
Opinión
Alessandro Coatti
Debe ser recordado por lo que fue, no por su muerte, señalaron un amigo y una amiga de Coatti, Sandy Starr y Sophia McCully. Tienen toda la razón.
Muchos jóvenes italianos dejan su país para radicarse en Londres. Hay mejores oportunidades para los que trabajan en banca y finanzas porque Londres es una de las capitales financieras del mundo. También para los que trabajan en el campo científico. Ese fue el caso de Alessandro Coatti. Hace unos días vino de turista a Colombia, país que no conocía. Su familia en Italia lo esperaba para Semana Santa, pero fue asesinado en Santa Marta.
Debe ser recordado por lo que fue, no por su muerte, señalaron un amigo y una amiga de Coatti, Sandy Starr y Sophia McCully. Tienen toda la razón. Escribieron: “Nos sentimos destrozados al enterarnos del asesinato de nuestro querido amigo Alessandro Coatti, conocido como Ale. Creemos que el mundo debería conocerlo por quién era y por sus logros, y no por las circunstancias de su muerte. Ale fue la persona más amable y el colega más diligente que uno podría desear conocer. Se formó como biólogo molecular y celular en Italia, antes de dedicarse a la investigación en neurociencia en Italia y el Reino Unido, y luego trabajó durante ocho años en la Real Sociedad de Biología (RSB). Durante su tiempo en la RSB, trabajamos con él en diversas áreas de política científica, entre las que se destacaba la edición genómica. Una de nosotros (Sophia) trabajaba en el Centro de Medios Científicos del Reino Unido cuando conocimos a Ale. Su experiencia en edición genómica, combinada con su función en el secretariado del Grupo de Ciencia Animal de la RSB, nos permitió hablar con frecuencia. Nuestras interacciones profesionales pronto se convirtieron en una amistad, y pasamos muchas horas felices hablando de la vida y nuestros sueños para el futuro. Tras el escándalo de la edición genómica de He Jiankui y la posterior petición de una moratoria sobre la edición genómica hereditaria, Ale escribió las siguientes palabras. Fueron sensatas entonces y lo siguen siendo ahora: ‘Cualquier nuevo desarrollo tecnológico que tenga el potencial de generar beneficios también tiene el potencial de alterarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Ninguna aplicación tecnológica está exenta de consecuencias que deben gestionarse con cuidado. Las mejores estrategias para abordarlas no deben basarse en soluciones rápidas, sino en una comprensión detallada de todos los factores y las posibles vías para alcanzar el resultado deseado’. Más recientemente, Ale compareció ante un comité del Parlamento durante el análisis del proyecto de ley que finalmente se convirtió en la Ley de Tecnología Genética de 2023. Tanto si Ale abordaba la edición genómica en ese contexto especializado como en un contexto humano, poseía un dominio formidable de los aspectos científicos y de gobernanza del tema, como se desprende de sus intervenciones en esa sesión. Se enorgulleció de haber participado y posteriormente escribió una reflexión personal sobre la experiencia. Ale relacionó sus logros profesionales, su vida personal y sus convicciones. En un escrito de julio de 2019, con motivo del Orgullo y el 50.º aniversario de los disturbios de Stonewall en Nueva York, Ale citó al cineasta, artista y autor Derek Jarman. En concreto, citó un pasaje del libro Chroma: A Book of Colour, en el que Jarman recuerda haber escrito de niño: ‘Estimado ministro, soy un niño queer de 12 años. Quiero ser un artista queer como Miguel Ángel, Leonardo o Chaikovski’. A esto, Ale añadió recuerdos de su propia infancia, diciendo: ‘Al igual que Derek, yo también era queer’. Ale explicó entonces por qué abrazó la ciencia en su juventud: ‘Fue la idea de que el método científico podía utilizarse para desafiar ideas preconcebidas; era autocorrectivo y antidogmático, era un método que nos abría los ojos al mundo externo de los fenómenos y se basaba en la tenacidad humana, a veces frente a la oposición o incluso a la discriminación’. En el mismo artículo, Ale rindió homenaje a dos de sus héroes científicos: la neurobióloga italiana Rita Levi-Montalcini y el cosmólogo británico Peter Coles. Recientemente, Ale solía hablar de estos temas con nosotros en uno de sus pubs londinenses favoritos, el Old China Hand en Clerkenwell. La última vez que uno de nosotros (Sandy) se encontró con Ale allí, mencionó lo mucho que admiraba la película de Ettore Scola, Una giornata particolare, que ofrece un vívido relato de la marginación y la persecución en Italia antes de la Segunda Guerra Mundial. No hay mejor manera de concluir este artículo, y de resumir a nuestro amigo, que con una declaración que hizo en un correo electrónico a amigos y colegas en enero de este año: ‘La ciencia y la tecnología deben servir a una sociedad más justa y equitativa’. Te echaremos mucho de menos, Ale”.