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Exclusivo: Marelbys Meza se destapa en SEMANA y acusa a Laura Sarabia, mano derecha de Petro, de ordenar el polémico polígrafo y las chuzadas en su contra. “Que diga la verdad”
Marelbys Meza se destapó en entrevista con SEMANA y acusó a la directora del Dapre de ordenar el polémico polígrafo y las chuzadas en su contra tras el robo de un maletín con dinero en efectivo de la funcionaria. “Que diga la verdad”.
SEMANA: Marelbys, ¿qué hace caminando por las calles cuando se supone que debería estar en una casa de Protección a Testigos de la Fiscalía?
MARELBYS MEZA: Vengo a decirles que me retiré de ese esquema, pasé la carta de renuncia por falta de garantías, pues me quitaron la seguridad hace dos meses. La verdad, no confío en nadie. Toda esta situación me ha llevado a estar insegura y temo por mi vida. Me dijeron que había bajado el riesgo, cosa que no es cierta, porque cada día veo que mi vida está en peligro.
SEMANA: ¿Cómo eran sus días en esas casas de seguridad?
M.M.: Eternos. Me levantaba normal, preparaba mi desayuno, pero estaba acompañada por funcionarios, excelentes funcionarios, a excepción de una que, la verdad, me maltrató demasiado. Fui abusada verbalmente, me sentí maltratada. Puse la queja dos veces, hablé y dije que no quería que esa señora me cuidara. Estoy con gripa porque el sitio donde estaba se inundó. Duré hasta las cuatro de la mañana sacando agua porque todo se inundó. Me sentía como cuando usted coge un bulto de papas, lo lanza allí y ahí quedó el bulto de papas.
SEMANA: ¿Estaba colaborando con la Justicia?
M.M.: Por eso es que las personas no denuncian. Yo denuncié y mire. Tenía un inconveniente con una sola persona, pero resulta que al denunciar fue con todo un país. Decía: mi zona de riesgo es todo el país. Los medios de comunicación se encargaron de sacarme por todos lados. A mí no me vengan a decir que mi zona de riesgo es una sola. No, es todo el país, y se los decía. Deprimida, me enfermé, botaba sangre por la nariz, se me subía la tensión. En una parte de la cara me tuvieron que hacer una cirugía porque se me entumeció por estrés postraumático.
Si dos años atrás me dicen que denuncie, no lo hago. Lo que hice fue ganarme más enemigos de los que ya tenía. Era una persona normal, tenía mi trabajo, mis amistades, ahoritica nada. Me quedé completamente sola. Del tema del maltrato en Protección, ni una disculpa. La señora me pasó ciertos informes y yo le dije: es que no me he portado mal, todo lo contrario, aquí no hay consideración conmigo. No hubo ni una disculpa de los directivos. Nada. Siento que hay preferencias. Me mandaron a cuidar con una persona que apenas llevaba un mes de trabajo, gente que no era capacitada.
SEMANA: ¿Cómo llegó a trabajar en calidad de niñera a la casa de Laura Sarabia?
M.M.: Yo trabajaba con Armando Benedetti, le cuidaba los niños. Duré siete años con ellos y ahí conocí a Laura. Cuando Laura llegó, yo estaba presente ya. A Laura le decía que era una hija para mí porque tiene la misma edad de mi hija. Todo fue bien. Nunca hubo un llamado de atención, nunca nada, todo fue bien.
SEMANA: ¿Qué ocurrió el día del robo de un maletín con dinero en efectivo que estaba en el apartamento de Laura Sarabia, ya en ese momento jefe de gabinete del Gobierno Petro?
M.M.: Fue un viernes por la tarde. La teniente llevó un maletín muy pequeño. Ella (Laura) había tenido un viaje a Boyacá. Era la ropa de ella. La teniente me dijo: “Mire, aquí le traigo la ropa de la doctora porque ella se fue a una reunión que tenía en casa de un amigo de ella”. La teniente le llevó el maletín. Era pequeño, era ropa de dos días. Tampoco era otra cosa. Hablan de documentos, eso es mentira. ¿Cuáles documentos? ¿De qué documentos me hablan? Nada de eso.
Yo no sabía que había plata ni nada. El maletín lo entregaron el viernes en la tarde. Entonces, el domingo, a la una de la tarde, yo cumplía años en esos días, mi familia me iba a hacer un almuerzo. Andrés (esposo de Laura) me llamó. Estaba con mis hermanos y mi mamá, comprando lo del almuerzo, y él me llamó y me dijo: “Mary, ¿tú sabes del maletín de Laura que trajo de Boyacá?”. Le dije: “Sí, ahí está en la sala”. Después me volvió a llamar y me dijo: “Mary, necesito que te vengas ya, urgentemente, al apartamento”.
Cuando llegué, Andrés estaba sentado en la mesa del comedor con cuatro personas. Él les dijo a las personas: “¿Me dejan hablar un momentico con ella?”. Y me llevó al cuarto del bebé y me dijo: “Mary…”. Yo le dije: “¿Qué pasó?”. Entonces, él me respondió: “Lo que pasa es que se perdió una cantidad de dinero considerable, entonces, quiero que me diga”. Yo le dije: “No he cogido nada”. Entonces, él salió conmigo, me mandaron para abajo con un muchacho, con un policía, me tomaron como la declaración, ahí abajo, en el primer piso.
Uno de los señores que estaba ahí, por lo que le digo, no puedo dar nombres ni nada, me dijo: “¿Dónde está la plata que se robó?”. Yo le dije: “¿Qué le pasa? No me he robado nada”. Entonces, dijo: “Sí, es que aquí no estamos hablando de 10 pesos, estamos hablando de 150 millones de pesos que usted se robó”. Le dije: “Como no he cogido nada, entonces, no tengo nada que temer”. O sea, la verdad, no debo nada.
Ellos se fueron. Andrés se fue para la habitación con Laura. Luego, ella salió a la sala. Me quedé ahí, nunca me fui para ningún lado, y le pregunté: “¿Me quedo, me voy, qué hago?”. Entonces, ella misma (Laura) me dijo: “Mary, vete para tu casa y espera la cita del polígrafo”.
SEMANA: ¿Laura Sarabia le advirtió que iba a haber un polígrafo?
M.M.: Sí, ella me dijo: “Esto no se queda así, voy a llegar hasta las últimas consecuencias”. Le respondí: “Listo, no debo nada, usted cree que si yo necesitara plata, pues, le decía que me prestara”. El día lunes me llamó una de las tenientes, no recuerdo el nombre, y me aseguró: “Señora fulana, tenemos el horario para el polígrafo a las dos de la tarde, ¿tiene algún inconveniente en ir? Mejor dicho, está la cita para las dos de la tarde”. Entonces, ella me dijo: “Mándeme –porque yo tengo los audios, y ella me llamó también, primero me llamó y ya después me dijo–, mándeme la foto del documento para que a su entrada no la molesten”.
Y me llevaron hasta allá, hasta el Palacio de Nariño, y ahí (al frente) es donde está el sitio del polígrafo. Llegamos a la entrada. Harold (el conductor de Laura) llamó a la teniente Luna y me puso ahí en la entradita de donde hacen el polígrafo.
SEMANA: ¿Qué pasó en ese sótano ubicado frente a la Casa de Nariño?
M.M.: El encargado del polígrafo me dijo primero: “Le manda a decir la doctora Laura que si usted se gastó algo de dinero, que no pasa nada, pero que le devuelva el resto”. Le dije: “¿Cuál resto? No me he robado nada. Lo que tengo aquí son 40.000 pesos, y no cuento con nada más, no tengo más plata”.
Cuando el señor me preguntó quién era la última persona con la que había hablado, abrí el chat, el WhatsApp, y le dije: “Mire, la última conversación que yo tuve fue con mi sobrina”. Entonces, cuando le entregué el teléfono abierto, me lo quitó y se lo llevó más de una hora. Ahí me abordó otro señor, que fue el que me dijo: “Usted es una ladrona, usted hoy no va para... usted hoy no duerme en su casa”. Me preguntó: “¿Dónde está su mamá?”.
Entonces, me dijo: “No sea mentirosa que su mamá no está en la casa. A usted quién le dice que mientras está aquí sentada nosotros no le estamos revolcando todo su nido allá. A ver, ¿dónde es que tiene lo que se robó?”. Entonces, le dije: “Como no me he robado nada y a mi mamá la dejé en la casa, ustedes me responden por mi mamá”.
Mi vida cambió totalmente. El día del polígrafo estaba ahí sentada, esperando mi teléfono, y no aparecía nadie. Me sentaron ahí, y yo decía: “Dios mío, ¿para dónde me van a llevar?”. Cuando eso, fue que empezaron a salir los muertos por ahí en bolsas negras. Yo dije: “Bueno, aquí me irán a picar, ¿qué es lo que me irán a hacer?”. Eso era lo que yo sentía ahí. Yo dije: “Hasta aquí llegué yo”.
Resulta que una amiga me mandó algo que salió en SEMANA y que decía: “Ni la jefe de gabinete se salva de los ladrones, la robaron en su casa”. Entonces, cuando vi el tema, le escribí a Laura y le dije: “Mijita, mire lo que está saliendo en los medios, me están llamando los periodistas, ¿qué les digo?”. Yo estaba tratando de salvarle el pellejo a ella. Entonces, me tomé el trabajo de decirle: “Mijita, me están llamando los periodistas, ¿qué digo?”.
SEMANA: ¿Y qué le dijo Laura Sarabia en ese momento?
M.M.: Que ella no sabía nada, que no había dicho nada, pero no le creí. O sea, para mí la mentira es terrible, porque a mí la persona que me dice mentiras la aparto o me alejo. Un día me entró una llamada de don Armando (Benedetti). Entonces, me dijo: “Necesito hablar con usted”. Mi relación con ellos (Armando y su esposa) es buena, no tengo inconvenientes con nadie. Me dijo: “Laura dice que usted está hablando con los medios de comunicación”. Le expresé: “Eso es falso”.
Me dijo: “Y que usted está hablando mal de mí”. Y yo le dije: “Eso es falso, no he hablado con nadie y no necesito hablar mal de usted”. Estoy agradecida con esos señores, con el señor y la esposa. Entonces, él me dijo: “¿Quiere ir a trabajar conmigo nuevamente?”. Como no tenía inconveniente de nada, le dije que sí. Él me respondió: “Le pago tanto”. Era un poco más de lo que estaba ganando.
Pasó el tiempo y dije: “Eso, de pronto, era mamadera de gallo”. Pero ya después me pasó a la secretaria, quien me afirmó: “Aliste el pasaporte y los papeles para hacer el tema de los tiquetes”. Me fui porque iba a trabajar con la persona que conocía hace siete años. Cuando me monté en la avioneta, solamente iba con el piloto, con nadie más.
SEMANA: ¿Era un viaje comercial o una avioneta exclusivamente para usted?
M.M.: Era la avioneta en donde trasladaban al presidente cuando estaba en campaña, pero era alquilada. Es que se ponen a inventar cosas que no son. Me la puso don Armando porque quedé de encontrarme con él en Barranquilla, porque él estaba allá. O sea, imagínese cómo fue ese viaje de Bogotá a Barranquilla sola. La avioneta arrancó de Guaymaral hacia Barranquilla. Y allá me encontré con don Armando y de ahí sí nos fuimos hacia Venezuela.
SEMANA: ¿Viajaron hacia Venezuela en esa misma avioneta?
M.M.: En esa misma. Él estaba con su familia en Barranquilla. Entonces, cuando estaba allá, él me preguntó: “Mija, ¿qué fue lo que le pasó con Laura?”. Entonces, le dije: “Mire, pasó esto, pasó esto otro”. Me dijo: “Mire, le voy a decir la verdad, yo a usted acá no la necesito”. Allá había un chef, la señora del aseo, es decir, en la embajada tienen todo el personal. Me dijo: “Yo la traje a usted porque Laura me pidió el favor de que me la trajera para acá para que no la denunciara”.
Le dije: “¿Eso le dijo ella? Pues me da mucha pena, pero me devuelvo”. “¿Usted cuándo se devuelve?”, me dijo. “Yo tengo una cita la otra semana”, me aseguró. Entonces, le dije: “Me voy con usted”. Benedetti me dijo: “No, mija, quédese acá, mire, allá corre peligro”. Y le dije: “No, señor, porque no debo nada. No tengo por qué esconderme”. La que tomó la decisión de venir a denunciar fui yo. Sentía que ella me estaba dando la puñalada trapera.
Me ponía a pensar, imagínese, ¿qué tal que cuando esté en Migración me echen mano porque tengo una deuda acá o que no pueda regresar? Dije: “Me da mucha pena, pero me voy”.
SEMANA: ¿Y viajó de Venezuela a Colombia en esa misma avioneta?
M.M.: En esa misma. Ese fin de semana fue festivo, entonces fue la familia allá (del embajador Benedetti), y aproveché y me devolví.
SEMANA: Se conocieron informes de la Policía Judicial que la vincularon con el Clan del Golfo. Cuando vio semejante escándalo, y la Presidencia de por medio, ¿qué pensó?
M.M.: Empecé a temer por mi vida. Veo que es una situación grave, gravísima. Era lo que les quería hacer entender a los de Protección, que mi situación no era fácil. No hubo consideración de ninguna parte. Lloraba día y noche.
SEMANA: Luego se conoció la muerte del coronel Óscar Dávila, jefe de seguridad anticipativa de la Presidencia. ¿Qué pensó cuando conoció esa noticia?
M.M.: Terrible, dije: “Vienen por mí, o sea, me van a matar”. Yo vi un noticiero, cuando salía la (noticia) de última hora, y decían que se suicidó.
SEMANA: ¿Cree que, de verdad, el coronel Dávila se suicidó?
M.M.: No puedo decir nada, porque le digo una cosa: una persona que le da 50 millones de pesos al abogado para que lo defienda está pidiendo ayuda, pidiendo que lo defiendan. ¿Cómo se va a suicidar?
SEMANA: ¿Tiene dudas sobre esa conclusión?
M.M.: Sí, pero como dicen que es un suicidio, tampoco puedo opinar más. Todo está en investigación y hay cosas que uno no puede decir, pero, la verdad, no creo que él se haya suicidado. Era una persona muy joven, con muchos sueños.
SEMANA: Los policías que terminaron siendo condenados por las chuzadas en su contra aseguraron que las órdenes salieron de la Presidencia de la República. ¿Fue así?
M.M.: El tema fue con Laura y, como es una persona muy poderosa, tiene muchas influencias. Ella me dijo que sí tenía conocimiento del polígrafo. Ella misma me dijo: “Espera la cita del polígrafo”. Si el tema fue con Laura y su esposo, ¿cómo el coronel Feria va a dar órdenes? Ella tuvo que haberle pedido el favor al coronel Feria y este empezó a delegar funciones, eso es lo que pienso yo.
SEMANA: ¿Cree que la orden salió de Laura Sarabia?
M.M.: Sí, claro que sí, entre Laura y el coronel Feria.
SEMANA: El coronel Feria es el jefe de seguridad de la Presidencia. ¿Se refiere a él?
M.M.: Pues él recibió la orden de su jefa, porque su jefa como tal era Laura. Él no va a mandar a los policías, que también son víctimas al igual que yo. Ellos me pidieron disculpas y todo. Inclusive, ellos me preguntaron: “¿Qué quiere pedir?”. Les dije: “Lo único que quiero es que, así como me sacaron en los medios de comunicación, salgan a decir lo que hicieron y pidan disculpas públicas”.
Y me dijeron: “No”, que las pasaban por escrito. Y les dije: “No, las quiero públicas”. Ellos dijeron en un momento: “Es que no tenemos toda esa plata que esa señora está pidiendo”. Aquí no he pedido un peso y la fiscal lo sabe, no he pedido un peso de nada.
SEMANA: ¿El presidente Petro protegió a Laura Sarabia?
M.M.: Pues claro, era su mano derecha en ese momento, la defendió. Aquí soy una mujer también maltratada, soy una víctima, me quedé sin trabajo, a ella la apartaron del cargo un rato, pero la volvieron a nombrar. Me quedé sin trabajo, sin dónde vivir, estoy prácticamente en la calle, no tengo dónde vivir y ella ni siquiera nada, ni siquiera “oiga, venga, hablemos”.
SEMANA: Usted participó en la campaña de Petro a la presidencia. ¿Él cumplió lo que prometió en campaña?
M.M.: No, nada. La persona que conocí, o sea, don Gustavo, era de sueños, de proyectos. Les decía a mis familiares, amigos y a todos que votaran por él porque veíamos que era el cambio y toda la cosa. Pero, la verdad, como yo estaba guardada por allá, no quería saber de nada ni ver noticias.
Él era una persona que escuchaba y yo le decía: “Váyase por las madres cabeza de hogar, porque hay muchas mujeres que son olvidadas, a quienes les toca salir a trabajar y llegar a la casa a seguir trabajando, atender a sus niños y a veces ni siquiera el salario les alcanza”.
Cuando yo salí de Protección, él dijo en unos medios, en Twitter, creo, que ellos me iban a cuidar. O sea, a ver, Caperucita Roja dejándose cuidar del lobo feroz. No tengo nada en contra de don Gustavo, porque él sabe que lo atendí amorosamente, lo más de bien, a él no tengo nada que decirle, solamente agradecerle y no más.
SEMANA: Y en esa campaña, ¿usted tuvo la oportunidad de conocer a Nicolás Petro, el hijo del presidente?
M.M.: Sí. A papá e hijo, una relación muy cordial, muy buena, un muchacho muy educadito, respetuoso. Entonces, digo, vea, ¿cuánta plata se robaron o se perdió o le dieron? Y le preguntaron a Laura: “Oiga, ¿pero cuánto fue lo que se le perdió?”. Y dijo: “No, poquitica, poquitica plata”. Y le dijeron: “¿Cuáles fueron los documentos que se perdieron?”. Y ella dijo: “Es que no me acuerdo”. O sea, no me venga a decir acá que no se acuerda, cuando es una persona tan inteligente.
Pero (en referencia a Nicolás Petro), mire, viaja, no hay problema de nada, no está trabajando, ¿pero cómo se ha sostenido, cómo ha hecho? Hay personas que de verdad han robado cualquier cantidad de dinero, y yo aquí no debo absolutamente nada, no me he robado ni un peso.
SEMANA: ¿Y también conoció a Day Vázquez, que se convirtió en la testigo estrella contra Nicolás Petro, su exesposo?
M.M.: Yo me comparaba con ella. ¿En qué sentido? En que no es una funcionaria pública ni yo tampoco. Ella se portó mal, andando en fiestas, y la echaron del programa (de Protección a Testigos de la Fiscalía), vulneraba la seguridad en el sentido de que se iba a fiestas.
SEMANA: ¿Cree que ya se llegó a los máximos responsables del polígrafo y las chuzadas en su contra o faltan más personas por responder?
M.M.: Faltan, por lo que le digo. Esos muchachos, los policías como tal, también fueron víctimas. Ellos lo que hicieron fue recibir órdenes. Incluso, lo que le pasó a mi amiga en el terminal de transportes de Bogotá. Le abrieron una caja, mejor dicho, hasta unas frutas se las iban a abrir como si fuera una mula, como si llevara quién sabe qué.
SEMANA: Los policías involucrados en este escándalo ya le pidieron perdón públicamente. ¿Qué les dice a ellos?
M.M.: Les acepté las disculpas porque hicieron una audiencia en la que ellos las ofrecían, eso lo pedí yo, aquí no vine a pedir dinero, simplemente a que se limpie mi nombre. ¿Por qué? Porque siempre está la duda.
Ellos son víctimas al igual que yo. Les recibí las disculpas y los disculpo porque el que perdona es Dios. Pero ellos no tienen ni idea de todo el daño que me hicieron. A mi familia, a mi papá, que casi se me muere, se me murió mi abuelito, un tío abuelo, familiares enfermos, mi mamá enferma, mis hermanos enfermos, mi hija también enferma.
Entonces, díganme el daño que me han hecho, eso no tiene reparación de ninguna clase. Ni con dinero, ni con disculpas, ni con nada, ya el daño está hecho.
SEMANA: ¿Qué le dice al presidente Petro?
M.M.: Que escuche, porque él es un poquito terco. Hay que saber escuchar. Lo único que le pido es que si me puede dar una vivienda, bienvenida, mijito, porque, la verdad, no tengo dónde vivir.
SEMANA: ¿Y cuál es su mensaje para Laura Sarabia?
M.M.: Que diga la verdad. ¿Quién más dio la orden? Y que ella diga quién era yo, porque la persona que más le sirvió a ella fui yo. Le atendí a su hijo con todo el amor del mundo. Ella sabe que le atendí muy bien a su niño, porque se lo atendí con todos los juguetes.
SEMANA: ¿Qué le pide a la Justicia?
M.M.: Que se acuerde de mí, porque me siento olvidada, fui testigo y soy víctima. Que por lo menos digan: “Oiga, ¿cómo está? ¿Cómo se siente? ¿Tiene dónde vivir?”. Que por lo menos me pregunten algo, de cómo me siento después de haber sido maltratada.