La bailarina de ballet Chloé Lopes Gomes a las afueras del Deutsche Oper en Berlín, el 7 de enero de 2021. Foto: Odd ANDERSEN / AFP
La bailarina de ballet Chloé Lopes Gomes a las afueras del Deutsche Oper en Berlín, el 7 de enero de 2021. Foto: Odd ANDERSEN / AFP | Foto: AFP

Personaje

Una bailarina negra combate el racismo en el ballet

La primera bailarina negra del Staatsballett de Berlín, Chloé Lopes Gomes, asegura haber sufrido racismo dentro de la compañía, una acusación que ha llevado a la dirección a ordenar una investigación interna.

Yannick Pasquet / AFP
19 de enero de 2021

Un día la profesora de ballet de la prestigiosa compañía distribuyó a las bailarinas un velo blanco que debían ponerse para una escena de “La Bayadera”, una obra del repertorio clásico del siglo XIX.

Cuando le tocó el turno a la francesa de 29 años, la profesora “soltó, riendo: ‘Me niego a dártelo porque este velo es blanco y tú eres negra’”, cuenta a la AFP la bailarina.

Una bailarina de la compañía, que ha pedido permanecer en el anonimato, lo confirma: la profesora de ballet “lo dijo como si fuera una broma (...) Me chocó mucho”.

‘Acoso’

Chloé Lopes Gomes, formada en la escuela del Bolshói, se sintió humillada pero no sorprendida. Desde que llegó a Berlín en 2018 afirma ser víctima de “acoso” por parte de esa profesora.

“Durante el primer ensayo de ‘El lago de los cisnes’, éramos seis nuevas pero todas las correcciones iban dirigidas hacia mí”, insiste.

Los comentarios se sucedieron durante meses. “Me decía: ‘cuando no estás en la fila, solo se te ve a ti porque eres negra’”. La otra bailarina también lo confirma.

La joven, de madre francesa y padre caboverdiano, siguió adelante porque es una “trabajadora” que quiere demostrar “que se merece su lugar”.

Pero el estrés le pasó factura. Se lesionó en el pie, lo que provocó ocho meses de descanso y un tratamiento con antidepresivos.

Tras su regreso, en febrero pasado la profesora quiso obligarla a maquillarse de blanco después de que se marchara un codirector que se oponía a esta práctica.

“Blanquear mi piel era como renunciar a mi identidad”, protesta la exbailarina de la Ópera de Niza y del Béjart Ballet de Lausana.

Cuando se enteró en otoño, la dirección del Staatsballett, que emplea a personas de 30 nacionalidades diferentes, quedó atónita.

“Por nuestra diversidad simplemente no pensábamos que pudiéramos vernos afectados por el racismo en el día a día. De hecho nunca pensamos en ello. Pero nos equivocamos”, reconoce la directora interina, Christiane Theobald, en una entrevista telefónica en la que se opone a obligar a los artistas negros a empolvarse de blanco.

En diciembre, Staatsballett creó una célula de investigación interna. “Todos los empleados pueden señalar de forma anónima todos los hechos de discriminación”, detalla Theobald.

La profesora de ballet se niega a expresarse y, por motivos legales, la dirección no quiere pronunciarse sobre posibles medidas disciplinarias.

Chloé Lopes Gomes dejará el Staatsballett en julio porque no le prolongaron el contrato.

En este círculo “muy elitista y cerrado” ella sabe que el camino está lleno de obstáculos.

Pero quiere acabar con el racismo que sufren los bailarines mestizos o negros en el ballet clásico, casi exclusivamente blanco.

No es la única. Bailarines de la Ópera de París, incluido su hermano Isaac Lopes Gomes, reivindican más diversidad.

‘Kirikú’

“No conozco ni a uno que no haya tenido que aguantar comentarios racistas como: ‘debes alisarte el cabello porque tienes una melena leonina, tienes que meter para dentro tu trasero de negra, saltas como Kirikú (el niño africano de una película de dibujos animados)”.

Desde que se calzó las primeras zapatillas de danza cuando era pequeña en Niza, Chloé Lopes Gomes sintió que era distinta.

“Nunca había el maquillaje adaptado para mi tono de piel, tenía que traer el mío”, explica. “También era la única que tenía que crear mis peinados” porque a las peluqueras no les gusta el cabello ensortijado.

Ella tenía “tantas ganas” de encajar que lo aceptaba. “Pero son los detalles los que te hacen sentir excluida”, dice.

Es una batalla difícil. El ballet romántico se rige por estrictas reglas que datan del siglo XIX y que están diseñadas para dar una impresión de homogeneidad.

Chloé Lopes Gomes se opone. “Estoy cansada de escuchar que no se puede contratar a negros porque no tienen los cuerpos para la danza clásica. Es sólo un pretexto”.