
Opinión
Apriete, Trump, apriete
No olvide, eso sí, que la salida de Maduro y su mafia es solo el comienzo. Cuba y Nicaragua también necesitan que sus dictadores se vayan.
Qué diferencia tan brutal. Durante cuatro años nos acostumbramos a ver a funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, principalmente a Juan González, de origen increíblemente colombiano, arrodillarse frente al dictador Nicolás Maduro o alguno de sus secuaces para pedirles concesiones mínimas que luego no cumplían. En Caracas, en Catar o en cualquier otro lugar del mundo, acordaban lo que fuera y, obviamente, solo consiguieron una cosa: la consolidación de la dictadura mafiosa.
¿Cómplices? Muchos. Los noruegos que aceptaban cualquier negociación a cambio de nada. Esas negociaciones tampoco llegaban a ninguna conclusión positiva. Eran utilizadas por Maduro para ganar tiempo y, al final, todos tan contentos. Noruega decía: “Traté de ayudar”, Maduro decía: “Traté de negociar”, mientras los presos políticos se pudrían o morían en la cárcel, la dictadura expulsaba millones de venezolanos y seguía con sus negocios criminales.
Otros personajes como el español José Luis Rodríguez Zapatero o venezolanos como Tomás Guanipa, hermano de ese héroe Juan Pablo Guanipa, que sigue dando la pelea, se prestaban para esas farsas de negociación y para esa narrativa perversa de estamos haciendo lo posible. Claro, que triste decirlo, en todas las familias hay alacranes que se prestan para obtener dividendos políticos, económicos o internacionales entregando la libertad, la democracia, los derechos humanos y, sí, la decencia de un país.
Eso cambió, y de qué manera, con la llegada de Donald Trump. Se acabó esa pleitesía con el dictador y ahora ya comenzamos a ver cómo se aprietan las tuercas, el círculo se cierra y los espacios con que los mafiosos venezolanos, y sus familias, jugaban ya no están disponibles.
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La última decisión de la administración de Trump rompe todos los parámetros y cierra los vacíos de financiación que anteriores Gobiernos americanos y europeos permitían y que facilitaban la supervivencia de la cleptocracia venezolana. Al colocar un arancel del 25 por ciento a los países que le compren petróleo o gas a Venezuela, aumenta la apuesta de sanciones y encuentra una ampliación muy eficiente del círculo de afectaciones a quienes las violen.
Dos hechos ya confirman que esto va en buen camino. El primero, Reliance, la gran petrolera hindú, se desmarca del petróleo venezolano y le cierra a Venezuela uno de los principales mercados del gran comprador. La segunda, Repsol, desvía unos barcos petroleros de Venezuela a México para que carguen su producto y así se eviten esas sanciones. Muy creativa esta decisión y, por ahora, muy efectiva.
Es muy importante el trabajo de la Secretaría del Tesoro y de la OFAC, la entidad encargada de la vigilancia y seguimiento al cumplimiento de las sanciones, para atajar todas las trampas que Rusia, Catar, Turquía, China e Irán tratarán de utilizar para poder obtener petróleo venezolano. El colombiano Álex Saab, a quien el Gobierno de Joe Biden liberó de la cárcel, es quien opera gran parte de este lavado de venta de petróleo. Nuevamente, gracias, Juan Sebastián González.
Hay otro indicador que comienza a moverse y es la disparada del dólar negro y la disparidad con el dólar oficial. El dólar paralelo, así se le dice al dólar negro, hasta hace unos días tenía una diferencia de entre 5 y 10 puntos. Hoy esa diferencia es de 40 puntos, lo que genera altos costos para los ciudadanos, la economía está dolarizada y seguramente dentro de poco tiempo habrá mucho más desabastecimiento del que hay hoy en día. Si le sumamos esto a la debilidad de la cúpula mafiosa del régimen, la tormenta perfecta poco a poco se concreta.
Y lo que falta también va a ser muy importante. Trump no se va por las ramas y, cuando anunció sanciones contra Colombia por la decisión de Petro de devolver dos aviones con deportados, dejó claro el camino que se le viene a Maduro, su cleptocracia, sus alacranes y sus familiares. Las visas van a ser el siguiente paso, pero no una por una y focalizadas, sino en bloque contra todos y, en especial, contra los hijos. Ya hay mucho pánico en este alacranero, así le dicen a los que colaboran con Maduro, los que se disfrazan de oposición y trabajan para él, de viajar a Estados Unidos. Señores, doña Cilia, esto es apenas el comienzo.
Muchos de los miembros de la cleptocracia creen que sus hijos y familiares están a salvo por vivir en Europa y en América Latina. Están muy equivocados, pues esta presión, donde solo los tienen que expulsar, se viene y con toda la fuerza. País que no ayude va a ser un país que va a sufrir consecuencias comerciales y políticas. México ya lo entendió y entregó más de 20 criminales de altísimo rango dentro de la mafia mexicana que purgaban penas en su país, fueron extraditados y hoy enfrentan cárceles de máxima seguridad en Estados Unidos.
Apriete más, presidente Trump. El final está cerca. Hace unos años, en una visita del presidente Iván Duque a la Casa Blanca, en su primer periodo, usted les preguntó a todos los asistentes cuándo se caía Maduro. El único que contestó que no se caía fui yo; lo escribe John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de entonces, en su libro.
Por eso, apriete y apriete más, que las condiciones están dadas para que se negocie una salida. No olvide, eso sí, que la salida de Maduro y su mafia es solo el comienzo. Cuba y Nicaragua también necesitan que sus dictadores se vayan.