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Opinión

Amenaza a la seguridad regional

Somos responsables de la construcción de nuestro propio destino.

David René Moreno Moreno
15 de enero de 2025

El mundo continúa convulsionado en varias regiones de su geografía, teniendo como común denominador la agresión avasalladora de la izquierda internacional que —empleando la violencia, el terrorismo, la intimidación y el flagrante desconocimiento de la voluntad de los pueblos— busca posesionar globalmente su desprestigiada e impopular ideología en lo que podría considerarse como la extensión de la Guerra Fría en su versión 2.0, porque el enfrentamiento capitalismo-socialismo no desaparece.

La cruenta agresión rusa contra Ucrania, el conflicto de Oriente Próximo con ataques de organizaciones terroristas como Hamás contra Israel, la arremetida de Irán contra Israel, los ataques de rebeldes hutíes desde Yemen contra Israel y contra los buques que tratan de pasar por el canal de Suez, los amenazantes lanzamientos de misiles de Corea del Norte, las intensiones de China de dominar todo el mar de China... Son algunos de los convulsionados escenarios que hoy preocupan al mundo.

A pesar de que el comunismo perdió vigencia durante el gobierno de Gorbachov con la aplicación de las políticas perestroika y glasnost (políticas de reconstrucción y apertura) y que con la disolución de la URSS se dio por sentado el fin de la Guerra Fría, la ideología comunista no desapareció, sino que sufrió mutaciones; el continente americano siguió siendo blanco predilecto para continuar con la semilla marxista leninista que busca aislar geográficamente a Estados Unidos y dominar el mundo.

Los gobiernos de izquierda, y en particular las dictaduras del socialismo del siglo XXI, han ganado terreno en América Latina, bien sea por culpa de políticos corruptos, por el trasbordo ideológico impulsado desde colegios y universidades o por el engaño promovido a partir de la narrativa embaucadora de los zurdos, pero siempre detrás de ellos han estado gobiernos como el ruso, el chino y más recientemente el cubano, el venezolano, el nicaragüense y el brasilero, solo por citar algunos de ellos.

La ideología socialista actualmente afecta algunos países de la región como Colombia, Venezuela, Nicaragua, México, Brasil, Chile, Cuba y Honduras; con la reciente usurpación del poder en Venezuela, evento al cual asistieron los ‘directores espirituales’ de Maduro, como Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, se abre una gran incertidumbre en el vecindario, pues —según palabras del dictador— Nicolás Maduro, Venezuela, Cuba y Nicaragua se preparan para tomar las armas, posiblemente para defender su golpe de Estado.

Las declaraciones de Maduro despiertan las alertas regionales, dado que además de tener un ejército propio y sumiso, reforzado con las milicias populares armadas, la presencia de asesores cubanos e iraníes, el apoyo de delincuentes colombianos refugiados en su territorio, más el apoyo de otros dictadores, se convierte en una amenaza para la estabilidad y la seguridad regional, sobre todo cuando se siente amenazado por la democracia, lo cual lo puede llevar a planear guerras al estilo hitleriano para mantenerse en el poder, y sus principales blancos podrían ser Colombia y Guyana.

No parece factible la participación de la ONU en el restablecimiento de la democracia en Venezuela, pero desde el punto de vista de la geopolítica, es probable que a la izquierda mundial le interese que en el área del Caribe se abra un nuevo frente de conflicto que permita distraer las fuerzas de Occidente, y en particular las de Estados Unidos, buscando que se cambie la dirección del esfuerzo en Ucrania, en la guerra de Gaza y en la tensión en Asia, pero también deben estar buscando fortalecer a China y a Rusia en el escenario mundial.

No podemos permitir que el socialismo del siglo XXI manosee nuestra democracia. La lección aprendida es que ‘nadie nos va a sacar las castañas del fuego’, nosotros somos responsables de la construcción de nuestro propio destino.

Con el sufrimiento causado por la izquierda en los países vecinos, los indecisos y los indiferentes de nuestro territorio tienen que aprender a valorar las libertades y a comprender que todos somos parte de la solución.

No podemos permitir que la izquierda siga engañando al pueblo colombiano.

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