OPINIÓN
“Si quieres la paz, prepárate para la paz”
La hipótesis sería que el ELN, fundado en una absurda tesis que ha hecho carrera en Colombia, hubiese decidido realizar acciones armadas con la intención de mejorar su capacidad de negociación.
Hace 28 años se firmó el primer acuerdo de paz con una guerrilla posrevolución cubana en América Latina. Fue en Colombia con el M-19 y, un año más tarde, en 1991, con el Quintín Lame, el EPL y el PRT. Es decir, cuatro de los seis integrantes de la entonces Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), que reunía a todos los grupos guerrilleros de la época. Esta experiencia pionera tuvo una gran incidencia en los procesos de paz en El Salvador con el FMLN (1992) y en Guatemala con la URNG (1996). Colombia fue así el país precursor en el logro de la paz negociada en América Latina. Irónicamente, es el último que sufre todavía un absurdo conflicto armado interno debido a la persistencia de ELN.
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La historia es larga. En Caracas en junio de 1991, por primera vez desde su surgimiento en 1965, el ELN aceptó sentarse en una mesa de paz con las Farc y una pequeña disidencia del EPL. Es decir, llevamos ya 26 años de negociaciones con este grupo. Todos los gobiernos desde Gaviria, pasando por Samper, Pastrana, Uribe y ahora Santos, han procurado llegar un acuerdo de paz con los “elenos”. En alguna ocasión, le escuché decir a Enrique Santos con fina ironía que el problema con el ELN es que a este grupo le encanta negociar, lo que no le gusta es la paz.
Y no le falta razón. El ELN siempre ha utilizado los diálogos de paz como un recurso táctico para la guerra con objeto de ganar espacio político, tener visibilidad mediática, reorganizar las fuerzas y salir hacia una nueva fase de la confrontación más fortalecido. Nunca en sus planes ha contemplado dejar las armas.
Pese a eso, los colombianos creímos que en esta ocasión esa utilización instrumental de los diálogos de paz era una cuestión del pasado. Que ahora sí, como las Farc, el ELN había tomado finalmente la decisión de pasar de las “armas a la política”. ¿Estábamos equivocados?
Quisiera creer, a pesar de todos los desengaños, en la voluntad de paz del ELN. Si es así, ¿cómo explicar entonces que no hayan prolongado el cese al fuego y de hostilidades el 9 de enero de 2018? En las últimas semanas se han dado todo tipo de explicaciones: la ausencia de unidad, la dificultad de generar consensos internos debido a su modelo descentralizado, su rechazo al doloroso asesinato de líderes sociales, el impacto negativo de unas negociaciones en medio de un proceso electoral, la necesidad de repensar las reglas de la verificación, etcétera.
Es probable que muchas de esas explicaciones sean ciertas y que el pesimismo tenga raíces objetivas. Sin embargo, quisiera plantear una hipótesis más benigna para mantener viva la ilusión de la paz: la hipótesis sería que el ELN, fundado en una absurda tesis que ha hecho carrera en Colombia, hubiese decidido realizar acciones armadas con la intención de mejorar su capacidad de negociación, con base en el viejo proverbio romano, “si quieres la paz, prepárate para la guerra” (si vis pacem, para bellum).
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Es decir que el ELN después del 9 de enero buscó realizar una serie de acciones terroristas –dado que, debido a su debilidad, ya no están en capacidad de llevar a cabo acciones guerrilleras–, pensando que el gobierno, asustado con el impacto de las bombas en plena época preelectoral y al final de su mandato, iba a ceder y a realizar hondas concesiones en la mesa.
En mi opinión, fue un cálculo equivocado y la consecuencia fue que el gobierno decidió no asistir a Quito para desarrollar la quinta ronda de negociaciones y exigió cambios radicales en la conducta del ELN para volver a la mesa.
Hoy, el ELN debe entender que el asesinato de humildes policías, o la destrucción de la infraestructura petrolera del país con daños ambientales incalculables, no es el camino para avanzar en la mesa de paz. Como dice el reconocido analista en temas de paz y guerra Edward Luttwak, “si quieres la paz, prepárate para la paz” (si vis pacem, para pacem).
*Profesor e investigador