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Opinión

¿Amenaza del nuevo estallido social?

Incitar públicamente a la violencia engendra una guerra civil.

David René Moreno Moreno
28 de mayo de 2025

Constitucionalmente, el presidente simboliza la unidad nacional, por lo tanto, es difícil comprender que quien ha sido elegido democráticamente busque por medio de un discurso populista encender las llamas de un paro nacional en el que todos pierden; una huelga general es un arma de destrucción masiva contra la economía y la estabilidad del país, siendo tradicionalmente empleada para protestar contra políticas gubernamentales opresivas, no como sucede en Colombia, donde es impulsada por un gobierno dominante que busca imponer decisiones ideológicas.

Un paro nacional sólo genera perjuicios en que todos pierden, recordando el juego de la pirinola; los dueños de los almacenes cierran por temor a que les destrocen sus negocios; las fábricas y las grandes empresas no producen, pero tienen que continuar pagando salarios, funcionamiento e impuestos; los trabajadores informales se quedan sin poder ofrecer sus servicios; muchas empresas pequeñas quiebran; los estudiantes pierden días de clase y, por tanto, se les quita el derecho a aprender; la seguridad se ve afectada, pues se incrementan los actos delictivos.

La separación de poderes es un mandato constitucional y debe ser respetada por todos los colombianos, inclusive por el presidente y su ministro del Interior; cuando el Congreso no aprueba iniciativas gubernamentales, es una decisión de carácter político.

Cuando esto ocurre, el Ejecutivo no puede ejercer presión indebida o tratar de imponer al Legislativo su voluntad bajo la amenaza de la violencia del proletariado, llámese minga, guardias indígenas, guardias campesinas, guardias cimarronas, primera línea o gestores de convivencia. A la Constitución, las leyes, las altas cortes y a todas las Instituciones se les debe respetar o se genera el caos y la anarquía.

La pasada arenga presidencial en Barranquilla es extremadamente peligrosa, pues ante una audiencia polarizada, con un discurso progresista engañoso, se habló de una posible “huelga indefinida” con apoyo del presidente, quien además dijo: “Y si me tumban por ello, estalla la revolución en Colombia”, frase muy similar a la pronunciada con ocasión del inicio de la investigación formal por parte del CNE: “Si van a tumbarnos del gobierno, vamos por el poder”. Parece que lo acompaña el síndrome de la victimización. Hay un dicho popular que dice ‘El que nada debe, nada teme’.

El presidente ha hablado de la movilización nacional y de las decisiones que tomará la Asamblea Nacional Popular, así como mencionó que “El paro nacional debe ser un ejemplo de no violencia activa. No debe golpear clases medias, ni pobres, ni a la Fuerza Pública”; esto deja el mal sabor de que el paro está orientado a afectar a quienes tienen alguna capacidad económica, lo cual parece reforzado por el ministro de Salud cuando atacó a quienes producen las cervezas y las gaseosas, así como al sistema bancario.

Ojalá no se confunda una movilización social con un estallido social destructivo y terrorista, como lo impulsó la oposición en contra del anterior período presidencial.

Sin duda, siempre se debe buscar el beneficio de los trabajadores en todos los niveles, no solo por iniciativa de los sindicatos o del Gobierno, sino por parte de los mismos dueños de las empresas, pues si a estas les va bien, a los trabajadores también les debe ir bien, y esto se refleja en progreso y en el bienestar colectivo. Lo que no está bien es que centrales obreras como la CUT, u organizaciones como Fecode y de pronto el Sena, se vendan a un proyecto político socialista en beneficio de la ideología del Gobierno, pero en detrimento de los mismos trabajadores y del país en general.

El Gobierno busca por todos los medios dar continuidad a su ideología socialista en los próximos comicios electorales y para ello está organizando, desde el mismo día de la posesión, una masa votante muy importante, gracias a los subsidios que ha creado en favor de una población que —‘agradecida’— asistirá a las urnas y votará en favor de quien ha comprado su apoyo. Los colombianos somos dueños de nuestro futuro y su voto será fundamental en la reorientación política, económica y social del país.

Es claro que no podemos perder a Colombia, que no se puede reelegir un gobierno comunista ni un Congreso mayoritario de izquierda; hay que aprender de los errores. Hay que liberar a Colombia de las garras del socialismo del siglo XXI.

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