas en ropa interior y meterlos en ese cuarto.
Homicidios
Las víctimas revelaron en sus declaraciones cómo fueron testigos de un homicidio en el llamado “cuarto de reflexión”. El desespero de otros internos, también sometidos a torturas, los llevó a una espantosa conclusión: “De aquí se sale muerto o matando a alguien”. Y ellos escogieron la segunda opción, mataron a otro “paciente” de la fundación.
El testigo reveló detalles del homicidio, justamente porque estaba a escasos centímetros de la escena, sin poder hacer nada, todos en ropa interior, víctimas y asesinos en el denominado cuarto Nisi. Una muerte lenta, brutal y dramática. Los dos jóvenes que decidieron matar a su compañero se tomaron 20 minutos para completar el homicidio.
“Abraham no pudo gritar, solo le pegaban patadas. El mono fue el segundo que actúo y le tuvo los pies, como para desnucarlo, pero solo traqueaba. Él seguía respirando, le ponían el pie en el cuello, le pisaban el cuello como para partírselo. Cogieron la sábana e hicieron como una corbata y la tiraban de cada lado para ahorcarlo. Esta tortura duró como 20 minutos”, describió el testigo sobre la brutal escena.
Cuando la víctima fue asesinada en esos eternos 20 minutos, los autores, internos desesperados de la fundación, amenazaron a los testigos para quedarse callados mientras repartían la comida. Luego ellos mismos asumirían la responsabilidad con la paradójica esperanza de ir a la cárcel y así escapar de la fundación.
“Cuando ya nos dimos cuenta de que dejó de respirar, cuando ya lo vieron muerto, empezaron a celebrar y contentos dijeron que se iban a echar la culpa, con eso los iban a sacar para la cárcel. Ellos se querían ir”, dijeron los testigos que después de varias horas, y cuando el olor a muerte se desprendió, pidieron llamar a los “líderes” e informar lo ocurrido.
Abuso sexual y prostitución
En las decenas de declaraciones, en poder de las autoridades, las mujeres y adolescentes cuentan cómo fueron sometidos a abusos sexuales, además de ser víctimas de un comercio sexual mientras permanecían dopados, drogados con los medicamentos destinados a tratamientos psiquiátricos. “Me tomó el pelo y me puso a practicarle el sexo oral como por tres minutos. Después de eso me bajó la pantaloneta y pasó el pene por mi trasero. Esto lo hizo delante de los compañeros de mi cuarto, es lo único que me acuerdo”, dijo un adolescente que terminó sometido a diferentes abusos sexuales de otro interno, considerado líder por la fundación y que no fue denunciado.
Otra menor contó cómo la obligaban a salir con un directivo de la fundación, supuestamente a días de esparcimiento, pero terminaba en una zona despoblada, en una especie de balneario, donde era abusada en varias oportunidades mientras se encontraba en estado de inconsciencia, absolutamente drogada. “Que nos íbamos a una finca; entonces, fuimos, pero no llegamos a ninguna finca. Me llevó a un pozo que dizque a bañarnos y yo iba un poco dopada. En el camino, a la mitad, me dijo que me bajara los pantalones, me los bajó, se los bajó y me lo hizo”, dijo la adolescente en las decenas de entrevistas con funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga.
Otra testigo reveló cómo un directivo reunía a las mujeres y adolescentes para advertirles que un grupo de hombres visitaría la fundación en la noche para que ellas “prestaran un servicio”. Se trataba de actos sexuales que, según la víctima, eran cobrados por el directivo de la fundación. En las oficinas ubicaban colchonetas para convertirlas en improvisados cuartos de “visita conyugal”.
“Una compañera me había dicho que ese servicio era una visita conyugal y que era pagado por los chicos de otra fundación que alberga hombres y les cobraban hasta la suma de 100.000 pesos, los cuales eran pagados a Javier, el dueño de la fundación”, afirmó la testigo.
La Fiscalía concluyó la primera parte de la gigantesca investigación con la captura de 21 personas relacionadas con las fundaciones. Entre los detenidos están los directivos, líderes y los presuntos responsables de los abusos, torturas y secuestros. Otro capítulo incluirá a los funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga, de la Policía y de la misma Fiscalía que estarían vinculados a estas casas del terror.